¿Por qué unas jornadas interprofesionales sobre el derecho a la Objeción de Conciencia?

Jornada "La banalidad del mal" ¿Por qué estas jornadas interprofesionales sobre el derecho a la Objeción de Conciencia?
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Jornadas interprofesionales sobre el derecho a la Objeción de Conciencia  Madrid. Madrid 6 de noviembre 2021.

Profesionales por el Bien Común.

Actualmente estamos asistiendo a una revolución biotecnológica capitalista cuya impronta totalitaria se manifiesta de manera novedosa respecto a totalitarismos anteriores porque se cree capaz de reducir y transformar la naturaleza humana incluida la esencia de la conciencia. El poder del capitalismo tecnológico actual ha demostrado ya la capacidad de condicionar tanto en extensión como en intensidad las conciencias y la conciencia de la humanidad y su pretensión no es otra que modelar la conducta humana en aras de sus propios intereses de lucro y poder. Para ello se utilizan diversos medios materiales e inmateriales: Toda una arquitectura tecnológica ubicua; una serie de bioideologías como la ideología de género, el eco- capitalismo o la ideología de la salud que atentan gravemente contra la vida y dignidad humanas y que imponen unas formas de vida materialistas, hedonistas e individualistas ; un elenco de leyes biopolíticas (aborto, extranjería, eutanasia, eugenesia, covid, de gestión de datos,…) que van cercando y limitando los derechos humanos. El objetivo final no es otro que el control cuantitativo y cualitativo de la población.

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Desde Profesionales por el Bien Común estamos intentando combatir asociadamente esta tendencia totalitaria haciendo de nuestra profesión un baluarte en defensa de la vida y la dignidad humanas, desde la concepción hasta la muerte natural, especialmente de los más empobrecidos, débiles y vulnerables. Por ello vemos necesario en primer lugar enfrentarnos a las causas institucionales que están provocando esta situación estructural de injusticia. En segundo lugar, generar formas de vida personales y comunitarias que no sean asimilables por la cultura materialista e individualista actual. En tercer lugar, plantearnos proyectos profesionales que resuelvan necesidades humanas y que no estén al servicio del poder y del lucro. Y en cuarto lugar defender nuestra práctica profesional y política por el Bien Común mediante el derecho a la objeción de conciencia cuando las leyes nos impidan ser fieles a nuestra conciencia por el Bien Común.

            Internacionalmente estamos asistiendo a una presión políticamente concertada por el poder para restringir la objeción de conciencia especialmente en lo que al aborto se trata. Por ello creemos fundamental generar una opinión pública moralmente liberadora que reconozca y desarrolle la libertad de conciencia en sus términos adecuados. La Objeción de Conciencia es un derecho humano universal y fundamental que debe ser respetado por el ordenamiento jurídico. La esencia de ese derecho es proteger el deber de todo ser humano a actuar en conciencia ya que la conciencia es el ámbito más profundo en el que la persona discierne sobre la verdad, el bien y las acciones derivadas de sus convicciones más profundas ya sean de tipo religioso, moral, filosófico o ideológico.

La conciencia y el derecho a la objeción de conciencia pertenecen, por tanto, a los fundamentos de la dignidad humana y por ello deben estar vinculados a la verdad y al bien objetivos del ser humano. La conciencia no puede ser considerada un simple habitáculo vacío rellenable con el subjetivismo individual, y la conciencia social no puede ser el mínimo común confortable del sumatorio de los subjetivismos individuales. Esto no significa que lo subjetivo no tenga importancia, todo lo contrario, sino que debe estar subordinado a la verdad y al bien para que no se autodestruya. La conciencia es lo más profundo de cada ser humano y su singularidad debe ser máximamente respetada pero la conciencia debe ser adecuadamente formada y la objeción de conciencia debe objetivarse en aquellos aspectos fundamentales que afecten a la dignidad de la vida del ser humano.

La conciencia tiene dos niveles. Un nivel profundo, arraigado en la propia naturaleza humana, que puede ser descubierto mediante la razón y que nos permite distinguir las nociones básicas sobre el bien del ser humano. Este nivel, común a todos los hombres y mujeres, es el fundamento de la relacionalidad y la convivencia humana. Sin él no tendría sentido hablar de sociedad o de comunidad política o de democracia. Por otro lado, hay un nivel de la conciencia que no se descubre en la esencia de nuestra naturaleza, sino que debe ser cultivado conscientemente y que tiene que interactuar adecuadamente con el contexto cultural e histórico concreto. Tanto un nivel como el otro necesitan objetivarse en base a la defensa de la dignidad intrínseca e inalienable de todo ser humano y ambos niveles de la conciencia deben ser promocionados en ese sentido. No hacer esta promoción es una falta grave de responsabilidad porque obedecer a una conciencia errónea o manipulada, no formada adecuadamente, es una fuente permanente de conflicto. Por tanto, una primera cuestión a tratar sería cómo se está formando la conciencia humana en la sociedad y el momento histórico actual.

Por otro lado, la conciencia no es individual exclusivamente, es personal por tanto tiene una dimensión singular pero también tiene una dimensión comunitaria, social e institucional que se plasma de muchas formas: códigos morales y sociales, idearios, códigos deontológicos, memorias colectivas, etc. La libertad de conciencia (religiosa, moral, política) debe ser respetada tanto individualmente como colectivamente cuando una comunidad humana concreta genera instituciones concretas en base a las convicciones más profundas de sus miembros. Separar ambas dimensiones y reducir la conciencia a lo meramente individual es un atentado grave de desnaturalización de la conciencia humana que obedece a los afanes que todo poder tiene por dominar lo más profundo del ser humano.

La conciencia es el atributo humano por excelencia y tiene una raíz transcendente o religiosa fundamental universalmente reconocida por todas las culturas a lo largo de la historia. Esta raíz transcendente es el antídoto más importante frente a cualquier poder totalitario que tiende a dominar todas dimensiones de la realidad. Una cuestión clave en este momento histórico es justamente reconocer el valor y el poder de esta dimensión transcendente porque es la que sostiene y fortalece a las otras dimensiones, moral y sociopolítica, de la conciencia. Evidentemente la conciencia religiosa es una decisión de cada ser humano pero el ordenamiento jurídico debe respetarla y debe respetar a las instituciones que se hayan creado para ello.

Finalmente, creemos que hay que ampliar la conciencia social respecto al derecho a la objeción de conciencia. Es cierto que los temas que afectan a la conciencia humana de manera sustantiva no pueden ser muchos y sobre todo este derecho no puede amparar caprichos e intereses individuales o corporativos. Pero también debemos tener una visión integral de la dignidad humana y no reducir la objeción de conciencia a la defensa de la fases iniciales y terminales de la vida humana como si el resto de la vida no existiera. Así por ejemplo, hay que reconocer el derecho a la objeción en el tema del aborto o la eutanasia, pero también frente a la ley de extranjería que impide la solidaridad con los inmigrantes empobrecidos expulsados de sus tierras por la guerra, la miseria y el hambre provocados por el propio capitalismo.

Por todo ello, Profesionales por el Bien Común ha asumido su parte de responsabilidad en este campo y ofrece a la sociedad un espacio de debate y diálogo para que la conciencia sobre el derecho a la objeción de conciencia crezca adecuadamente frente a los intentos del poder político-económico de ahogarla, reducirla e incluso eliminarla.

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