LAS BIOIDEOLOGÍAS DEL SISTEMA NEOCAPITALISTA

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Observatorio de Biopolítica

Grupo de Sanidad y Biopolítica de Profesionales por el Bien Común

PARTE I

El grupo de trabajo de Sanidad y Biopolítica de Profesionales por el Bien Común ha coordinado una serie de trabajos sobre la estructura ideológica del sistema neocapitalista actualmente hegemónico en el mundo. Estos trabajos aparecen publicados previamente en Ediciones Voz de los sin Voz bajo el título La humillación posmoderna del ser humano. Bioideologías del sistema neocapitalista.

                  El trabajo es un todo cuyas partes están orgánicamente vinculadas:

Un contexto político y cultural cuyo objetivo es situar el tema en el panorama ideológico del momento actual.

Exposición sobre que son las bioideologías y la biopolítica en el contexto filosófico de la Modernidad y la posmodernidad.

La Ideología de Género.

El eco-capitalismo

La Ideología de la Salud

El trans-posthumanismo

Finalmente, una última reflexión sobre el concepto de psicopolítica en relación a las características de las más modernas formas de ejercicio del poder

OBJETIVO

El objetivo es analizar y comprender la estructura ideológica del sistema capitalista actual, que está configurando globalmente la existencia de toda la humanidad, para poder responder adecuadamente a los desafíos del mismo y trabajar en la consecución del Bien Común con esperanza, realismo y determinación.

Tras la caída del comunismo a finales del siglo XX, la crisis financiera de 2008, la revolución biotecnológica, la pandemia del Covid 19 y la guerra de Ucrania, no cabe la menor duda de que estamos asistiendo a un cambio de época. Esto implica que la incertidumbre, la complejidad y el dinamismo de los acontecimientos exija un esfuerzo colectivo de discernimiento que no podemos rehusar hacer.

La estructura ideológica del sistema capitalista actual es compleja, a veces aparentemente contradictoria y lleva a muchas personas y colectivos sociales que pretenden trabajar por el Bien Común de la humanidad a servir, en contra de su voluntad, a los intereses de este nuevo capitalismo. Así, por ejemplo, nos encontramos personas que intentando salvar la vida en el planeta defienden el concepto de sostenibilidad que perpetúa un sistema económico que destruye la existencia y la vida de millones de seres humanos. O personas que reniegan del sistema capitalista por la explotación del mundo del trabajo que intrínsecamente implica y sin embargo, favorecen el desarrollo de los llamados derechos sexuales y reproductivos que son sistemáticamente promovidos y financiados por las grandes corporaciones neocapitalistas. Y también nos encontramos personas y colectivos que rechazan las leyes biopolíticas que legalizan los atentados contra la vida naciente y terminal y sin embargo aceptan y defienden al sistema capitalista que promueve dichas leyes de manera implacable a nivel global.

En la base de esta manipulación ideológica y cultural están las llamadas bioideologías que lo penetran todo transversalmente (la educación, la sanidad, las relaciones sociales, los medios de comunicación, etc.) y que están vinculadas orgánicamente.

En nuestro trabajo vamos a analizar el concepto general de bioideología y también vamos a profundizar en las tres principales bioideologías: la ideología de género, el eco-capitalismo y la ideología de la salud. Las tres convergen, sirven de puente y se integran en la gran bioideología del capitalismo del siglo XXI que es el trans-posthumanismo que podría ser considerada como el intento de una religión secular de ámbito universal. Finalmente, queremos también integrar una aproximación al nuevo tipo de poder político que se está fraguando en estos momentos y por ello vamos a abordar el concepto de psicopolítica.

CONTEXTO POLÍTICO Y CULTURAL

                  Actualmente estamos asistiendo a una revolución biotecnológica capitalista cuya impronta totalitaria se manifiesta de manera novedosa respecto a totalitarismos anteriores porque se cree capaz de reducir y transformar la naturaleza humana, incluida la conciencia.

                  El poder del capitalismo tecnológico actual ha demostrado ya la capacidad de condicionar, tanto en extensión como en intensidad, las conciencias personales y la conciencia de la humanidad. Y todo con una meta nada novedosa: controlar cuantitativa y cualitativamente a toda la población del planeta, modelar la conducta humana en aras de sus propios intereses de lucro y poder. Para ello, se utilizan diversos medios materiales e inmateriales: toda una arquitectura tecnológica ubicua, las bioideologías mencionadas, que atentan gravemente contra la vida y dignidad humanas y que imponen unas formas de vida materialistas, hedonistas e individualistas y un elenco de leyes biopolíticas (aborto, extranjería, eutanasia, eugenesia, covid, de gestión de datos,) que van cercenando y limitando los derechos humanos.

Crisis global

                  Son innumerables los estudios que señalan que la actual crisis global es de naturaleza estructural y que está suponiendo un auténtico cambio de época. El hecho más significativo de esta situación es la denominada, bajo diferentes formas, Revolución Tecnológica Capitalista, que está transformando toda la realidad:  las relaciones sociales, el sistema productivo, la cultura, las relaciones geopolíticas, etc.

                  El capitalismo no es solo un sistema económico. Es todo un sistema integral portador de una cultura, de una moral y una antropología que es imprescindible conocer para entender su esencia, sus objetivos y su dinamismo. Liberalismo, materialismo, individualismo, relativismo utilitarista y hedonismo son características esenciales del capitalismo.

                  Este sistema se podría definir como la supremacía impuesta del factor material (objetivo), capital (dinero, tecnología, etc..) sobre el factor humano (subjetivo), trabajo (siempre vinculado a la persona humana). Aunque el capitalismo está en permanente transformación, sus principios básicos (lucro, máximo beneficio, productividad, competencia, etc.) siguen vigentes.

                  Tal vez lo más complicado de afrontar de la situación actual es que nos estamos encontrando con fenómenos que por su naturaleza, magnitud e intensidad son difícilmente comparables con fenómenos anteriores y nos pueden estar faltando todavía recursos mentales para poder nombrar y comprender el alcance de las transformaciones que están sucediendo. La disrupción científico tecnológica provocada por el capitalismo tecno-financiero, combinada con las diferentes crisis estructurales, geopolíticas, económicas y biosanitarias, ha generado una gran transformación del paradigma capitalista anterior.

Capitalismo y control de población.

                  El capitalismo entendido como supremacía del capital sobre trabajo-vida, es decir sobre el ser humano, es un sistema inmoral independientemente de la ideología política (liberalismo, comunismo…) que respalde a dicho capitalismo. Tanto el capitalismo liberal como el capitalismo de estado son moralmente inaceptables, aunque haya diferencias objetivas entre ellos. Lo correcto sería un sistema en que el factor capital estuviera al servicio del factor subjetivo, es decir, del trabajo, de la vida, de la persona humana integral.

                  Esta inmoralidad implica que el capitalismo siempre se ve naturalmente obligado a controlar de forma totalitaria a la población para mantener su supremacía. Desde el primer capitalismo de finales del siglo XVIII hasta la actualidad se han desarrollado diferentes estrategias económicas, políticas, sociales y culturales para dicha pretensión. No es casualidad que los principales impulsores del control demográfico, del aborto, de la eugenesia, de la eutanasia, de la ideología de género, del hambre, de la miseria o incluso genocidios, es decir, de todas las variantes de control poblacional, son las élites capitalistas.

Guerra de los poderosos contra los débiles.

                  Los atentados contra la vida naciente y terminal, las agresiones al matrimonio y a la familia, las guerras por el control político y económico, la explotación laboral, la precariedad laboral, el hambre, la miseria, etc. constituyen un elenco orgánico que se puede considerar como una auténtica guerra de los poderosos contra los débiles.

                  Los empobrecidos, los enfermos, los viejos, los niños que no sean productivos o útiles están en el punto de mira del sistema que no dudará en eliminar o descartar mediante cualquiera de los mecanismos a su disposición. La tan defendida prosperidad de ciertas sociedades llamadas desarrolladas ha sido siempre a costa de sectores enteros de población que han sido literalmente sacrificados.

Capital sobre trabajo- vida

                  El conflicto capital trabajo-vida ya hemos señalado que es una de las claves fundamentales del sistema capitalista. El trabajo representa la dimensión subjetiva del sistema productivo, es decir, a la persona. En estos momentos está sometido como nunca a la dictadura de un capital que sigue con la pretensión de sacar el máximo beneficio y de eliminar su naturaleza solidaria. La revolución tecnológica no solo no ha disminuido la explotación y la degradación laboral sino todo lo contrario. La agresión laboral se ha incrementado debido a la hiperconectividad que ha convertido el espacio-tiempo laboral en un laboratorio permanente de dominio y explotación. Al mismo tiempo, con la misma tecnología, el capitalismo ha sabido auto transformase para ir conquistando zonas cada vez más profundas de la estructura bio-psicológica del ser humano y someterlas al mismo principio de máximo beneficio. Por ello, la cuestión antropológica ha redimensionado toda la cuestión social.

La cuestión antropológica, centro de la cuestión social

                  La explotación económica y la dominación política están siendo reconfiguradas especialmente en este momento por el intento de imposición de un modelo de ser humano concreto, intrínsecamente coherente con el sistema capitalista. El reduccionismo antropológico es la clave de la nueva cuestión social ya que se trata de fundamentar culturalmente todo el sistema sobre este reduccionismo. Reduccionismo que afecta a todas las dimensiones, pero fundamentalmente a su dignidad. El ser humano se reduce a individuo de una especie animal, o se reduce a material biológico, o se reduce a datos, etc. de tal forma que sea manipulable, cuantificable, sustituible, descartable, explotable… según en el contexto en el que se encuentre. Con el grado de la actual revolución biotecnológica el sistema cree posible transformar la naturaleza humana.

Un mundo dominado por estructuras de pecado. Víctimas y verdugos al mismo tiempo.

                  La situación actual del mundo no es entendible si no comprendemos la extensión y profundidad del mal que lo acecha. El mal y la injusticia están institucionalizados globalmente. El mal y la injusticia son fruto de la responsabilidad personal pero no hay que ignorar que adquieren una dimensión nueva cuando se configuran institucionalmente porque entonces entran en juego mecanismos muy potentes que hacen que la injusticia funcione casi de forma automática e implacable y con una extensión y profundidad formidable. Este carácter estructural y automático se ha incrementado con el poder de la revolución tecnológica. Lo más significativo de las estructuras de pecado es justamente su capacidad de estructurar el campo de acción personal y social de tal forma que en el momento actual todos estamos sometidos al campo de actuación del capitalismo digital y somos al mismo tiempo víctimas y verdugos. Nuestro lugar en la estructura hace que siempre tengamos por debajo a alguien más débil del que nos beneficiamos y sobre el que podemos descargar las frustraciones de nuestra herida como víctimas. De esta forma todos somos cómplices en algún grado. El mecanismo es perverso.

Revolución biotecnológica. Singularidad.

                  La fase histórica en la que no encontramos, ya se ha insistido, es una revolución tecnológica capitalista que está afectando a todas las facetas de la existencia de forma que el capitalismo sea máximamente beneficiado. Podría ser de otra forma, pero nos quieren hacer ver que las transformaciones bio-tecnológicas tienen una naturaleza determinista, de inevitabilidad y que solo cabe aceptarlas. Es toda una nueva ideología impuesta desde el poder para aumentar los niveles de dominio, explotación y alienación hasta el grado en que la injusticia deje de ser un problema moral para convertirse en una imperfección de la condición humana que se solventará desde una nueva organización social basada en la tecnología. Los algoritmos ajustarán de manera permanente y en tiempo real toda la realidad. Llegará un momento, no muy lejano, en que la racionalidad humana será sobrepasada totalmente (singularidad) por la denominada inteligencia artificial o inteligencia de las máquinas. Para que ello sea así se necesita una cantidad ingente de datos de toda la realidad. Todo, especialmente los seres humanos, en todos sus niveles, tienen que estar conectado para mandar información y para recibir ordenes de actuación. Pasado, presente y futuro deben estar sometidos a un conocimiento total. La humanidad habrá pasado a un nuevo “totalismo” de naturaleza diferente a lo hasta ahora conocido y de consecuencias inimaginables de momento.

Nuevo sistema totalitario. La colonización de la naturaleza humana

                  La revolución tecnológica capitalista tal y como se está desarrollando está generando un nuevo poder que sobre todo se basa en esta captura de toda la existencia humana. La dimensión bio-psíquica puede conocerse tanto en extensión como en profundidad de tal forma que pueda predecir y moldear el comportamiento humano con unos porcentajes de incertidumbre muy bajos. El nuevo “totalismo” a diferencia del totalitarismo del siglo XX no se basa en la violencia y el asesinato como formas de doblegar el alma humana, sino que esta va a ser conquistada silenciosamente desde los niveles más profundos (deseos, emociones, sentimientos) a través de la acción de múltiples tecnologías digitales que van a penetrar toda la realidad.  Los seres humanos personal y colectivamente considerados deben rendir su voluntad hasta el punto de que ignoren que su voluntad, que sus pensamientos, que sus deseos ya no son suyos. Para que esta estrategia sea máximamente eficaz (política y económicamente) cada ser humano debe estar directamente expuesto a este nuevo poder, sin intermediarios sociales, y su existencia debe ser fragmentada.

                  Todo lo que se interponga entre el poder y el “individuo” y su interior debe ser suprimido. Todas las instituciones intermedias que conformaban y protegían al ser humano, fundamentalmente la familia, pero también la dignidad profesional y política, deben eliminarse, subordinarse, o degradarse.  En el mismo sentido, la unidad existencial de la persona humana que proviene de la orientación vocacional hacia el bien de su naturaleza moral también debe ser destruida de tal forma que proliferen todo tipo de conflictos existenciales que debilitan al ser humano haciéndolo más vulnerable y que además proveen al poder económico-político, a través de la arquitectura digital ubicua, de materia prima conductual.

INSTRUMENTOS AL SERVICIO DEL NUEVO TOTALITARISMO

Las bioideologías

                  Son ideologías de la posmodernidad cuyo objetivo fundamental es ir moldeando la conciencia y la existencia del individuo del capitalismo digital. Se han venido desarrollando progresivamente a lo largo del siglo XX y finalmente se han ido conectando mutuamente de forma orgánica levantando un puente de acceso a la gran ideología-religión secular del trans/posthumanismo.

        Las bioideologías más significativas por su carácter totalizante son:

        La ideología de género que pretende degradar y destruir la naturaleza solidaria de la sexualidad binaria, varón y mujer, del ser humano, provocando una herida de enormes efectos destructivos. La diversidad sexual y la tolerancia es la mentira utilizada para ello.

        El eco capitalismo es la bioideología que intenta ejercer el control demográfico que el capitalismo necesita para seguir expoliando la naturaleza y a las diferentes poblaciones empobrecidas del planeta, que son la inmensa mayoría. La mentira utilizada para ello es la denominada sostenibilidad y el llamado cambio climático. Con ella también se está gestionando un cambio total de todo el sistema energético y productivo.

        La ideología de la salud es aquella que, con un concepto de salud materialista y utilitarista, implementa a mayor velocidad las leyes biopolíticas más disruptivas. Tiene un gran nivel de aceptación y por tanto de penetración como se está viendo con la crisis Covid.

        Las tres se basan en un elemento biológico que se utiliza como ariete para ir moldeando la conciencia social. El nivel de financiación de estas bioideologías desde corporaciones multinacionales y organismos internacionales es brutal, lo que demuestra la importancia de las mismas.

        Estas bioideologías totalizantes se combinan transversalmente con la denominada ideología woke que es una falsa doctrina sobre la justicia social que sirve para imponer una dictadura intelectual al mismo tiempo que fracciona y divide la sociedad en función de criterios raciales e identitarios. Paradójicamente, cumple un papel divisorio semejante al supremacismo nacionalista.

        Al final todo converge en la instauración de una ideología-mentalidad-religión trans/posthumanista que trata de doblegar la naturaleza humana y ponerla servicio del capitalismo digital.

Destrucción y/o degradación de las estructuras solidarias que conforman al ser humano

                  El capitalismo, desde siempre pero ahora con mayor intensidad, para doblegar al ser humano ha ido perfeccionando una estrategia integral. Su otro pilar, siendo el primero descrito el de su intento de imponerse ideológicamente, consiste en destruir o degradar las estructuras, instituciones o tradiciones solidarias que conformarían a la persona en todas sus dimensiones. De esta manera, la persona (que no puede ser definida sino en su dimensión relacional solidaria) debe quedar reducida a individuo, a dato, a material biológico….

                  No hay ninguna casualidad en el ataque sistemático y radical a esta dimensión relacional solidaria constitutiva de la persona. En primer lugar, y especialmente, a la sexualidad, que tiene un mensaje moral inscrito orientado hacia la vida y la solidaridad. En el mismo sentido el sistema capitalista ataca, degrada y destruye al matrimonio y la familia como escuela de amor y solidaridad. También es combatido el mundo del trabajo porque mediante el trabajo solidario y la vocación profesional cada ser humano recrea la realidad física y social, incluido el mismo, con autonomía y libertad. Finalmente, también se corrompe el compromiso y la entrega religiosa y política por el Bien Común. La sociedad no debe evolucionar y promocionarse como pueblo- fraternidad sino como masa atomizada, y, en consecuencia, en “algo” muy vulnerable y moldeable por el poder. El capitalismo digital, debido a la tecnología, ha incrementado su potencia destructora mediante la combinación simultánea de la extensión, la individualización y la intensidad.

Desarraigo existencial. La destrucción y/o degradación de los vínculos fundantes y fundamentales

                  Como consecuencia de la degradación y destrucción de las instituciones y estructuras intermedias entre el poder y el sujeto, los vínculos que unen y dan consistencia a las personas se diluyen trágicamente de tal forma que el ser humano pierde el contacto auténtico con la naturaleza, con el territorio y su geografía, con la familia y los vecinos, con la historia y con la tradición. Los vínculos de maternidad, paternidad, filiación, fraternidad, amistad, solidaridad, mismidad se licuan, se evaporan y el sujeto queda solo, aislado y roto frente al poder. No es de extrañar que el sujeto, alienado, enajenado y roto, adopte las adicciones, la evasión y en cierta manera el suicidio autodestructor, como propuestas del sistema frente a tanto dolor ontológico.

                  El sujeto y la sociedad en su conjunto entra en una realidad líquida, eventual, variable, inconsistente. Un modo de navegación infinita que impide cualquier tipo de promoción humana liberadora.

                  Pero también es fundamental romper como sea con la historia y con la tradición de tal forma que el sujeto quede colgado en el aire y desconozca las experiencias de liberación y promoción humana anteriores. Se trata de convertir cada persona en una especie de paracaidista extraño, ignorante y temeroso arrojado sobre la existencia.

                  La ruptura con la historia y con la tradición es complementada y reforzada con la eliminación de la esperanza y del sentido. Cuando se suprime la capacidad proyectiva y de sentido del ser humano se puede decir que está totalmente sometido. La impotencia, la resignación se apoderan de todo.

La nueva gobernanza total

                  El nuevo sistema totalitario o totalista también hace una propuesta política. Observamos con la misma preocupación y angustia una nueva forma de gobernanza que está en proceso de definición. Ya podemos vislumbrar una relación (que tampoco es novedosa) explícita y mucho más visible entre el Estado y el poder económico privado. Esto es debido fundamentalmente al papel político-social determinante que está teniendo la revolución digital cuyo conocimiento hiper-especializado está en manos de las grandes corporaciones tecno-financieras. Al mismo tiempo, estas corporaciones, que son las que ocupan el nivel primero en la toma de decisiones, necesitan de la legalidad y el monopolio de la violencia que proporciona el Estado para controlar a la población.

                  El modelo chino se ha presentado últimamente como el más eficaz y adecuado para el nuevo capitalismo tecno-financiero. Sin embargo, la cultura occidental es difícil que acepte el nivel de control social explícito de las sociedades orientales. Las sociedades de cultura liberal han desarrollado un sistema de legitimación social complementario de los niveles corporativo y estatal. Tanto las corporaciones como el Estado deben ser aceptados por la sociedad de la forma más amplia posible y para ello es fundamental el papel cultural e ideológico que juega la denominada sociedad civil capitalista, formada sobre todo por fundaciones, plataformas y ONGs que utilizan fundamentalmente las bioideologías para lubricar todo el aparato corporativo-estatal de toma de decisiones.

La algoritmización de la vida. La predicción y determinación de la conducta individual y social.

                  La actual revolución digital capitalista está estructurando la realidad, por tanto, de una manera global e integral, coherente con sus objetivos estratégicos. Otro de los instrumentos que pone al alcance de este objetivo es la subordinación de todo a la inteligencia de máquinas mediante el empleo de algoritmos previamente diseñados que automatizan toda la toma de decisiones, incluidas las sociales, siguiendo los criterios de los que tienen la capacidad tecnocientífica necesaria.

                  La aceptación social acrítica de esta nueva cultura desactiva el compromiso político y debilita la democracia porque se transmite la idea de que la tecnología puede ofrecer la solución a cualquier problema e injusticia. Se despersonaliza la toma de decisiones lo cual hace que se desconozca quien detenta realmente el poder real.

                  La algoritmización total de la sociedad es de una extensión y profundidad tal que se puede hablar de que adquiere una naturaleza semejante a la ley y constituye una autentica dictadura contra los sectores más débiles y empobrecidos de la sociedad.

                  Por tanto, una de las claves más importantes del actual modelo capitalista biotecnológico es que es capaz, según sus especialistas, de analizar, predecir y moldear la conducta humana tanto individualmente como colectivamente. Las grandes corporaciones tecnológicas han desarrollado un modelo masivamente financiado y recompensado por los fondos financieros que se basa en la extracción permanente y ubicua de información conductual de las personas y de las sociedades. Ya no se trata de obtener información legal que sirviera para mejorar productos y servicios, sino una información conductual (excedente conductual) que convenientemente analizada y tratada, proporciona un conocimiento cada vez mayor y más profundo de cada persona y del conjunto de las poblaciones. En este sentido hay una auténtica carrera o guerra por capturar esos datos al precio que sea y de la mejor calidad posible.

                  Se ha descubierto que los mejores datos son aquellos que proporciona la gente cuando desarrolla su vida con normalidad y no cuando están conectados directamente a un ordenador. Por ello se está imponiendo una arquitectura digital ubicua que recoja datos de toda experiencia humana y con ello se alimente la inteligencia de máquinas que irá automejorándose cuantos más y más variados sean los datos y, sobre todo, cuando provengan de los niveles más profundos de la naturaleza humana (sentimientos, emociones, deseos).

                  Este conocimiento permite unos niveles de predicción conductual enormes que se aproximan a la certeza; se ha superado el nivel de la predicción y se ha pasado al nivel del condicionamiento o determinación o moldeamiento de la conducta. Ya no solo se recogen de manera ilegal datos personales violando la privacidad de las personas, sino que se está eliminando la libre voluntad sin que la gente se dé cuenta. La naturaleza proyectiva del ser humano hace que el capitalismo digital pretenda conquistar hasta los deseos más íntimos.

                  Los rendimientos económicos del consumo dataista son brutales y el potencial político totalitario también. Esta estructuración digital de toda la realidad física, biológica y psicológica permite controlar el pasado, el presente y el futuro de cada persona y del conjunto social. Si estás “conectado”, nada escapa. Sólo falta que tampoco haya alguien que fuera de la “red”. 

                  Lo repetimos, como un soniquete que no debe olvidarse. Se ha generado un nuevo tipo de poder totalista o totalitario que no utiliza la violencia física ni el asesinato masivo para controlar, sino que silenciosamente va colonizando toda la realidad incluida la naturaleza humana.

                  La individuación y el aislamiento que se está produciendo ha convertido la sociedad en un enjambre digital donde las relaciones y vínculos reales se sustituyen por relaciones digitales virtuales. Cada ser humano es deconstruido, fragmentado para provocar un torrente de sensaciones, sentimientos, crisis que le debiliten al mismo tiempo que sea una fuente de beneficios económicos.

                  La sociedad, masa atomizada de individuos, se segmenta ahora con criterios de control. Aparecen, en este enjambre, las tribus de comportamiento semejante. El nuevo poder podrá tener, ya lo tiene en gran medida, acceso directo a cada colmena, a cada tribu, a cada persona y a cada conciencia. Toda la existencia va a cambiar, está cambiando y no podemos imaginar la evolución que va a tener este nuevo poder y las consecuencias que va a provocar. Podemos entrever algo de ello en el sistema de crédito social que ya está funcionando en China. Algo parecido podría empezar a implantarse en occidente, aunque lógicamente de forma diferente debido al diferente estrato cultural.

Expropiación social del cocimiento, reducción del lenguaje y control del pensamiento

                  Otra de las claves de cómo se ha configurado este nuevo poder es la desigualdad radical en el control del saber y del conocimiento. El conocimiento científico-tecnológico que está en la base de este nuevo poder no solo no se socializa sino todo lo contrario. Hay un volumen brutal de información abierta donde todo está mezclado en la más absoluta indiferencia, pero al mismo tiempo hay un saber y conocimiento tanto teórico como práctico monopolizado por parte de las grandes corporaciones-estado del que la sociedad está ausente. Este conocimiento se oculta detrás de la información abierta y es quién realmente gestiona la digitalización totalista. Este fenómeno crece de forma exponencial y al mismo tiempo va produciendo una descapitalización del conocimiento del conjunto social cuyos niveles educativos, culturales y profesionales van en disminución acelerada. Por tanto, se va produciendo una polarización del aprendizaje que acentúa brutalmente las desigualdades (sociales, económicas y políticas) mucho más que en la etapa industrial y de servicios del capitalismo anterior.

                  Al mismo tiempo que se implante la polarización del aprendizaje, hay una deliberada degradación del lenguaje y del idioma, hablado y escrito. Es escandalosa la disminución del vocabulario, del conocimiento y de la utilización de los conceptos filosóficos. Todo ello implica la incapacidad creciente por parte de la gente para razonar, argumentar y pensar. La hiperconectividad digital desde la infancia está limitando el desarrollo cognitivo de las nuevas generaciones que se muestran cada vez más incapaces de comprender y expresar la realidad que les acontece empezando por la de ellos mismos. Tal vez esta sea la principal agresión del sistema educativo general.

                  Este reduccionismo es una garantía de perpetuación del poder porque las élites sí reciben una formación científico humanista integral en intensidad al margen de la hiperconectividad.

Las nuevas legislaciones biopolíticas

                  Una de las formas más importantes de moldear la conciencia social y de legitimación siempre ha sido la legislación. Inconscientemente se acepta en democracia de manera generalizada que toda ley positiva es básicamente buena y ello porque se identifica bondad y legalidad.

                  Con la legalización acelerada de ciertas prácticas biopolíticas y sobre todo de su reconocimiento como derechos humanos (aborto, eutanasia, eugenesia,) se desactiva todo debate social. La operación se completa con la inclusión de estos nuevos falsos derechos en el contenido de los programas educativos oficiales. La oposición a estas prácticas biopolíticas se deslegitima automáticamente más si cabe con todo el aparato mediático de la sociedad civil capitalista. Finalmente, la llamada pendiente resbaladiza hace el resto. En una generación, como mucho, el aborto, la eutanasia, la manipulación embrionaria, … se considerarán normales.

                  Pretendemos profundizar en un aspecto clave del nuevo capitalismo, las bioideologías, que no se puede entender sin el contexto que acabamos de describir.

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