El arte de los primeros pasos

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Sin duda el cultivo de la dimensión espiritual del profesional y de su trabajo es fundamental. Hay elementos de la vida que se escapan de lo que llamamos útil, eficiente, rentable, planificado,… pero que sin embargo sin ellos nuestro trabajo no sería verdaderamente humano. Normalmente decimos “ojos que no ven, corazón que no siente”, pero no es menos cierto que “corazón que no siente, ojos que no ven”. Un profesional, del ámbito que sea, si no cultiva la sensibilidad ante los problemas humanos va a ser incapaz si quiera de percibirlos por lo menos en toda su amplitud y profundidad y por tanto va a ser incapaz de afrontarlos adecuadamente.

Comparto la experiencia de mi médico de familia, una chica que independientemente del horario, atiende detenidamente a sus pacientes. Los retrasos en las citas se van acumulando y sabes que cuando vas al médico te tienes que llevar un libro para esperar sin embargo nadie protesta, nadie se cambia de médico, y todo el mundo reconoce el valor de su sensibilidad a la hora de tratar el dolor y la enfermedad.

Hoy os ofrecemos una oración de Antoine de Saint-Exupéry  que es un auténtico homenaje a la sensibilidad que todo profesional debe cultivar si desea  trabajar por el Bien Común.  Si no eres creyente, no te preocupes, la inteligencia del corazón es una facultad que tiene todo ser humano, y que nos hace poder compartir la auténtica espiritualidad profesional aunque venga de diferentes tradiciones.

 

No pido milagros y visiones, Señor, pido la fuerza para la vida diaria. Enséñame el arte de los pequeños pasos.

Hazme hábil y creativo para notar a tiempo, en la multiplicidad y variedad de lo cotidiano, los conocimientos y experiencias que me atañen personalmente.

Ayúdame a distribuir correctamente mí tiempo: dame la capacidad de distinguir lo esencial de lo secundario.

Te pido fuerza, auto-control y equilibrio para no dejarme llevar por la vida y organizar sabiamente el curso del día.

Ayúdame a hacer cada cosa de mi presente lo mejor posible, y a reconocer que esta hora es la más importante.

Guárdame de la ingenua creencia de que en la vida todo debe salir bien. Otórgame la lucidez de reconocer que las dificultades, las derrotas y los fracasos son oportunidades en la vida para crecer y madurar.

Envíame en el momento justo a alguien que tenga el valor de decirme la verdad con amor.

Haz de mí un ser humano que se sienta unido a los que sufren. Permíteme entregarles en el momento preciso un instante de bondad, con o sin palabras.

No me des lo que yo pido, sino lo que necesito. En tus manos me entrego.

¡Enséñame el arte de los pequeños pasos!

 

Carlos Llarandi Arroyo

Profesionales por el Bien Común

 

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