Mujer y Vida. Maternidad puro asombro.

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Somos ya varias generaciones que quizás por pertenecer a familias muy reducidas, quizás por la presión académica que nos lanzaba a un mercado en donde la productividad es la prioridad para poder pensar un proyecto de vida… no hemos experimentado de niñas o jóvenes la ternura de coger un bebé en nuestros brazos, la habilidad de consolar un pequeño que llora y no te sabe decir qué le pasa. Muchas mujeres hemos sido criadas con el «mensaje» que nuestro cuerpo, es una carga limitante. Queriendo parecernos , de manera más o menos consiente, al hombre.

Así, desconectadas de nuestro cuerpo y,  por lo tanto, también de nuestra alma, algunas llegamos al primer embarazo, al parto, a la lactancia y a un año de puerperio del que nadie o casi nadie nos ha hablado de manera integral.

Empieza en nosotras un cambio, una verdadera revolución que ya no se detendrá nunca. El hijo nos posiciona ante una dicotomía:  O nos volvemos protectoras, absorbentes, conservadoras…;  o ese amor nos lanza a algo más grande y sorprendente:  el compromiso con toda la humanidad.

Vivimos un momento en que se ataca la maternidad y toda la carga simbólica  que conlleva la palabra «engendrar». Se contrapone el desarrollo de la vocación profesional a la vocación de ser madre, incluso se ridiculiza y penaliza a las mujeres, profesionales o no, que desean tener hijos o tener más de dos.

Sin embargo, todo en la mujer está pensado para la vida. Para albergar vida, para acogerla, para ser espacio seguro, para crear el clima adecuado para la relación. Su cuerpo cíclico, su intelecto, su corazón es flexible y con gran capacidad para el cambio. La maternidad activa y revoluciona los talentos de la mujer. Quizás por ello, hay un ataque feroz a esta sabiduría propiamente femenina.

La mujer en su naturaleza no es portadora de muerte, sino de vida.  Y debemos evitar, con todas nuestras fuerzas, multitud de hechos que hoy están ocurriendo y ponen de manifiesto el ataque al corazón de la condición femenina y de la maternidad. Por ejemplo, desde hace ya tiempo Facebook y Apple ofrecen a sus empleadas la posibilidad de congelar gratuitamente sus óvulos porque no quieren que interfieran significativamente con su actividad laboral. El aborto, que es un acto de violencia hacia el niño o niña no nacido, se ha convertido en un derecho. El vientre de la madre que es el lugar más protegido para la vida, se ha convertido en un lugar peligroso. Con lo cual, la sociedad se está desentendiendo cada vez más de los niños y padres-madres antes y después de nacer. No habrá ningún apoyo bajo forma de solidaridad social. Otro ejemplo del ataque que está sufriendo la mujer son los  distintos modelos  que ofrece  la maternidad subrogadas: un hijo comprad por dinero; un hijo comprado por razones altruistas; o el hecho de tener  hijos considerado como  un simple trabajo, a cambio de un salario.

Si la igualdad significa algo, significa que la sociedad no puede valorar algunas vidas humanas más que las otras. No podemos dar pasos atrás y seguir reproduciendo estructuras donde el más fuerte y poderoso  es el que dicta e impone quién tiene que nacer y quién morir; o a quién tiene que descartar de la sociedad. Como mujeres no podemos dejar que nuestro ser y nuestra identidad sea agredida, incluso por nosotras mismas. El principio económico de  «dejar  hacer, dejar pasar tiene como consecuencia convertir la sociedad en una fábrica de esclavos».

Edith Stein en su obra El significado del valor intrínseco de la mujer en la vida nacional nos recuerda que “Ser una madre significa nutrir y proteger la verdadera humanidad y llevarla a su pleno desarrollo” y en Problemas de la educación de la mujer nos dice [Las mujeres] comprenden no solo con el intelecto, sino también con el corazón”. Nos está planteando que la mujer tiene el don de acercarse a una nueva relación, desde la cabeza pero escuchando el corazón, lo que le otorga un conocimiento más profundo del otro. La mirada del amante ve con más claridad, lo cual supone que lo que quiera que amemos mejor, también lo conoceremos mejor. Es el conocimiento que surge del corazón; y desvela que para percibir la compleja realidad del mundo que nos rodea se necesita  la integración del  entendimiento y corazón.

En este sentido sorprende que durante siglos las diferentes culturas  han elegido  a las mujeres para ser custodiadoras de la vida, y se les ha otorgado la capacidad especial de intuir el valor único de cada persona. Una sabiduría que conoce a partir del cuerpo y sus necesidades.

En estos días, hemos celebrado el 8 de marzo. Era triste ver como los modelos de mujer que ofrecían a nuestras hijas,  eran de mujeres en las que no estaban integradas maternidad, vocación profesional, amor conyugal, asociación,  justicia, amor a la humanidad entera.

Está naciendo en el mundo del marketing el llamado femvertising. Se trata de las campañas de carácter feminista, diseñadas en teoría para defender a la mujer, y en la práctica para aumentar las ganancias de la multinacional de turno.

Un buen ejemplo de lo que decimos es poner como modelo de mujer a Frida Kahlo  (1907 – 1954). El rostro y la estética de esta «colorista» artista mejicana adorna en la actualidad camisetas de Zara, bolsas de las bibliotecas, tazas, y puntos de libro. No pongo en duda el valor de algunas de las obras que pintó (150 pinturas en toda su vida), pero fue una mujer desafortunadamente enferma (32 operaciones), que  se casó y vivió toda su vida enamorada de Diego Rivera, reconocido pintor que le era permanentemente infiel, la despreciaba en público y nunca se ocupó de ella, en ningún aspecto. En su propio diario «Alas Rotas» Frida nos descubre una  vida trágica, rodeada de gente, pero profundamente sola. No podemos olvidar el sufrimiento que le causó no ser madre. Tres abortos que la sumieron en un profundo dolor por no poder ser madre, y sentirse sola y no apoyada por su compañero. A nadie le extrañaron sus palabras cuando en su biografía relató: «La pintura ha llenado mi vida. He perdido tres hijos y otra serie de cosas que hubiesen podido llenar mi horrible vida» Es Madonna, comprando alguna de sus obras, quien la convierte en un símbolo feminista en los años 80.

¿Es este  el modelo de mujer que queremos para nuestras niñas y niños?.

La historia está repleta de testimonios de mujeres extraordinarias que defendieron su dignidad y protagonismo integral; defendieron la  justicia social, tanto como madres y como trabajadoras. Un ejemplo son las «Las cerilleras del East End», en Inglaterra.

En julio de 1888, en la fábrica de cerillas Bryant & May, en Bow, al este de Londres, las 1.400 obreras de la empresa, conocidas como matchgirls (las cerilleras), se declararon en huelga. La sociedad victoriana se escandalizó, no por las condiciones en las que trabajaban, sino porque consideró  que el lugar de la fábrica no era apropiada para una mujer. La  mujeres burguesas se quedaban en su reducido mundo, que era su hogar y a las mujeres obreras las habían robado su dignidad empobreciéndolas  y expulsándolas de sus hogares.  Producían cerillas respirando el tóxico fósforo blanco durante 14 horas al día, sus salarios eran ínfimos, y los castigos y las multas arbitrarias reducían aún más sus exiguos salarios.

La dirección de la fábrica decidió despedir  a una joven y malnutrida empleada para dar una lección a las huelguistas.  Fue la gota que colmó el vaso. Las obreras (muchas de ellas inmigrantes irlandesas, católicas) eligieron a seis delegadas para pedir la restitución de la despedida, el fin a los castigos y las multas, un espacio sin humos tóxicos para comer en la nave de producción, poder amamantar a sus bebés y tener el domingo como día festivo para descansar y estar con sus familias.

Ante la amenaza de la huelga, a las agitadas cerilleras les retiraron varios días de salario mientras crecía en ellas el vínculo de la solidaridad. https://solidaridad.net/encendiendo-una-luz-en-la-historia-the-matchwomen/

Otro precioso testimonio histórico,  y que continua actualmente,   son  las marchas y   manifestaciones realizadas por las mujeres contra la guerra. Así se manifiestan muchas de ellas: «Las mujeres somos, en conjunto, la madre de la sociedad. ¿Cómo hemos de consentir que nuestros hijos se maten? ¿Hemos de mirar impasiblemente el fratricidio?»… «Las mujeres y las madres deploran ese crimen y no sólo porque mutila los cuerpos de sus propios familiares, sino también porque destruye las almas. La guerra amenaza con todo los que las madres enseñan a sus hijos sobre la solidaridad y la comunidad internacional».

¿Cuántos testimonios hay en la historia de mujeres que se han promocionado personal y colectivamente que no conocemos? Ellas deseaban conjugar maternidad, trabajo y, sobre todo,  justicia para todos. Ellas sí pueden ser  un verdadero testimonio por la entrega de su vida al BIEN COMÚN.

 

PROTAGONISTA DE LA VIDA: PARA ENTREGARLA

Según Edith, una mujer que tiene total control de sí misma es libre de vivir para los demás: “El alma de la mujer debe ser amplia y abierta a todo lo humano; debe ser sosegada, de modo que ninguna débil llama pueda ser apagada por la tempestad; debe ser cálida, a fin de que la tiernas semillas no se congelen; (…) vacía de sí misma, para que la vida ajena tenga en ella espacio; finalmente, señora de sí misma y de su propio cuerpo, a fin de que toda su personalidad se encuentre en actitud de servicio a toda llamada”. (Los principios fundamentales de la educación de la mujer).

Ser madre tiene mucho de oblación, de imprevisible entrega de una misma, lo que amplía la capacidad creativa de la mujer, porque la adentra en lo imprevisto, lo irracional, lo incontrolado…

Obviamente ni las leyes laborales actuales, ni la cultura al servicio del capital y el consumo, facilitan que la mujer pueda desarrollar su vocación por la vida. Vocación que tiene un doble desarrollo, el de sus potencialidades para la acción política: mirada de la unicidad y aportación de cada uno, integración de estrategias donde quepa cabeza y corazón en sintonía, pensamiento flexible y el desarrollo y despliegue de su mayor capacidad creativa en la defensa de la vida.

La capacidad de engendrar, sean o no madres biológicas, es un verdadero antídoto frente al conformismo y la inoperancia social. Corrige la tendencia a la comodidad, el narcisismo y el individualismo. Con ternura y contundencia nos saca de las pequeñas «neuras narcisistas» y vuelca toda la mirada y el ser hacia el otro.

La capacidad maternal correctamente cultivada, en sentido amplio, empuja a descubrir la capacidad de acoger al ser humano y acoger al mundo entero: a cada niño que llora, a cada persona que muere ahogada en el Mediterráneo, a cada ser humano que es injustamente explotado. Por eso,  este nuevo capitalismo, cada vez más agresivo, ha decidido que la sensibilidad maternal debe desaparecer y ser sustituida por la condición de “progenitor 1”.

 

Maricel Monté de la Torre. Miembro del grupo PBC Mujer.

Master en Psicoterapia a través del Arte (UB). Postgrado Terapia Familiar Sistémica (Centro Internacional Hestia).

 

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