Combatir el suicidio, ese gran tabú de nuestro siglo, es una obligación

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Para algunos estudiosos del tema, el estilo de vida a fuerte velocidad unido a la crisis provocó un aumento del número de suicidios en España, que alcanzó en el año 2014 su máximo histórico con 3.900 casos registrados, según datos del INE.

El psicólogo Antoni Anseán, de la Sociedad Española de Suicidología, centró su estudio en el análisis de las ‘dolencias del siglo XXI’, depresión, ansiedad e insomnio, achacando estas enfermedades mentales a la fuerte exigencia individual a la que nos encontramos sometidos dentro de las sociedades modernas.

El psicólogo explicó en su momento al diario Público, el fenómeno que denomina “psiquiatrización de la vida cotidiana”, cuyos efectos obligan a la población a medicarse a causa de todos los problemas del devenir de la vida, desde la pérdida de un trabajo a la ruptura con una pareja, sin dejar pasar el duelo natural.

Según estos estudios la depresión, la ansiedad y el insomnio son los tres problemas de salud mental con mayor incidencia y prevalencia entre la población ¿qué factores se reúne en la sociedad occidental para que dé lugar a este tipo de dolencias de forma tan habitual?

Los datos de 2016 nos dicen que el suicidio se mantuvo como la primera causa de muerte externa, con 3.569 fallecimientos (un 0,9% menos que en 2015).

El suicidio, es un ‘tabú’ social y la primera causa de muerte entre los jóvenes.

El suicidio sigue siendo un tema ‘tabú’ en la sociedad a pesar de que es la primera causa de muerte entre los jóvenes varones de 15 a 29 años y duplica el número de víctimas mortales por accidentes de tráfico desde hace varios años.

Horizonte vital, proyecto de vida solidaria, profesional, con otros…

Les sitúe ante la profunda exigencia de una vocación,  una llamada que ponga sus vidas en el camino de la solidaridad y el Bien Común

Es fundamental que reconozcamos, la necesidad de los jóvenes, de tener un horizonte vital.  Una estrategia vital, que les permita ver más claro las agresiones de las que son objeto, en su vida profesional (trabajo), social y familiar; y también, les sitúe ante la profunda exigencia de una vocación,  una llamada que ponga sus vidas en el camino de la solidaridad y el Bien Común. Entre otras cosas porque este sistema, esta cultura, genera situaciones sin salida para los jóvenes.

Por otra parte hemos de reconocer que socialmente, la soledad, se ha convertido en la mayor epidemia de los países enriquecidos,  y nos está afectando gravemente. Ya que no existe “el otro”, como una alteridad necesaria para objetivar los problemas  que tiene la persona que sufre.

Por eso hemos de trabajar por una cultura, donde desde nuestras profesiones, la vida humana sea lo más maravilloso a cuidar. Procuremos que trabajos, tareas y diálogos entre nosotros sean sanadores para el hombre de hoy. Este es un combate que no podemos perder, como Profesionales por el Bien Común. Es una auténtica revolución, ante el totalitarismo que promueve la muerte.

Alberto Mangas

Profesionales por el Bien Común

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