NUEVO BIOPODER TOTALITARIO DEL CAPITALISMO DIGITAL

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Grupo de Biopolítica de Profesionales por el Bien Común

PARTE 1

Gestación de un nuevo sistema biopolítico totalitario

El capitalismo no es solo un sistema económico es un sistema que integra lo económico, lo político, lo social y lo cultural y que va cambiando con un gran dinamismo. Actualmente estamos en una nueva fase cuya principal característica es la organización algorítmica de la sociedad en su totalidad. Esta fase ha nacido de la convergencia de diferentes tecnologías biológicas, digitales, cognitivas, etc. Con ello se está gestando un modelo nuevo de organización de la sociedad que no respeta derechos humanos fundamentales especialmente aquellos relacionados con la salvaguarda de la privacidad y de la conciencia.

Este modelo tiene uno de sus pilares fundamentales en la utilización masiva de datos provenientes de toda la realidad, pero especialmente de la experiencia humana. De tal forma que se está generando un nuevo tipo de poder con una tendencia totalitaria nueva, más potente y sin precedentes en la historia. El nuevo poder cree que es capaz de conocer y prever el comportamiento humano incluso moldearlo porque es la forma más segura (certeza) de predecirlo.

Las leyes que regulan la extracción y el uso de los datos son fundamentales en el desarrollo o no de este estado totalitario. Por ello y para un estudio adecuado de estas leyes es imprescindible conocer el contexto amplio en el que se está fraguando este nuevo paradigma civilizatorio.

La nueva gobernanza

La nueva gobernanza mundial que asoma tras la crisis de la covid 19 de una manera más clara tiene tres grandes planos. Un primer plano, donde se toman las principales decisiones, está constituido por las grandes corporaciones globales tecno-financieras, vértice del poder económico y con creciente poder político. Un segundo nivel, es el que otorga legalidad política y jurídica a las decisiones que se toman en el primer plano. Está formado por el estado, por todos los organismos, organizaciones e instituciones, políticas y judiciales, nacionales, internacionales y supranacionales. La ONU y todas sus divisiones, los tribunales internacionales, la UE, etc. Este segundo plano está subordinado al primero mediante diversos mecanismos (financiación, puertas giratorias, cooptación etc.). Un tercer plano, lo constituye toda la pléyade de organizaciones de la llamada sociedad civil (capitalista) como fundaciones, ONG, etc. que otorgan legitimidad social a los dos planos anteriores vendiendo una imagen corporativa, institucional e ideológica del neocapitalismo global que sea aceptada por la base de la sociedad. Para ello hacen un ingente esfuerzo financiero-mediático para invadirlo todo con sus bioideologías justificativas (ideología de género, eco capitalismo sostenible, ideología de la salud, fundamentalmente) y con el discurso woke que intenta distraer la atención de la gran guerra cultural, política y económica que se está librando.

La Identidad Digital Universal. Un objetivo estratégico.

Por iniciativa del Banco Mundial (2015) y materializada en el ODS nº 16 (Agenda 2030) se ha estado impulsando la conciencia sobre la necesidad de que todos los seres humanos tengan una identidad reconocida universalmente, sobre todo desde el registro de todos los nacimientos. Evidentemente nadie cuestiona que es fundamental disponer de una identidad legal reconocida.

Sin embargo y conociendo el actual desarrollo del capitalismo digital tampoco se oculta que tras está intención se esconde el objetivo de un mayor y creciente control de la población. Hay un interés enorme porque esta identidad recoja un montón de datos, incluidos los biométricos y alcanzar una bio-integración tecnológica. En ciertos ámbitos se habla de una donación voluntaria de datos, así por ejemplo contamos ya con más 4.000 suecos que se han insertado voluntariamente chips electrónicos.

El proyecto ID2020 era una iniciativa para dotar de identidad digital a millones de seres humanos y en ello estaban metidos Microsoft, la Fundación Rockefeller, Accenture, Ideo.org y las alianzas de vacunas Gavi. La conexión es total más aún después de la pandemia COVID 19. El proyecto ID2020 sobre identidad digital universal que puede suponer un primer paso para que una parte muy importante de la humanidad esté identificada digitalmente. De acuerdo con la propia web de ID2020 «se está construyendo un nuevo modelo global para el diseño, financiamiento e implementación de soluciones y tecnologías de identificación digital. Para más de mil millones de personas en todo el mundo, el acceso a bienes y servicios básicos es difícil, si no imposible, debido a la falta de identificación reconocida. Con una identidad digital “buena”, las personas pueden usar credenciales emitidas por una variedad de instituciones diferentes para obtener acceso a una variedad de servicios diferentes, al tiempo que preservan la privacidad y la seguridad y mantienen el control sobre su información».

La implicación de las Naciones Unidas de nuevo es clave para que las empresas multinacionales financiero-tecnológicas implementen su estrategia con la legalidad «adecuada». Junto a ello es imprescindible que fundaciones, ONGs, etc se unan mediante un programa «humanitario» que legitime la penetración en la estructura legal de Naciones Unidas y desde ahí baje por «gravedad política» a implementarse en cada país mediante la implicación de ONGs y gobiernos locales. El gran marco de referencia para todas estas estrategia pasadas, presentes y futuras es el de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030) herederos de los anteriormente denominados Objetivos del Milenio (ODM) 2000-2015.

En la cumbre ID2020 en 2017 en las Naciones Unidas donde se planteó el proyecto, compañías tecnológicas como Microsoft y Accenture y grupos humanitarios, incluido el Programa Mundial de Alimentos y la Agencia de la ONU para los Refugiados, plantearon crear una identificación digital para cada persona en el planeta, que esté vinculada a sus huellas digitales, fecha de nacimiento, registros médicos, educación, viajes, cuentas bancarias y más. No es difícil ver el potencial de control totalitario sobre toda la población del planeta. En esta cumbre, Accenture demostró un prototipo funcional que proporcionaría la información de una persona a través de una aplicación. En ausencia de un dispositivo personal, esa persona aún podría ser reconocida a través de huellas digitales o escáneres de iris, siempre que esa información estuviera en la base de datos. Durante la demostración, David Treat, director gerente de Accenture, dijo que el prototipo tardó tres semanas en desarrollarse y que esperaba que fuera utilizado en las fronteras para mostrar identificación a través de códigos QR. «No estamos hablando de años y años de construcción. La tecnología está aquí y es escalable». También señalan que tecnología blockchain será la que permitirá salvaguardar la privacidad, pero sinceramente, no nos parecen muy convencidos. Un estudio de caso que se planteó en la cumbre y que podría servir de experiencia piloto fue como en 2009, India lanzó Aadhaar, un programa de identificación digital en el que los ciudadanos inscriben voluntariamente nombre, fecha de nacimiento, sexo, dirección, número de teléfono, correo electrónico, 10 huellas digitales, dos escaneos oculares y una foto. A cambio, pueden usar la identificación digital para firmar documentos en línea, solicitar crédito y trabajos, ir a hospitales e intercambiar dinero, entre otras características. Pramod Varma, el arquitecto jefe del programa, cree que India se convertirá «rica en datos» en unos pocos años. Sin embargo, actualmente parece que va a ser China la que proporcione el prototipo adecuado según las informaciones provenientes del control de la pandemia. En estos momentos se están haciendo propuestas de alcance para la inserción de interfaces digitales en seres humanos que registren toda su información, en primer lugar, su estado sanitario. Al mismo tiempo Bill Gates ha anunciado que lanzará cápsulas implantables para humanos que tienen «certificados digitales»; Estos pueden mostrar quién ha sido examinado para el coronavirus y quién ha sido vacunado contra él. Los «certificados digitales» serían «puntos cuánticos- tatuajes» en los que los investigadores del MIT y de la Universidad de Rice están haciéndolos funcionar como una forma de mantener un registro de las vacunas. Actualmente, la forma más factible de implementar la identidad digital es a través de teléfonos inteligentes o sistemas de microchip RFID.

En paralelo, la edición de certificados sanitarios es una opción a corto plazo muy real que va a segmentar a la sociedad, empujando socialmente a su aceptación mediante el chantaje sanitario, económico y laboral.

Sistema de Crédito Social en China. Prototipo de referencia para la economía de la vigilancia

China es el nuevo modelo de referencia del capitalismo. Es una integración entre un estado totalitario, una economía corporativa capitalista de alto nivel tecnológico y una sociedad con una cultura donde la persona es una simple pieza de un engranaje al que debe someterse. Este modelo no es trasplantable a occidente, pero muchas de sus orientaciones ya lo están siendo.

En China ya funciona un sistema de crédito social( 社会信用体系; en pinyin: shèhuì xìnyòng tǐxì)  basado en el control a total de los datos individualizados de toda la población. Tras el aparente éxito del control de la pandemia en 2020, este sistema de monitorización masiva y al mismo tiempo individualizada puede servir de inspiración a muchas nuevas formas de control social y político. Para ello en occidente habrá que buscar el caballo de toya oportuno con el que colar la medida de control poblacional que sea necesario. En este sentido todos hemos podido comprobar el potencial acelerador de la ideología de la salud para imponer normas de control social y político muy poco razonadas y justificadas.

El sistema de crédito social chino es un sistema nacional de reputación implementado por el gobierno chino. Comenzó a ser desarrollado en 2010, y de acuerdo a su documentación oficial, en 2016 estandarizaría y publicaría la medición de la reputación de los 1.400 millones de ciudadanos chinos y las empresas que operan en el país. El mecanismo busca medir el comportamiento social y confiabilidad de las personas y empresas, y a partir de ello, repartir beneficios y castigos en el acceso a servicios. Así, por ejemplo, una persona con mal puntaje podría tener dificultades para conseguir un billete de avión, mientras que una con buen puntaje podría tener facilidades para obtener una cita médica.​ El sistema también impactaría en las plataformas privadas, afectando, por ejemplo, la reputación en páginas de citas.​ El sistema usaría los macrodatos de las personas, tanto públicos como privados. Esto le ha valido ser calificado como una nueva versión de los sistemas de vigilancia del Partido Comunista chino.

La 5ª Revolución industrial.

El espacio próximo a la Tierra puede convertirse en una realidad comercial y militar. La supremacía de EEUU en estos momentos es incuestionable en el terreno militar lo que le hace ser la potencia que controle las telecomunicaciones vía satélite.  Sin embargo, China se ha situado como potencia “subatómica” a la cabeza de la Segunda Revolución Cuántica, basada en el principio de superposición y el entrelazamiento cuántico lo que la capacita para el tener la hegemonía de la tecnología cuántica y con ello controlar tecnología base de las nuevas comunicaciones. Quien controle el espacio va a controlar el planeta porque controlará todas las telecomunicaciones y por tanto puede ejercer la hegemonía sobre la estructura digital ubicua que permitiría la gestión integral de los datos en tiempo real. La red 5G y 6G por tanto es un tema económico y geopolítico estratégico ya que el control de toda esta tecnología es fundamental para economía de los datos y para la seguridad nacional.

La pandemia o la nueva normalidad totalitaria.

Bajo la presión de la pandemia y todo bien lubricado con la bioideología de la salud, una de cuyas características más importantes es la velocidad que imprime a las medidas a tomar, se han implementado un montón de medidas para la extracción de datos y el control de población. La gran crisis mundial de salud ha sido una gran oportunidad, no sabemos si inducida por el poder, para plantear una “nueva normalidad”. En estos momentos sí está siendo patente el cambio de época porque el mismo poder de las grandes corporaciones tecno-financieras que actualmente marca las directrices a nivel mundial está apostando por la inestimable oportunidad de hacer un reseteo global a la actual civilización de impronta judeocristiana que se ha venido desarrollando desde hace 2000 años. No es descartable, vistos los experimentos sociales que se han ejecutado durante la pandemia-sindemia, la posibilidad de la aparición de una nueva crisis (apagón digital, suspensión mundial de suministros, etc.…) planetaria que terminará de rematar las transformaciones sistémicas que se han hecho durante los años de la pandemia.  Sin duda ninguna la guerra de Ucrania servirá en el terreno geopolítico para implementar nuevas medidas de control social y político.

La revolución de la opulencia y el control de población.

Uno de los factores que hay que tener muy en cuenta cuando se habla de los cambios y transformaciones culturales, económicos y tecnológicos del capitalismo es que estos se producen siempre en el vértice más alto de las sociedades de la opulencia que son una ínfima minoría de la humanidad. Esta minoría ejecutiva ejerce el control sobre las estructuras e instituciones financieras y tecnológicas de influencia planetaria y desde arriba se va trasladando al resto del planeta en diferente grado según se decida. De hecho, el 90% de la humanidad vive en unas condiciones de vida caracterizadas por el hambre, la miseria, la guerra, etc. Condiciones que son consecuencia directa de un sistema de expolio de escala mundial que lleva funcionando más o menos igual desde la II Guerra Mundial. Para que este sistema funcione y sea sostenible es necesario un control cuantitativo (demográfico) y cualitativo (cultural-ideológico-antropológico) de la población, especialmente de los países empobrecidos. Por ello es muy importante tener en cuenta que el nuevo capitalismo digital es heredero directo del capitalismo colonial, industrial y financiero anterior y que el conflicto capital trabajo no solo no ha desaparecido sino todo lo contrario, ha sido intensificado con nuevas estrategias de naturaleza tecnológica e ideológica. El conflicto capital trabajo no es un conflicto económico o político solamente sino antropológico, cultural e incluso religioso.

Capitalismo y totalitarismo. Aclarando conceptos.

La actual sociedad de la información ha traído unos niveles de desinformación, confusión y disminución del pensamiento crítico en que es necesario aclarar términos para podamos entendernos y dialogar. Dos conceptos son ahora imprescindibles para poder comprender esta realidad. Capitalismo y totalitarismo.

Entendemos por capitalismo cualquier régimen en el que exista la primacía del capital sobre el trabajo, es decir la primacía del dinero, la tecnología, la rentabilidad y la productividad del proceso económico sobre la persona humana imponiendo sus leyes. Y todo ello independientemente de la ideología política del régimen capitalista en cuestión. Por ello es perfectamente comprensible que haya capitalismo liberal y capitalismo de estado y que ambos funcionen bajo las mismas leyes y principios fundamentales.

Por otro lado, está el concepto de totalitarismo como aquel régimen que tiende a controlar todos los aspectos de la realidad, de las personas y de la sociedad. Haciendo que las personas tiendan no solo a obedecer a una imposición autoritaria sino a identificarse lo más íntimamente posible con el régimen de control.

Cuando hablamos de un nuevo biopoder totalitario del capitalismo digital nos referimos a la gestación de un nuevo poder científico tecnológico ubicuo e integral que pretende organizar la vida de los individuos y de la sociedad en base a los principios del capitalismo y cuya novedad fundamental consiste en la predicción, modificación y control del comportamiento humano hasta niveles próximos a la certeza. El instrumento para ello es la industria de datos (extracción de datos, tratamiento con inteligencia de máquinas, conocimiento conductual, modificación conductual, etc.) Es evidente que este nuevo poder mantiene diferencias significativas con el totalitarismo clásico del siglo XX pero eso no le hace dejar de ser totalitario o totalista si se quiere utilizar otro término.

Cambio de época realmente. La digitalización de toda la realidad. La normalización de la invasión digital de toda la realidad. Máxima incertidumbre. El conflicto capital-trabajo adquiere una nueva dimensión.

El 9 de agosto de 2011. Apple, la empresa pionera de Silicon Valley, prometió hacer realidad un sueño digital de soluciones nuevas a viejos problemas económicos y sociales y, a raíz de ello, logró por fin superar a Exxon Mobil como corporación empresarial con mayor   volumen   de   capitalización   bursátil   del   mundo. En 2008, Apple superó a Walmart como principal vendedor de música del   mundo.   Las   ventas   de   iPods   fueron   también   espectaculares   y   crecieron vertiginosamente: de un millón de unidades vendidas justo al mes de haberse puesto en marcha la tienda musical en línea, se había pasado ya a 100 millones en menos   de   cuatro   años, cuando   Apple   subsumió   las   funciones   del   iPod   en   su revolucionario   teléfono   iPhone (otro   lanzamiento   que   impulsó   un   nuevo   salto exponencial en el crecimiento de las ventas). Según un estudio sobre dividendos bursátiles realizado en 2017, Apple había generado mayor rentabilidad para sus inversores que ninguna otra compañía estadounidense en todo un siglo. Ford había revolucionado el capitalismo con el consumo de masas y Apple había descubierto una sociedad de individuos con una demanda de consumo individualizado.

La modernidad se puede leer (entre otras lecturas) como un proceso de individuación. La primera modernidad, la industrial, había descubierto la sociedad de masas y el consumidor de masas (centralización, estandarización, burocratización de cada vida individual, familia nuclear, contratos estables, recompensas predecibles). La segunda modernidad, la sociedad del conocimiento, había descubierto al individuo que buscaba autonomía emancipatoria y la tecnología a su alcance parecía que se la iba a proporcionar. Sin embrago debía pagar el precio de la inseguridad y la incertidumbre.

Imperativo tecno-capitalista. No hay capitalismo bueno, solo capitalismo controlado. No hay inevitabilidad tecnológica. La ilusión tecnológica del poscomunismo.

La mayoría de los estudios serios (social-liberales) sobre la perversión de la nueva revolución digital capitalista de los datos intentan salvar la cara de un posible capitalismo tecnológico “bueno” subordinado a los intereses de la sociedad en general y no al servicio de una plutocracia tecno-financiera. La modernidad capitalista (siglos XVIII, XIX, XX) parece ser que había demostrado su eficacia productiva (no tanto distributiva) y además había conseguido un “empoderamiento” del individuo frente a la naturaleza y frente a la religión. Esto es cierto siempre que olvidemos la degradación ambiental, la explotación de recursos, el salvaje colonialismo y neocolonialismo del Tercer Mundo y unas cuantas “nimiedades” que han arruinado la vida a la inmensa mayoría de la humanidad.

Riqueza y libertad parecían ir de la mano. La prosperidad económica alcanzada (solo para una ínfima minoría del planeta) podría sobrevolar el conflicto capital trabajo. Solo quedaba acrecentar al máximo la autonomía y la individualidad de cada ser humano y en ello la ciencia y la tecnología podrían ser el fundamento de una religiosidad secular (gnosticismo y prometeismo) que hicieran del ser humano una nueva realidad biotecnológica (transhumanismo) independiente de la naturaleza y de los dioses. Superbienestar, superinteligencia y superlongevidad serían “las tres gracias” de la nueva modernidad, la tercera.

Si descartamos la mala fe de los autores no hay nada real que nos haga pensar en ello. Los motores esenciales, intrínsecos del capital son el afán de ganancia exclusiva y la sed de poder. Ambos inseparables y ambos siempre combinados en diferentes proporciones según el tipo de capitalismo del que estemos tratando, liberal, comunista, … En el origen de la actual revolución digital, el capitalismo informacional no era esencialmente diferente. Sus motores intrínsecos son los mismos por lo que la deriva neototalitaria que ha tomado el denominado capitalismo de la “vigilancia” posiblemente era la más probable puesto que la infraestructura digital sobre la que se apoya tenía ese potencial destructivo. Solamente una regulación externa radical podría tal vez desviar esta tendencia en estos momentos. El imperativo tecno-capitalista se impone sobre cualquier consideración moral. Mejor dicho, lo moralmente adecuado actualmente es obedecer a dicho imperativo que podríamos enunciar de la siguiente forma:

sí una acción es técnicamente viable;

(en silencio…) y si además produce beneficios y/o poder,

entonces hay que realizarla indiscutiblemente. El no hacerlo así es moralmente condenable.

Aparece un determinismo tecno-científico que se califica de “inevitable” y que impone sus decisiones a la humanidad. Solo nos queda aceptarlas y sobre todo aceptar a la nueva clase sacerdotal tecnológica para que vigile el cumplimiento de sus mandamientos transhumanistas.

Un biopoder nuevo de naturaleza capitalista y totalitaria. Reduccionismo digital totalitario.

Se está generando en estos últimos años un nuevo tipo de poder. Por un lado, capitalista, es decir, que asume la preponderancia del capital sobre la persona humana y sobre la sociedad en su conjunto. Esta preponderancia es muy potente porque las nuevas corporaciones tecnológicas han alcanzado unos valores bursátiles enormes en muy poco tiempo sin apenas utilizar el factor trabajo. A diferencia de etapas capitalistas anteriores, el vértice del neocapitalismo emplea una escasa, pero muy especializada mano de obra. Esto genera una asimetría brutal en contra de la sociedad y del trabajo y a favor del capital tecno-financiero. Las personas, que se socializan en gran parte por la reciprocidad entre producción y consumo, están ahora mucho más debilitadas que en la etapa anterior. La dimensión profesional, laboral de la vocación humana está mucho más sometida bajo este nuevo régimen capitalista.

Por otro lado, este nuevo poder es totalista o totalitario, es decir, pretende un control total sobre toda la realidad como nunca se ha conocido. La actual revolución digital se cree capaz de digitalizar toda la realidad natural y artificial; terrestre y espacial; humana y no humana, reducirla a datos y someterla.

Pero, sobre todo, es un biopoder que sostenido por una revolución tecnológica sin precedentes se cree capaz de controlar y transformar la esencia de la naturaleza humana, tanto psicobiológica como moral. Ha desarrollado un discurso o relato en el que afirma y sostiene que es posible eliminar todo error, desajuste o conflicto humano con el poder predictivo y ejecutivo de la actual tecnología. El libre albedrío, la libertad, la conciencia, la responsabilidad moral y política son conceptos que pierden su significado ya que son fruto de nuestra ignorancia. La nueva ciencia de los datos “permite conocer” por anticipado y con certeza total todas las decisiones humanas, tanto individuales como colectivas.

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