Suicidio entre las madres primerizas en Japón

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Biopolítica.

Cuando la ideología se enfrenta a la realidad, la realidad aplasta a la ideología. Lo malo es el número de víctimas inocentes que se quedan por el camino. Las últimas estadísticas en Japón han puesto de manifiesto el desastre de no apoyar y promocionar adecuadamente a la familia en beneficio de un mayor rendimiento laboral y económico. En Japón la primera causa de muerte entre las mujeres embarazadas y madres primerizas es el suicidio. Sin embargo, paradójicamente, esto no ha provocado ninguna alarma social en el país asiático.

  Más del 30% de las mujeres embarazadas o madres primerizas que perdieron la vida entre los años 2015 y 2016, se suicidaron[1]. La causa inmediata parece ser la depresión post-parto, sin embargo un mirada más profunda apunta  las causas subyacentes de esta pandemia. Las madres más jóvenes están muy solas, carecen del sostén de la familia y de la comunidad y a eso se le suma normalmente la incomprensión de un marido que no quiere cambiar de vida.

El suicidio es uno de los problemas sociales más importantes de Japón desde hace más de 20 años. En 1998 el número total de suicidios superó los 30.000 alcanzando un máximo en 2003 con 34.000 muertos. En la actualidad las cifras rondan los 24.000. La mayoría son hombres y las mujeres ya alcanzan los 8.000 casos por año.

La causa fundamental de este desastre social es el radical individualismo de la sociedad japonesa que empuja a las personas al aislamiento. Ello ha provocado el derrumbe de la institución familiar.  A medida que la población de las grandes ciudades crece, las personas están cada vez más aisladas porque no existe la comunidad local y la familia ampliada. Cuando las personas afrontan problemas en la vida, no tienen a nadie a quien recurrir para pedir consejo.

En el caso del embarazo, lo tradicional siempre fue que las mujeres encinta y las mamás primerizas o que acaban de dar a luz, fueran sostenidas por la familia ampliada o por miembros de la comunidad. Esto ha dejado de existir. Es por eso que las mamás que acaban de dar a luz no saben dónde pedir ayuda para criar a sus hijos, más allá de los sitios de Internet. Buscar consejos por Internet es muy popular en el Japón de hoy pero no hay un vínculo humano implicado en ello.

En el sistema familiar japonés, hasta hace algunas décadas, la joven que quedaba embarazada regresaba a su familia de origen, y permanecía con ella en los primeros meses de vida del niño. Siempre rigió esta tradición, pero luego el sistema entró en crisis y cambió: ahora dejar al marido solo se percibe como un problema, y se plantean grandes dificultades incluso de parte de la familia de la mujer.

La maternidad y la familia son claves para una sociedad que quiera tener futuro. Desde Profesionales por el Bien Común abogamos por apoyar la familia y el desarrollo profesional de la mujer. Para ello es fundamental, en primer lugar  que se refuercen y se protejan los lazos familiares e inter-familiares. Y en segundo lugar  que las empresas y el Estado protejan decididamente la maternidad de las trabajadoras frente a la hegemonía de  un falso rendimiento económico.

Falta reconocer científicamente ( socialmente ya se sabe)  como las familias y en especial las madres son las que más  contribuyen mediante la crianza y la educación de los niños al crecimiento social y económico de una sociedad y no el actual individualismo neoliberal que lo único que produce es sufrimiento.

La revolución económica y política que se necesita debería primar la maternidad como mérito profesional y económico de las mujeres. Si así fuera otro gallo nos cantaría...

 

Carlos Llarandi Arroyo

Profesionales por el Bien Común

[1] National Center for Child Health and Development

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