Tecnologías no terapéuticas, ¿potenciación de lo humano?

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El objetivo de las tecnologías no terapéuticas no es curar ninguna enfermedad  o resolver algún problema sino  que su objetivo es potenciar al hombre, mejorarlo. Para que una tecnología sea validada antropológicamente  tendría que respetar cuatro criterios que deberían cumplirse y respetarse simultáneamente[1]:

a) Inteligencia/ Voluntad.

La especificidad del ser humano radica en su inteligencia y en su voluntad que encuentran su expresión en la libertad para conocer la verdad y elegir el bien de tal forma que el hombre conoce el mundo, se conoce a sí mismo y les da (descubre) un sentido y una finalidad. Las tecnologías aplicadas al hombre encuentran su justificación antropológica cuando colaboran para mantener  tanto la inteligencia como la voluntad humanas en su plena capacidad de entender y de querer, sin forzar ni extralimitar su naturaleza.

b) Cuerpo/ presencia espacial del ser humano.

El cuerpo es cuerpo de la persona humana, varón y mujer, y está preparado y especializado para las acciones y para las actividades humanas. Está abierto a una permanente adecuación tanto a la diversidad de las acciones físicas como de las acciones psíquico-espirituales. El cuerpo es expresión de la persona, es la identidad y auto-identificación del yo, es su hermenéutica y su auto-comprensión, es el medio de su donación, es epifanía de su ser y sentir, es su relación con los demás, con el mundo, con la historia, es el límite y expresión de su finitud. Las tecnologías aplicadas al hombre encuentran su justificación antropológica en cuanto colaboran a mantener el cuerpo/mente con salud, y para alcanzar el máximo y lo mejor de las potencias y capacidades que posee. Esto debe darse sin extralimitar sus capacidades naturales.

c) Carácter histórico-temporal.

La existencia humana no es un mero transcurrir sin conciencia subsistiendo en el presente que se vive. El hombre se incorpora a un flujo histórico que recoge, interviene en el presente y construye un futuro en base a su libertad incluso en las peores condiciones de limitación de esta. La historia se hace materia en el cuerpo y espíritu, en la inteligencia y en la voluntad surcadas por la experiencia de lo vivido. El tiempo es la realidad a la que nadie puede sustraerse y que siempre marca el inicio y el inexorable fin de cualquier realidad del mundo. Las tecnologías aplicadas al hombre encuentran su justificación antropológica en la medida en que colaboran para mantener al hombre con vida y con salud en su realización como persona en un tiempo determinado sin pretender la inmortalidad histórica ni una realización humana sin el correspondiente desarrollo personal.

d) Relación social.

El ser humano es esencialmente un ser social, mejor dicho político. La vida social realiza al hombre que encuentra el sentido de la vida en la relación (personal, social e institucional) con el otro. Las tecnologías encuentran su justificación antropológica en la medida que colaboran en mantener al hombre en su contexto social, de modo que pueda tanto recibir como aportar a la cultura, a la sociedad, a la política, en definitiva al Bien Común de toda la comunidad humana. Estas tecnologías no pueden promocionar segregación, discriminación, aislamiento o establecer relaciones de superioridad/inferioridad de unos seres humanos respecto de otros.

Los profesionales que trabajan por el Bien Común no pueden estar al margen de estos principios. Estos criterios de justificación antropológica y otros parecidos que pudieran complementarlos deben concretarse profesionalmente y políticamente. En un mundo donde la inmensa mayoría de la humanidad carece de lo imprescindible para desarrollarse, la tecnología en general y las tecnologías no terapéuticas de mejoramiento humano en particular están subordinadas a una «hipoteca social».  Un «mejoramiento» ausente de un principio de justicia social integral que abarque desde la concepción hasta la muerte natural  es  incoherente, contradictorio e  intrínsecamente perverso.

 

Carlos Llarandi Arroyo

Profesionales por el Bien Común

[1] Cfr. Adrián Ruiz, Lucio. Para continuar el debate: ¿hay respuestas. ¿Humanos o posthumanos? Singularidad tecnológica y mejoramiento humano. Fragmenta Editorial. Barcelona. 2015. p.460

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