Economía de la atención frente a la cultura del estar atento

Se impone una economía de la atención a nuestra capacidad de reflexionar, dialogar, estar en silencio...
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El concepto de economía de la atención aparece por primera vez en 1969 presentado por un economista (Herbert Simon), la creciente abundancia de información que ya se asomaba en esa década demostraba que la atención disminuye exponencialmente con el crecimiento de estos sistemas de desinformación…

Hoy es habitual ver a un grupo de adultos o/y adolescentes en la terraza de un bar, que atentos a sus celulares desplazan compulsivamente el “scroll” de twitter o instagram, han dejado enfriarse el café o calentarse la caña para ver si tienen alguna interacción de último minuto o ¡segundo! Estas costumbres se van imponiendo de forma dramática en nuestra sociedad. ¿Por qué?

La atención humana produce valor económico. Produce para Google, Instagram, Facebook, Amazon Prime…; estos monstruos se han convertido en verdaderos sumideros de nuestra atención, vectorizan nuestras tendencias, las agrandan o vehiculizan, y se hacen dueños de nuestro tiempo.

Ya casi no podemos contemplar la realidad. No vemos al anciano de enfrente que vive solo, no atendemos las necesidades reales de los amigos y familiares, no percibimos el mundo sufriente que gime “en silencio”, o silenciado por una abrumadora cultura del ruido.
Cada día hay más personas que se sienten dueños de su cuerpo y de su estado físico (hago ejercicio, dejo de comer grasas..etc), pero sin embargo, cada día son más prisioneras de la captación de su atención. Por otra parte ya no hay lugar para el silencio, para la reflexión, para examinar lo que he hecho mal o bien en un día, para ponerme en el lugar del otro. Esto tiene graves consecuencias sociales y políticas.

No se puede construir una asociación de personas libres cuando vives encadenado a los “likes”

En primer lugar porque no se puede construir una asociación de personas libres cuando vives encadenado a los “likes”.

Estas cadenas digitales construidas sobre eslabones de egocentrismo, nos someten hasta el extremo de ser conducidos a la dictadura de la inmediatez y el descontrol emocional permanente. Son los ecos del nuevo totalitarismo de nuestro tiempo que no nos permiten reflexionar y trabajar con otros, con el “otro”, para y por el Bien Común. Somos ciudadanos solos o asolados, no personas asociadas.

En segundo lugar porque no podemos construir una sociedad libre y promocionada si las personas que la conformamos vivimos enroscados en una app o en una plataforma que escupe series que se anteponen a la misma vida familiar y social.

Hemos conocido grandes profesionales en distintos oficios. Mecánicos, electricistas, fontaneros, educadores, sanitarios.., todos ellos han basado su profesionalidad en estar atentos. No solo cuando se realizan los estudios, que también. Es sobre todo, cuando uno empieza a trabajar, que descubre a grandes profesionales que no pierden detalle en lo que hacen (lo hacen con pasión), y se convierten después de años en verdaderos maestros de su oficio. Estuvieron atentos a los que les precedieron, estuvieron atentos a los errores y dispuestos a la permanente revisión. Atender es según su etimología (tensionar o estirar), es una actitud ante la vida que fomenta un desarrollo neurológico y psicológico en las personas y en los profesionales distinto al que ahora se promueve.

Horas de sueño, de descanso, de cuidado a los demás, de lectura social y política, de conocer la historia de la humanidad y de los pobres, no pueden ser entregadas en forma de crédito a estas grandes plataformas. Como en la película In Time, cedemos el poco tiempo que tenemos para vivir a los grandes, ¡pero lo hacemos convencidos!… Nuestro tiempo ha sido monetizado. No se trata de ser “negacionista” de la técnica, pero si de la realidad tecnológica impuesta a nuestras vidas, aceptada de forma acrítica. Políticamente nos convierte en seres “domesticados” en medio de una realidad sangrante.

Pablo D´Ors, sacerdote y escritor, nos dice (recordando a Simone Weill) que la atención es la virtud por excelencia.

Y apunta igualmente en una entrevista que ” igual que cuando somos niños nos enseñan a ejercitar la memoria, deberían también ayudarnos a ejercitar la atención. Porque la atención es la manera de estar presentes al presente, a lo que sucede”. También afirma que “cuando estamos atentos, sabemos que vivimos; cuando estamos despistados o sin atención, no sabemos dónde estamos, ni lo que hacemos, ni lo que hemos hecho”

Amor y atención, son dos movimientos en uno

Simone Weill, una mujer excepcional, que quiso realmente conocer y experimentar la realidad que le rodeaba, nos decía en sus escritos y poemas que no hay amor sin atención, ni atención sin amor. Amor y atención, son dos movimientos en uno, un motor de dos tiempos que debe dar brío a las personas y a la sociedad si queremos trabajar por el Bien Común.

Estemos atentos amigos.

 

 

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