La pesadilla “orwelliana” del reconocimiento facial y otras…

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El avance tecnológico en aspectos como el reconocimiento facial crece en la misma manera que la cultura actual nos impone que somos personas en cuanto somos reconocidos como tales en las redes sociales; un like o incluso no like, nos hace ser alguien. Una imagen nuestra en vacaciones subida a Facebook o a Instagram vale 20 likes…¿¡es un buen precio!?

Al margen de esta ironía, hemos de decir que los primeros en aplicar este tipo seguridad del reconocimiento facial, a parte de los gobiernos (policías), han sido los casinos y “casas de juego”, por aquello de limitar el paso a los posibles deudores del juego. El dinero se mueve en la seguridad.

Los estados están implementando políticas de seguridad como la del reconocimiento facial, y de temas como este poco se sabe, sobre todo respecto a privacidad de las personas. Bajo el manto del terrorismo global (para estar más seguros) se esconde la inseguridad de quién maneja los datos de «mi vida». Muchos gobiernos hacen filtrados y ocurren cosas como estas: Te puede visitar la policía china porque el algoritmo falló y le identificó erróneamente. O en Estados Unidos, fallos en distintas ocasiones, con varios ciudadanos afectados en 2015, según ha admitido la policía de Nueva York… y un largo etc. que no conocemos.

Es cierto que tiene utilidades varias, como la de desbloquear nuestro teléfono móvil poniendo nuestro rostro como imagen, pero…

En China, uno ya puede escanear el rostro con la aplicación de móvil Xiaohua Qianbao y pedir un préstamo al banco virtual operado por Xiaohua; acudir a un Kentucky Fried Chicken de la ciudad de Hangzhou y pagar con una sonrisa —Smile to Pay, sonríe para pagar, es el último sistema desarrollado por la aplicación de pagos online Alipay… Paradójicamente, o quizás no, el país asiático es uno de los que más apuesta por la inteligencia artificial, siendo todavía un país sin libertades, o al menos las que entendemos en nuestros países “avanzados”. Y China ya dispone de una con 1.000 millones de fotos de sus ciudadanos, la más amplia del mundo.

El mercado del reconocimiento facial mueve ya más de 3.300 millones de dólares (2.800 millones de euros) en el mundo y podría llegar a 7.700 millones de dólares en 2022, según la consultora MarketsandMarkets. Bancos, compañías aéreas, de telefonía, fabricantes de ordenadores, todos se abren a esta nueva forma de identificación biométrica que supone un salto adelante frente a la huella dactilar y el iris.

Lo preocupante del tema es el grado de penetración y el maridaje que han tenido las redes sociales con los gobiernos y otras corporaciones, cediendo datos sensibles, y negociando en último caso con sus cuotas de poder tecnológico a la hora de intercambiar información por aspectos regulatorios, legislativos o incluso impositivos. Las mismas redes sociales han creado un clima de “libertad de elección en la cesión de mi vida” en datos que no tiene parangón.

Podemos dejar nuestro móvil en casa, apagarlo para ir de vacaciones, pero nuestro cuerpo (imagen, genética..) se moverá soltando metadatos por el mundo, y como en una “pesadilla orwelliana”, alguien estará para captarlos.

¿Somos políticamente conscientes?

Alberto Mangas

Profesionales por el Bien Común

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