Giussepe Moscati, el médico de los pobres

El Dr. Moscati (Benevento, Italia, 1880- Nápoles, 1927) fue un profesional comprometido, en cuerpo y alma, con su vocación. En 1903 obtuvo el Doctorado en Medicina y enseguida empezó a trabajar en el hospital para incurables más grande de la ciudad. Fue Director de la Sección de Tuberculosis de todos los hospitales de la región, además de catedrático de Anatomía Patológica, Fisiología Humana y de Química Fisiológica. Fueron notables sus descubrimientos en el campo de la bioquímica, con más de 30 trabajos científicos publicados en Italia y en el extranjero.
Aunque era marcada su inclinación por el estudio, se dedicó con abnegación a los enfermos más pobres y desahuciados, a los que quiso mitigar en sus dolores del cuerpo y del alma. Tras largas jornadas diarias de trabajo, consideraba su agotamiento por los demás como parte de una profesión que amaba apasionadamente y que ejerció con hondo sentido humano, con el firme sostén de su fe.
En su biografía destacan dos hechos: el primero tuvo lugar en 1906, durante la erupción del Vesubio, volcán cercano a Nápoles. Dirigió y participó durante largas horas en el desalojo de un gran hospital, ayudando a trasladar enfermos a un lugar seguro mientras sus compañeros abandonaban el lugar. El segundo hecho sucedió durante la epidemia de cólera de 1911 en Nápoles, manteniéndose en su puesto y sosteniendo las tareas más difíciles en las zonas más pobres de la ciudad, a pesar de que los demás médicos se ausentaban.
En 1911 fue nombrado director del Hospital de Incurables y se le encomendó la formación de los estudiantes de medicina. Son suyas estas palabras dirigidas en 1922 a uno de ellos: «Ama la verdad; muéstrate cual eres, sin fingimientos, sin miedos, sin miramientos. Y si la verdad te cuesta persecución, acéptala; y si tormento, sopórtalo. Y si por la verdad tuvieras que sacrificarte a ti mismo y a tu vida, sé fuerte en el sacrificio».
Su densa jornada, llena de ocupaciones en el hospital, la universidad, el consultorio y las visitas domiciliarias, quebrantaron su salud. Murió a los 47 años, el 12 de abril de 1927. Aquella mañana, como siempre, asistió al hospital, visitando a numerosos enfermos. Hacia las tres de la tarde se sentó en un sillón, donde murió.
Mª del Mar Araus Segura. Historiadora
Profesionales por el Bien Común