Jóvenes trabajadores en el precipicio de la economía española

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Si ubicamos los menores de 30 años en edad de trabajar en dos grupos: los si-ni (que si estudian pero no trabajan) y los ni-ni (ni estudian ni trabajan) en el porcentaje dado por el Banco de España recientemente, España tiene un grave problema.

 

Casi una de cada dos personas con menos de 30 años y en condiciones de trabajar no lo hace hace. Bien porque no encuentra una oportunidad, bien porque deja a un lado la urgencia y prefiere mejorar su formación para aspirar a un mejor contrato. Es una proporción muy inferior a la previa a la crisis, cuando la tasa de actividad de este colectivo alcanzó el 70% frente al 51% actual, según datos del Banco de España.

«La recuperación económica actual está asentada en un patrón que, a diferencia de lo que ocurrió en la anterior expansión, no incentiva a los jóvenes a salir del sistema educativo», concluye el organismo.

 

El estudio del Banco de España no profundiza en los motivos por los que los jóvenes a retrasan su entrada en el mercado laboral ni tampoco valora si es una edad de acceso tardía desde el punto de vista social, económico, demográfico… Según la Encuesta de Población Activa del Ministerio de Trabajo, en el primer trimestre de este año había cerca de 6,6 millones de jóvenes de entre 16 y 29 años que representan un 17% de la población en edad laboral. Sin embargo, desde el estallido de la crisis este colectivo ha reducido su presencia al pasar de representar el 23,9% del empleo en el primer trimestre 2007 al 13,5% actual.

El Ministerio de Trabajo achaca la pérdida de protagonismo de los jóvenes en el empleo al envejecimiento, así como por el descenso de la tasa de actividad ante la prolongación de los estudios, una caída que es más intensa en los sectores industrial y de la construcción y que, en el otro extremo, tiene en la hostelería una de las actividades más comunes.

«el empleo de los trabajadores más jóvenes registra elevadas tasas de temporalidad»

En este análisis también destaca el hecho de que el empleo de los trabajadores más jóvenes registra elevadas tasas de temporalidad (54% hasta los 29 años); contratos a tiempo parcial (26%).

 

Los salarios también son notablemente más bajos. Frente a los 23.646 euros de ganancia media anual por trabajador del conjunto del mercado laboral, la franja de edad que va desde 20 a 24 años gana la mitad y para las edades entre 25 y 29 años asciende a 16.440,6 euros, es decir, un 44% menos. El informe justifica estas diferencias en menores niveles de cualificación adquiridos, relevancia del puesto de trabajo y tipo de contrato, experiencia, antigüedad en la empresa, que pesa más que la productividad en los convenios colectivos, destaca Trabajo.

 

Se da el caso de quienes no trabajan y tampoco estudian, los conocidos como ninis. Si bien es un grupo cuya proporción se ha reducido desde la crisis pero sigue siendo muy alto. En concreto, es ahora inferior en más de 600.000 personas al máximo de 1,7 millones alcanzado en 2012, y menor en unas 17.000 personas a la cota alcanzada en 2007.

 

El hecho es que los menores de 30 años parecen poco atraídos por las condiciones de acceso al mercado de trabajo. Por un lado, su flujo de entrada al grupo de la población activa se ha reducido y, por otro, aumenta el de quienes abandonan la búsqueda de empleo para formarse.

 

«Hemos de manifestar que la experiencia laboral, en estos años de la vida del joven, es también parte importantísima de su formación y madurez, sobretodo teniendo en cuenta el divorcio entre formación y práctica en empresas»

 

Para el Banco de España la formación no deja de ser una inversión, pero hemos de manifestar que la experiencia laboral en esos años es también parte importantísima de su formación y madurez, sobretodo teniendo en cuenta el divorcio entre formación y práctica en empresas… Después de este periodo se entrega a los jóvenes a un mundo de precariedad y temporalidad, sin apenas aportar experiencia, en un periodo clave y de plenitud en la vida laboral entre los 30 y 40 años.

 

Quizás lo que se plantean en la paralizada política española, es el que la aportación de nuestro país a la economía mundial, es la de sueldos bajos tomando como modelo el sector turístico-servicios de estas últimas décadas. Pero parece que el Marketing político en permanente campaña electoral prevalece sobre una política por el Bien Común. Miles de jóvenes miran el horizonte con desesperanza. Caldo de cultivo para populismos. ¿Es lo que quieren?

 

 

 

 

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