Leyes al servicio del Patriarcado

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El camino hacia el Bien Común se construye desde la VERDAD, nunca desde ideologías, entendiendo éstas como un sistema cerrado de ideas que intenta forzar la comprensión de la realidad  y  que nos adaptemos todos a ese sistema ideológico, sin poder dialogar y menos cuestionar.

(Mujeres Profesionales por el Bien Común)

Tras el despertar que supuso la revolución científica que abría a la humanidad al asombro de entender las leyes de la naturaleza, ocultas hasta entonces; y la enorme esperanza que se atisbó  al poder poner ese conocimiento al servicio del bien común en los distintos ámbitos de la vida social y política; su desarrollo posterior fue desviado por el afán de lucro, que sometió y dirigió la investigación a su entero servicio, actuando impunemente en contra de la humanidad y la naturaleza. Una ideología fuertemente materialista se apoderó de la cultura. La competitividad y la eficiencia al servicio del negocio sin limitación ética alguna, ha sembrado de sangre, hambre y horror al planeta en el último siglo. Las técnicas disponibles para el enfrentamiento y la agresión son ya infinitamente más eficaces que las de antaño.

Pero la reacción no se ha hecho esperar. Esa cultura materialista, a costa de abundancia de objetos cada vez más sofisticados, no otorga la ansiada felicidad ni a la humanidad, ni a cada hombre y mujer en particular aunque pertenezca al pequeño club de privilegiados del mundo. El siglo XXI abre sus puertas con un pendulazo, una nueva ideología espiritualista se apodera ahora de la cultura. El afán de lucro toma ahora rostro de afán de poder disponible para todos, los privilegiados claro. La voluntad de poder, “el derecho a decidir” se impone a cualquier realidad. Ni materia, ni cuerpo, ni ninguna ley inscrita en la naturaleza, tiene ya valor ante la voluntad de poder, el deseo se muestra ahora como el único valor, sostenido en la soberbia de los logros obtenidos por la ciencia. Como siempre, es cuestión de reducir el continente para tener la satisfacción de haberlo llenado, no importa como de escaso sea el contenido. Pero la realidad no es ni sólo materia, ni sólo espíritu. Una actitud realmente científica, no distorsionada por intereses foráneos, debiera seguir en la búsqueda de la verdad.

Sin verdad concreta no es posible la liberación del ser humano, hombre y mujer. Es imposible vivir sin verdad. Y, sin embargo, hoy todas las estructuras de poder político, donde se encuadran partidos políticos, universidad, sindicatos, ministerios, ONG´S, multinacionales… se afanan en demoler la noción de verdad con el fin de imponer su insaciable voluntad de poder.

Corresponde a las personas que quieren la revolución (cambio radical de las criminales estructuras políticas, sociales, económicas que dominan el mundo), a los hombres y en particular a las mujeres, recuperar la noción de verdad, que es central para proponer un mundo humano que respete la dignidad sagrada de todas y cada una de las personas.

Dicho esto, miembros del grupo Profesionales por el Bien Común, especialmente mujeres, queremos poner de manifiesto la sin razón que actualmente nos están imponiendo a través de ministerios y  leyes promulgadas en contra de una amplia mayoría de la población. Queremos manifestar nuestro total alejamiento de un feminismo de estado que traiciona las luchas históricas emprendidas por las mujeres.

El estado, junto con la universidad, planes de estudio, empresas multinacionales, a través de sus fundaciones y ONG´S  subvencionadas con cuantiosas sumas de dinero se encuentran al frente de este feminismo convertido hoy en «religión política».

El estado, junto con la universidad, planes de estudio, empresas multinacionales, a través de sus fundaciones y ONG´S  subvencionadas con cuantiosas sumas de dinero se encuentran al frente de este feminismo convertido hoy en «religión política».

Nos excluimos de un feminismo que ejerce como grupo de poder y presión. Dice «defender a las mujeres», viviendo y medrando de ello,  mientras que con el lenguaje y la imposición de la ideología de género, pretende  la invisibilidad de las mujeres y sustituirlas por un género, que niega la existencia de hombres y mujeres, y afirma que solo existen sujetos que pueden cambiar de conducta y apariencia indistintamente. Está todavía por explicar cuándo y cómo las mujeres hemos otorgado a esta corporación de poder la facultad y el derecho de representarnos y hablar en nuestro nombre.

Como «grupo de trabajo sobre las mujeres» de Profesionales por el Bien Común, pedimos al gobierno que se dedique menos, más bien nada, a potenciar toda la ideología neocapitalista, y más a la razón, inteligencia, humanismo, verdad y a defender una postura moral y ética ante la vida. Y,  si no,  que no se hagan llamar de izquierdas cuando realmente no están defendiendo los intereses de los oprimidos, del pueblo llano, siendo simples «mascotas» de la ideología neocapitalista, expandiendo sus sistemas doctrinales y dogmáticos.

Estamos hablando claramente de la imposición, por parte del gobierno, a través del Ministerio de Igualdad, con la ministra Irene Montero al frente, de la ley sobre la Transexualidad.

Esta ley, sigue la trayectoria de crear individuos aislados, materialistas, fácilmente manipulables; imponiendo una antropología particular  que reduce al hombre y a la mujer a los vaivenes culturales del momento, al deseo, negando la naturaleza humana y presentando una  visión dualista cuerpo-espíritu. Se trata de modificar el cuerpo según los deseos de cada uno. La ley Trans es un constructo engañoso que si nos la imponen como ley tendrá unas consecuencias sociales y personales muy graves.

Esta Ley que no busca el bien de la persona transexual, al ignorar toda evidencia científica,  está solo al servicio del deseo y de una ideología que los deja inmersos en un balanceo permanente. Ni ética médica, ni ciencia, ni búsqueda del bien,  sino imposición ideológica. Las personas transexuales merecen todo el respeto y ayuda como personas con dignidad que son, no así la ideología biopolítica que quiere instrumentalizar su situación. Es ética y moralmente rechazable que grupos de presión utilicen a los niños como campo de expansión de su ideología.  Estamos viviendo en una sociedad trastornada donde el sentimentalismo  y el deseo están anulando a la razón. El derecho a decidir sobre el propio cuerpo se impone ante cualquier otro derecho, lo ideológico domina frente a la verdad al servicio de los intereses de los poderosos.

Uno de los países más ultraliberales como es Holanda, en su protocolo de la Disforia de Género en la infancia pone énfasis en tratar y abordar los problemas emocionales y conductuales de los niños y las familias antes de modificar la identidad de género. Se opone a comenzar terapias que puedan ser irreversibles en los menores.

La ley no puede eliminar algo esencial de la persona humana como es que el sexo está inscrito profundamente en el cuerpo. La identidad sexual no es opcional, sino que viene determinada genética y hormonalmente. No es legítimo imponer en una sociedad democrática desde la fuerza de la ley una visión de la sexualidad de forma coactiva. La visión de la sexualidad desde la perspectiva de género no es un dogma que hay que aceptar sin protestar. La ley no puede eliminar la realidad biológica de la sexualidad.

Volvemos a repetir, por activa y por pasiva, detrás de esta ideología hay un negocio inmenso manejado por un nuevo patriarcado (llamado estado actual) y por las estructuras neocapitalistas. Hace ya mucho tiempo, que en nombre de la igualdad, se ha instalado en el lenguaje académico y político la absurda falacia del término género, ya no existe hombre y mujer, somos únicamente múltiples géneros, individuos indefinidos que no tenemos ni sexo ni existencia corporal, es un nuevo espiritualismo que nos ha convertido a todos en  entes adaptables a cualquier propósito.

Este lenguaje que parecía no trascendental ha descubierto los verdaderos propósitos de tales cambios del lenguaje: A la «libertad» de escoger sexo , le sigue la «libertad» de escoger prostituirse, y avanzando en «libertades»,  pretende fabricar niños a demanda en los vientres de alquiler de otras mujeres (normalmente empobrecidas) de las que disponen como si se tratara de ganado. Alquilar úteros femeninos  para producir niños y niñas para el propio disfrute como si fueran un objeto más que añadir a sus posesiones. Total,  son ingeniosos inventos que lo mismo sirve para defender el negocio de la prostitución, que el negocio de la salud, el negocio de las farmacéuticas, que el negocio de los vientres de alquiler. Así se despolitizan y banalizan los verdaderos valores que sustentan  la defensa de los Derechos Humanos y en especial la defensa del derecho a la vida.

¿Es esta la sociedad que queremos?, NO y mil veces NO.

No vamos a permitir esta tropelía de leyes contra la vida. Las mujeres en  nuestra naturaleza somos portadoras de VIDA, no de muerte, ni de leyes que generan un gran sufrimiento.

Los objetos son manipulables, los seres humanos NO. Decir la verdad es un acto de amor. El manipulador quiere reducir las personas a objetos, aniquilando así al pueblo, para reducirlo a masa sin conciencia solidaria, fácilmente manipulable. Hagamos posible una cultura, una conciencia y opinión pública solidaria al servicio de la persona, de todas las personas. Al servicio del Bien Común.

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