Por la dignidad en el trabajo

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La ausencia de un trabajo digno al que acceder, es un ataque a la juventud, a los matrimonios que quieren mirar hacia el futuro con esperanza, y en definitiva a la familia. En un reciente informe de la OCDE sobre la evolución del empleo y su estado después de la gran recesión económica de 2008 y supuesta recuperación, se plantea claramente la degradación de una cuestión tan básica y necesaria en la sociedad.

La copa de supuesta abundancia -postcrisis de 2008 – no vierte a los lados. La famosa curva de Kunetzs, donde se retrasaba el reparto de la tarta tampoco hoy se cumple. Hay una gran porción de la población que se encuentra abocada a un círculo nada virtuoso de precariedad, temporalidad e inestabilidad en el empleo.

Aunque el empleo crezca en países como España o Grecia, entre otros, se hace patente que el empleo es de baja remuneración, incluso llega a bajar.

La OCDE, como otras organizaciones internacionales (FMI y BCE) y muchos economistas, reconocen la debilidad que están mostrando los salarios en los últimos años. Los países desarrollados han salido de la crisis y crecen con fuerza y, sin embargo, las remuneraciones no crecen de igual forma. Incluso hay países en los últimos ejercicios bajan, como España, donde el último dato sobre precios del trabajo divulgado hace una semana mostró una caída del 1,3%.

Esto ha llevado a la OCDE a lanzar una clara advertencia en la presentación de su informe anual sobre empleo, Outlook Employement 2018: “El desempleo ha llegado a niveles bajos en algunos países de la OCDE pero los salarios siguen estancados. A menos que los países rompan este círculo […] la desigualdad crecerá”, afirman.

La realidad está poniendo en cuestión la teoría clásica de la relación inversa entre la tasa de paro y la evolución de los sueldos. ¿Por qué? La OCDE ha dedicado el primer capítulo de su informe anual sobre el empleo a tratar de desentrañar este misterio: apunta a las bajas expectativas de inflación, a la debilidad de la productividad y al empuje del empleo a tiempo parcial involuntario, es decir, el subempleo. En este apartado España destaca. Casi el 10,5% de los asalariados trabaja menos horas de las que querría. Solo Italia, por encima del 13%, le supera.

Ambos países aparecen seleccionados en una tabla específica destacada por la organización en la que se aprecia que a finales de 2017 en Italia los sueldos bajaban más de un 1% en términos reales, esto es, descontada la inflación, y en España algo menos del 0,5%, respecto al año anterior.

En la nota específica sobre España de la organización dirigida por el mexicano Ángel Gurría se destaca que el mercado laboral español “tiende a ser inferior a la media de la OCDE en numerosos indicadores referentes a la calidad del trabajo”. Entre ellos destaca dos: la tasa de desempleo, históricamente alta en España y que ahora tras cuatro años largos de recuperación está por encima del 16%, y la alta incidencia de los contratos cortos. Sendos síntomas se traducen en un bajo nivel de seguridad en el empleo, “el segundo más bajo de la OCDE, después de Grecia”.

También apunta esta organización que en España “la pobreza es una fuente de inquietud”. “La proporción de personas que vive con menos del 50% del ingreso mediano [el que divide un conjunto en dos mitades iguales desde la mitad justa] es del 15,9%”. De nuevo solo Grecia tiene un dato peor.

Para mejorar la situación del mercado laboral, que todavía tiene una alta tasa de paro, la OCDE, como ha hecho en otras ocasiones la Unión Europea, pide a España que profundice en las reformas. Previamente defiende la reforma laboral de 2012, de la que dice que ha contribuido a crear empleo. Nada dice sobre el papel que ésta ha jugado en la devaluación salarial, pese a la advertencia previa acerca de la debilidad de los sueldos.

A esta situación se une la ya recordada en este blog sobre el ascensor social en España entre las distintas generaciones. La fosa de la precariedad y la exclusión es bastante profunda.

Como siempre cuando no se tienen ideas se centra la causalidad de la situación en la “flexibilidad en el despido” sin atajar las causas estructurales. Temas de fondo como el divorcio entre empresas y formación profesional, o el mismo abandono escolar de los jóvenes no son abordados en su justa medida.

El modelo productivo español basado en el sector servicios en el ámbito del turismo, sin dejar que la aportación de los profesionales tenga su verdadero “valor”, no deja de mantener un círculo vicioso que rebaja las posibilidades de profesionales y familias.

Estrujar a familias y trabajadores más precarizados, con la falsa promesa de que lo bueno vendrá, establece social y políticamente una brecha con los más favorecidos nada recomendable. Hemos de revertir esta situación se queremos ajustar la economía en el servicio del empleo (Trabajo). Empleo y trabajo de la mano, recuperar la dignidad de vivir del trabajo, para a la mantener la familia y promocionar a sus miembros, ¿hay mayor revolución?

 

 

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