La doble soledad de la verdad

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           En estos tiempos donde está aconteciendo una de las transformaciones sociales más importantes de la historia en las que se está cuestionando la propia naturaleza y dignidad humana es muy necesario reflexionar sobre cómo es posible distinguir la verdad en las diferentes propuestas sociopolíticas que se están haciendo.

   Charles Peguy nos puede ayudar a aquilatar una actitud básica como es la FIDELIDAD a la verdad. La verdad no se construye como afirman de hecho todas  las ideologías sino que se descubre progresivamente en el encuentro con la realidad admitiendo  humildemente los errores de las propias limitaciones humanas. Solo desde esta radical HUMILDAD es posible la fidelidad a la verdad. Como decía Santa Teresa de Ávila quien camina en la humildad camina en la verdad.

La doble soledad de la verdad (1906)

Charles Peguy

Creo que, a lo largo de la historia del mundo, encontraríamos fácilmente un buen número de ejemplos de personas que, habiendo percibido de repente la verdad, habiéndola captado, o habiéndola captado o habiéndola encontrado tras haberla buscado, rompen deliberadamente con sus amistades políticas y hasta con sus amistades sentimentales. No creo que se encuentren muchos ejemplos de hombres que, habiendo realizado ese primer sacrificio y dándose cuenta después, como pasa habitualmente, de que sus nuevos amigos no valen más que los antiguos, de que sus segundos amigos no valen más que los primeros, hayan tenido la valentía segunda de sacrificar también deliberadamente sus segundos intereses, sus segundas amistades. » Hay del solo que cae»[1], y lo que más temen esos hombres de toda la creación es la soledad. Por causa de la verdad, se exigen enemistarse con una mitad del mundo. Claro que, al enemistarse así con una mitad del mundo, no sin cierta repercusión, se hacen partidarios de la otra mitad del mundo, que no busca otra cosa mejor que ser antagonista de la primera. Pero si, por amor a esa misma verdad, van y se dedican tontamente a romper con esa segunda mitad, ¿quiénes serán ahora partidarios suyos? (…) A veces se ven, no muy a menudo conversiones sinceras. Nunca se ven, o sea nunca, contraconversiones o sobreconversiones. Es decir conversiones ulteriores y superiores, segundas conversiones, conversiones segundas, conversiones en sentido contrario. Será esta, con toda propiedad, una ley de las conversiones. Son operaciones que se hacen bien una vez, y aún así. Pero no hay peligro de que se hagan dos veces. (…)

Un hombre valiente, y ya no quedan muchos, por casusa de la verdad, rompe con sus amigos y sus intereses. Así se forma un nuevo partido, que es originariamente y supuestamente el partido de la justicia y de la verdad, que en menos de nada llega a ser absolutamente idéntico a los demás partidos. Un partido como los demás, como todos los demás. Igual de vulgar. Igual de grosero. Igual de injusto. Igual de falso. Entonces, para esa segunda vez, para operar una segunda ruptura, haría falta un hombre sobresaliente. Por decirlo de algún modo ya no quedan. (…)

Severamente filtrada por esas dos operaciones sucesivas y de sentido contrario, la pobre verdad, la pobre justicia que por un instante se había reclamado de la mitad de un mundo, continuará sola como pueda su miserable camino. (…) Lo inexplicable del mundo no es el error, ni siquiera la verdad. Es más inexplicable esa singular supervivencia y ese encaminamiento de la verdad. (…)

Sin embargo, es preciso que la vida del hombre honrado sea, en ese sentido, una apostasía y una negación perpetuas. Es preciso que el hombre horado sea un renegado perpetuo. Es preciso que la vida del hombre honrado sea, en ese sentido, un infidelidad perpetua. Porque el hombre que quiere permanecer fiel a la verdad debe ir siendo incesantemente infiel a todos los incesantes, sucesivos e infatigables errores renacientes. El hombre que quiere permanecer fiel a la justicia debe ir siendo incesantemente infiel a las injusticias inagotablemente triunfantes.

El frente está en todas partes, p.115 y ss.

Ed. Nuevo Inicio. Granada. 2014

[1] Eclesiástico 4,10

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