8 de Marzo: Día de la mujer trabajadora ¿No tienes enemigos? ¿Es que no has dicho la verdad o buscado la justicia?

Alzar la voz sin miedo en una sociedad donde predomina la imposición de un discurso único creciente en las escuelas, universidades, medios de comunicación, empresas y en la política, hace que corramos el peligro de crearnos enemigos.
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No podíamos encontrar un mejor título que la frase del médico-científico Ramón y Cajal para posicionarnos en este día histórico, 8 de marzo. Alzar la voz sin miedo en una sociedad donde predomina la imposición de un discurso único creciente en las escuelas, universidades, medios de comunicación, empresas y en la política, hace que corramos el peligro de crearnos enemigos.

En primer lugar, tenemos el deber moral de recordar, a las generaciones que nos preceden, que este hecho histórico nace de la solidaridad de los pobres, por tanto, adquirimos el compromiso de no olvidar el origen de su nacimiento y que continúe siendo un acicate para seguir en esta senda de vida solidaria. Nadie puede saber verdaderamente quién es y qué pretende ser mañana sin nutrir el vínculo que lo une con las generaciones que lo precedieron.

Cultivar una real sensibilidad histórica y conciencia colectiva, para lograr una llamada a la responsabilidad ética, a la justicia, al compartir, a la solidaridad es una cuestión que nos gustaría que se tuviera en cuenta. Evadir la historia aparece muy a menudo como una forma de ceguera que nos empuja a preocuparnos por problemas falsos.

 

Nos remontamos a mediados del siglo XIX, en plena revolución industrial. El 8 de marzo de 1857, miles de trabajadoras textiles decidieron salir a las calles de Nueva York con el lema ‘Pan y rosas’ para protestar por las míseras condiciones laborales y reivindicar un recorte del horario laboral y el fin del “trabajo infantil”, mejor dicho, esclavitud infantil.

Las manifestantes fueron brutalmente reprimidas, muriendo 120 mujeres. Ese mismo día se llevó a cabo el funeral masivo de las víctimas lo que dio lugar a una gran manifestación. Fue una marcha silenciosa que se volvería un símbolo del movimiento obrero mundial.

Otro capítulo cruento se produjo el 25 de marzo de 1911, cuando se incendió la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. Un total de 123 mujeres y 23 hombres murieron. La mayoría eran jóvenes inmigrantes de entre 14 y 23 años. Según el informe de los bomberos, una colilla mal apagada tirada en un cubo de restos de tela que no se había vaciado en dos meses fue el origen del incendio. Las trabajadoras y sus compañeros no pudieron escapar porque los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de escaleras y de las salidas, una práctica habitual entonces para evitar robos. Al no poder huir, muchos de trabajadores saltaron a la calle desde los pisos octavo, noveno y décimo del edificio. La mayoría de las víctimas murieron por quemaduras, asfixia, lesiones.  El suceso reveló las penosas condiciones en las que trabajaban las mujeres, muchas de ellas inmigrantes y muy pobres… ¿No nos recuerda a Rana Plaza en Bangaldesh o a cualquier maquila  en países empobrecidos?

Estas mujeres que ese día 8 de marzo fueron humilladas se unieron a una corriente histórica donde elevaron su dignidad como mujer, y profesaron su verdadera vocación a la justicia. Cuando la burguesía industrial obligó a la mujer y al niño a entrar en la fábrica a trabajar, fijando el salario a gusto del capital, no se dieron cuenta, que a partir de ese momento ,  iba a contar con nuevas y fuertes aliadas, y que todos juntos iban a luchar contra un sistema que las estaba explotando, el mismo sistema que sumía en la indignidad a toda su familia (hombres, mujeres, niños, niñas…) y esta es la lección que sacamos: el verdadero conflicto es la imposición del CAPITAL al TRABAJO.

 

Y justo el actual sistema mediático cuyo motor sigue siendo el lucro, el poder y el capital ha conseguido convertir la lucha contra una injusticia en algo que refuerza el estatus del poder. ¿Cómo? Básicamente imponiendo socialmente un falso feminismo o feminismo de sistema establecido, un movimiento que interesa al poder y está apoyado por las élites. No conocemos ninguna revolución ni ninguna huelga que haya sido apoyada por los poderosos, salvo estas, actualmente. A los oprimidos se les ha silenciado siempre. La realidad ya la hemos visto en la historia. Cuando obreros y obreras (empobrecidos de aquella época) convocaban una huelga lo que recibían eran palizas, cárcel, calumnias desde los medios de comunicación del sistema establecido.

Sólo hay que pensar y tener conciencia crítica para ver la unanimidad con la que todos los medios tratan la celebración del 8 de marzo. Demuestra que las directrices vienen desde las élites globales que dirigen el mundo (multinacionales, organismos internacionales y supranacionales, fundaciones corporativas, sistemas educativos). En este sentido no se nos oculta también la sospechosa unanimidad de todos los partidos políticos que demuestran su dependencia del poder global. Y capítulo aparte son las ingentes sumas de dinero que reciben todos los ministerios dedicados a las mujeres, a propagandas, cursos y grados universitarios, que multiplican sueldos y beneficios en manos de unos pocos y pocas; para no tratar los verdaderos problemas porque haría temblar los cimientos de la corrupción.

 

El neocapitalismo es un sistema que solo produce explotación y dominación… necesita promover su propia disidencia para controlarla mejor y perpetuarse… Evidentemente, tenía que controlar el tema de la mujer porque era la que custodiaba la dignidad de la vida. La mujer es mucho más en su dignidad y vocación como para ponerla en plano de lucha reivindicativa.

Era necesario que la ideología que sustenta el capitalismo, el liberalismo, se apoderada de este día de la mujer trabajadora y de todo el movimiento feminista. La exaltación del individualismo, el derecho a decidir y la autodeterminación no es más que la ruptura de los vínculos comunitarios que nutren y arraigan a los seres humanos. Era necesario presentar al hombre como enemigo “natural” de la mujer. Era necesario romper la familia y, por tanto, el matrimonio para exaltar una libertad egocéntrica. Era necesario que tuviésemos cada vez menos hijos para reducir los salarios a un nivel de subsistencia. Era necesario ir contra la maternidad en nombre del “empoderamiento”. Era necesario identificarnos con la ideología de género, para favorecer la destrucción de las estructuras solidarias de la persona haciendo que ésta sea más vulnerable a los dictados del poder. Reducir la persona a un individuo es ponerle a los pies de los caballos de un sistema que le está convirtiendo en objeto de explotación y dominación. Ya nos advirtió Pasolini: “La revolución neocapitalista se presenta taimadamente como opositora, en compañía de las fuerzas del mundo que van hacia la izquierda”.

Y aquí está el quid de la cuestión, el lugar de donde se reciben más ataques, desde donde más fuertes se golpea, es siempre el más importante. Todos los enemigos de la naturaleza humana pegan donde hay más transmisión de la vida, y la mujer, como portadora de la vida, ha sido tremendamente golpeada en la historia, convirtiéndola en instrumento, objeto, fuente de lucro, esclava… El nuevo capitalismo tenía que ir al corazón de la mujer para ganar todo el terreno que pudiera.

Cuando decimos defender la dignidad de la mujer trabajadora, empobrecida… nos estamos situando en la defensa de la dignidad de toda la humanidad, como aprendimos en la historia obrera del 8 de marzo, y así queremos reivindicarlo. Entendemos que este concepto, con todo lo que conlleva, es de una gran importancia en la reflexión sobre la condición femenina.

La dignidad está cada vez más pisoteada en la medida que se mercantiliza la vida. Una cultura groseramente individualista y agresiva que considera que el ser humano es un bien de consumo pues entenderá mal el concepto de dignidad o de manera distorsionada. La dignidad mal entendida se ha dado a lo largo de la historia. Para los nazis, los judíos eran personas sin dignidad. Hasta hace bien poco, las personas de color de piel negra no tenían dignidad y eran tratados como esclavos… Hoy hay personas consideradas infrahumanas: ancianos, niños que están por nacer, enfermos psíquicos…personas a las que se les trata sin dignidad, es miramos a los otros como objetos para usar y descartar. La dignidad es inalienable, algo sustancial, un valor inherente del ser humano por el simple hecho de serlo, No es una cualidad que le otorga nadie o se la quita, ni el estado, ni el mercado, ni la política de turno… NADIE.

Si queremos mantener vivo el 8 de marzo como parte de la historia de liberación de los empobrecidos de la tierra debemos luchar contra toda discriminación:  contra la de los no nacidos, sin duda los más débiles, muchos de ellos eliminados por ser mujeres, por ser enfermos, por ser empobrecidos; contra la explotación de mujeres que están sufriendo los más altos índices de pobreza e indigencia, de marginación y exclusión. Ellas son las que están más presentes en los llamados trabajos “informales”, que en gran medida rayan con la mendicidad. Las que trabajan en los campos de sol a sol, muchas veces en condiciones de verdadera esclavitud. Abandonadas con su prole, solas, tienen que cuidarla y mantenerla. No olvidamos a las mujeres que sufren violencia verbal, física, psicológica y sexual, casi siempre en su propio ambiente doméstico. A las jóvenes que se ven obligadas a aceptar matrimonios “convenidos”. Hay situaciones, incluso, de feminicidios seriados. En uno de los extremos más sangrantes muchas mujeres, la mayoría pobres e inmigrantes, son consideradas puras mercancías, objeto de la “trata” y de consumo sexual.

Celebramos este día desde la acogida, defensa y cuidado de la vida humana, de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural.  Lo contrario, el empoderamiento feminista, una falsa promoción de la mujer podría ser una forma acomplejada de machismo.

Queremos construir una cultura nueva, fundamentada en la Paz, camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en la fraternidad.

Profesionales por el Bien Común

Grupo Mujer.

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