Obsolescencia de lo humano: Totalitarismo y negocio del siglo XXI

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El profesor del MIT y director del Future of Life Institute en Cambridge (EE UU), Max Tegmark, estima que la llegada de una Inteligencia Artificial General (IAG) que supere a la humana es cuestión de décadas[1]. En su visión del futuro, podríamos acabar viviendo en una civilización idílica donde robots superinteligentes harían nuestro trabajo, crearían curas para todas nuestras enfermedades o diseñasen sistemas para ordeñar la energía descomunal de los agujeros negros. Sin embargo, si no somos capaces de transmitirle nuestros objetivos con precisión, también es posible que a esa nueva inteligencia dominante no le interese nuestra supervivencia. La puerta a un nuevo gran totalitarismo está abierta.

En su libro ‘Vida 3.0’ propone argumentos para un debate global que evite que la llegada de la Inteligencia Artificial acabe en desastre. Cuando el rey Midas le pidió a Dionisio transformar en oro todo lo que tocase cometió un fallo de programación. No pensaba que el dios sería tan literal al concederle el deseo y solo fue consciente de su error cuando vio a su hija convertida en una estatua metálica. Max Tegmark (Estocolmo, 1967) cree que la inteligencia artificial puede presentar riesgos y oportunidades similares para la humanidad.

Considera que la comunidad global debe implicarse en un debate para orientar el desarrollo de la inteligencia artificial en nuestro beneficio, deberemos afrontar, no sólo la gestión de las desigualdades generadas por la automatización del trabajo, sino también un intenso esfuerzo filosófico para definir y acordar qué es bueno para toda la humanidad (Bien Común) para después inculcárselo a las máquinas. Hay que adelantarse a lo que pueda suceder en los próximos milenios.

Nuestro futuro puede ser muy interesante si ganamos la carrera entre el poder creciente de la tecnología y la sabiduría con la que se gestiona esa tecnología, porque si el objetivo es la felicidad humana, tenemos que estudiar qué significa ser feliz. Si no hacemos eso, las decisiones sobre el futuro de la humanidad las tomarán unos cuantos frikis de la tecnología, algunas compañías tecnológicas o algunos Gobiernos, que no van a ser los mejor cualificados para tomar estas decisiones para toda la humanidad.

Si se mira las motivaciones de las compañías que están desarrollando la IA, su principal objetivo es ganar dinero. La gran motivación entre los científicos es la curiosidad, queremos ver cómo se puede hacer una inteligencia artificial por ver cómo funciona, a veces sin pensar demasiado en las consecuencias. Logramos construir armas atómicas porque había gente con curiosidad por saber cómo funcionaban los núcleos atómicos. Y después de inventarlo, muchos de aquellos científicos desearon no haberlo hecho, pero ya era demasiado tarde, porque para entonces ya había otros intereses controlando ese conocimiento.

Esto muestra la importancia de que la gente participe en esta discusión, entre en un debate filosófico y moral, y seleccionemos las prioridades correctas. Es imprescindible una implicación política de los ciudadanos y de los profesionales en la construcción del Bien Común.

Ahora mismo tenemos muchos problemas que sabemos exactamente cómo resolver, no son  problemas tecnológicos, son  problemas de falta de voluntad política. Por ejemplo, en España, el Gobierno español ha rechazado unirse a Austria y muchos otros países en la ONU en un intento para prohibir las armas letales autónomas. España apoyó la prohibición de armas biológicas, algo que apoyaban los científicos de esa área, pero no han hecho lo mismo para apoyar a los expertos en IA.

Esto es algo que la gente también puede hacer: Exigir a sus políticos que afronten estos asuntos y nos asegurarnos de que dirigimos la tecnología en la dirección adecuada.

Los cambios producidos por la ciencia se están acelerando, todo tipo de trabajos desaparecerán cada vez más rápido. Muchos se ríen de la gente que votó a Trump o a favor del Brexit, pero su rabia es muy real y los economistas dirán que las razones por las que esta gente está enfadada, por ser más pobres de lo que eran sus padres, son reales. Mientras no se haga nada para resolver estos problemas reales, su enfado aumentará.

La Inteligencia Artificial puede crear una cantidad enorme de nueva riqueza. Hay gente a favor de la Renta Básica Universal, pero es posible que haya mejores formas de resolver el problema. Si los gobiernos van a dar dinero a la gente solo para apoyarles, también se lo puede dar para que la gente trabaje. El trabajo se sabe que da un sentido a la vida de la gente, crea conexiones sociales…da poder a la sociedad.

En los próximos tres años comenzaremos una nueva carrera armamentística con armas letales autónomas. Se producirán de forma masiva por los superpoderes y en poco tiempo organizaciones como ISIS podrán tenerlas. Serán los AK-47 del futuro salvo que en este caso son máquinas perfectas para perpetrar asesinatos anónimos. En diez años, si no hacemos nada, vamos a ver más desigualdad económica. Y por último, hay mucha polémica sobre el tiempo necesario para crear una inteligencia artificial general, pero más de la mitad de los investigadores en IA creen que sucederá en décadas. En 40 años nos arriesgamos a perder completamente el control del planeta a manos de un pequeño grupo de gente que desarrolle la IA.

En definitiva, no podemos volver a los criterios de distribución del Egipto de los faraones, en los que todo estaba en manos de un puñado de individuos. Pero es solo cuestión de tiempo, si la gente que acumule este poder no quiere compartirlo el futuro será complicado.

Es imprescindible el compromiso de todos en las construcción del Bien Común en el contexto de la «sociedad programada» que se está diseñando por los grandes poderes bio-tecnológicos.

 

Profesionales por el Bien Común

[1] https://elpais.com/elpais/2018/08/07/ciencia/1533664021_662128.html

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