La presión del tiempo en la sociedad «tecnocéntrica»

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“Desde hace mucho tiempo existe la creencia de que el progreso técnico conduce a un aumento de la productividad capaz de hacernos disfrutar de una vida más contemplativa y feliz. Pero, en realidad, ha ocurrido lo contrario”, asegura por correo Jorge Franganillo, investigador y profesor de Información y Documentación de la Universidad de Barcelona. El investigador ha publicado múltiples estudios, entre ellos Gestión de información personal, en los que analiza la paradoja entre tecnología y el ahorro o despilfarro del tiempo a través de diversas herramientas, como el correo electrónico o las redes sociales.

A Franganillo lo respaldan filósofos como el esloveno Slavoj Žižek con su ensayo Pandemia: bienvenidos al desierto viral o el surcoreano Byung-Chul Han en su libro La sociedad del cansancio, quienes también alertan de una nueva explotación sin autoridad, en la que los usuarios de la tecnología son, a la vez, esclavos y amos. “Nos explotamos voluntaria y apasionadamente creyendo que nos estamos realizando. Lo que nos agota no es una coerción externa, sino el imperativo interior de tener que rendir cada vez más”, explica Han en este artículo de Ideas.

Cuando la velocidad del ritmo de vida aumenta, la sensación subjetiva de tener tiempo libre o disponible disminuye, causando una sensación de estrés dentro del individuo”, precisa la doctora.

Desde Australia, la doctora Aoife McLouglin y su equipo de investigadores de la James Cook University también han puesto en evidencia el lado menos amigable de la relación entre tecnología y tiempo. Según el estudio conducido por McLouglin, el uso de cualquier tipo de tecnología altera la percepción del tiempo en las personas y las hace creer que disponen de más minutos libres porque utilizan herramientas digitales para desempeñarse laboralmente, aun cuando esto no es del todo cierto. “A la vez que nos puede ayudar a trabajar más rápido, la tecnología también nos hace sentir más presionados por el tiempo. Cuando la velocidad del ritmo de vida aumenta, la sensación subjetiva de tener tiempo libre o disponible disminuye, causando una sensación de estrés dentro del individuo”, precisa la doctora.

Más ocupados que nunca

Pero esa mayor productividad también ha tenido repercusiones en la salud física y mental.

“En realidad, estamos dominados por la semilla acelerada de la tecnología, que nos ha convertido en seres más ocupados que nunca, forzados a hacerlo todo más deprisa”, explica Franganillo. Y la llegada abrupta del teletrabajo por la pandemia del coronavirus ha servido para comprobarlo. Por ejemplo, el 66% de las empresas españolas aumentaron su productividad durante el tercer trimestre de 2020, una media del 22%, por encima del 18% internacional y solo por detrás de Alemania. Además, un estudio de la consultora McKinsey publicado a finales del año pasado, reveló que en España, Reino Unido, Francia, Alemania, India, Japón, México, China y Estados Unidos, más del 20% de los ocupados —que desempeñan alrededor de 2.000 actividades en 800 trabajos distintos— podría trabajar a distancia entre tres y cinco días por semana con la misma eficiencia que si lo hiciera desde la oficina. Pero esa mayor productividad también ha tenido repercusiones en la salud física y mental.

“Aunque esas herramientas nacieron como una fuente de autonomía y flexibilidad, en realidad intensifican las expectativas de comunicación constante e implicación en el trabajo, y aumentan en consecuencia el estrés”, explica Franganillo. En la misma línea, el psicólogo y experto en tecnoestrés Celestino González-Fernández surgiere, en una conversación a través de Whatsapp, que la hiperconectividad conlleva tecnoadicción, tecnoansiedad y tecnofatiga y que tanta exposición es insostenible para la salud mental. “Esta hiperconectividad llevará en próximos años a disminuir el consumo de la tecnología en muchos casos y sectores de población. No por apartar, demonizar o eliminar las herramientas digitales, pero sí para que sean menos invasivas en nuestras vidas. Buscaremos en mayor medida la desconexión digital”, augura el psicólogo…

Extracto fuente El País


COMUNICADO DE LA JAMES COOK UNIVERSITY

La sociedad conectada acelera los cerebros … y el tiempo

Nuestros dispositivos tecnológicos pueden estar aumentando la velocidad de procesamiento de nuestro cerebro y haciéndonos creer que el tiempo corre, según un investigador de la Universidad James Cook.

El profesor de psicología de la JCU , el Dr. Aoife McLoughlin, ha estado examinando cómo nuestro estilo de vida activo acelera nuestro cerebro, pero también nos deja con la impresión de que el tiempo pasa rápidamente.

“He encontrado algunos indicios de que la interacción con la tecnología y las sociedades tecnocéntricas ha aumentado algún tipo de marcapasos dentro de nosotros. Si bien podría ayudarnos a trabajar más rápido, también nos hace sentir más presionados por el tiempo ”, dijo.

«A medida que aumenta la velocidad del ritmo de vida, la sensación subjetiva de tiempo disponible disminuye, lo que provoca una sensación de presión de tiempo dentro del individuo».

El Dr. McLoughlin dijo que un consejo común era apagar nuestros teléfonos móviles y renunciar a Internet cuando queremos relajarnos y descansar. «Lo que estoy argumentando es que existe una base cognitiva cuantificable genuina para este consejo, en lugar de simplemente dar un paso atrás», dijo.

«Es una razón científica para detenerse y oler las rosas».

Dijo que era necesario trabajar más sobre si el efecto general de un «cerebro acelerado» era positivo o negativo.

“Siento que conduciría a un aumento en el estrés del tiempo, que se ha relacionado con enfermedades cardíacas, entre otras cosas. La alta presión de tiempo también se relaciona significativamente con la angustia entre hombres y mujeres, y está relacionada con mayores niveles de depresión en las mujeres que trabajan fuera del hogar. En el lado positivo, una velocidad de procesamiento más rápida puede ser una ventaja en muchas circunstancias «.

El Dr. McLoughlin dijo que había formas de manejar el aparente aumento en la velocidad del tiempo, además de apagar las pantallas. «La meditación y la atención plena podrían ayudar a estar en el momento, entendiendo que el ‘tiempo del reloj’ real es estable y no pasa realmente más rápido».

Ella dijo que las personas desde la Revolución Francesa se habían quejado de la velocidad de la vida moderna.

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