«El neocapitalismo contra la vocación profesional» De cómo el poder nos quiere esclavos

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El neocapitalismo actual  tiene una estrategia fundamental para aumentar su dominio y su explotación: el ataque sistemático a todas las estructuras solidarias de la persona. Estructuras (matrimonio, familia, cultura solidaria, trabajo digno, compromiso político) que proporcionan a la persona los medios necesarios para ser  libre, responsable y con identidad propia consistente. El neocapitalismo quiere esclavos, pero sobre todo  quiere esclavos con mentalidad de esclavos.

            Hace unos días escuchando a un misionero español en África, conocedor de  la historia de la esclavitud, contaba que los negros que eran capturados para ser esclavizados pasaban semanas a oscuras en mazmorras para acostumbrarlos a la oscuridad y así poder realizar la travesía del Atlántico rumbo a América en las bodegas de los barcos. Muchos morían antes, pero los demás intentaban por todos los medios ( música, canto, danza)  sostener su espíritu de libertad conservando su cultura como forma de resistencia al opresor. Eran esclavos, pero su corazón era un corazón libre. Ese espíritu les llevaría a la libertad.

El movimiento obrero militante del siglo XIX y principios del XX también era consciente de que frente a la inmoralidad del capitalismo salvaje solo una cultura moral superior sería capaz de configurar una alternativa real. El lema de los Tres Ochos (8 horas de trabajo, 8 horas de cultura, 8 horas de descanso) era el sacramento de una revolución verdadera. La cultura obrera basada en la dignidad del trabajo y de la familia fue una alternativa real  a la cultura burguesa . Pero esta cultura obrera fue dilapidada por el materialismo de las ideologías, especialmente del marxismo.

Cuando se acepta el materialismo y el utilitarismo, el capital ya anida en nuestros corazones aunque nos creamos revolucionarios o progresistas.

En España tenemos un paro juvenil crónico de más del 50% lo que impide que muchos jóvenes no puedan plantearse la independencia para formar una familia. El 60% de los trabajadores del mundo carece de contrato laboral y prestaciones sociales[1] y el 50% cobra salarios de hambre. En nuestro país el 13% de los trabajadores  son trabajadores pobres[2], es decir, que sus ingresos están por debajo del umbral de la pobreza. En Japón casi 100.000 trabajadores al año se «autoexcluyen» de la vida familiar y social por razones laborales[3]. Suicidios, esclavitud, divorcios, etc … son consecuencia de la degradación laboral.

Los datos se acumulan y son incontestables. Se está imponiendo una nueva dictadura del capital contra el trabajo. La inseguridad laboral provocada siempre por el capitalismo no tiene otro objetivo que meter miedo[4] a las personas, especialmente a los jóvenes, para que no puedan ser libres, decidir sobre su futuro y responsabilizarse de un proyecto de vida personal, familiar y político solidario. El paro, la precariedad son formas de violencia estructural para disciplinar a la sociedad como  señaló el gran economista polaco Michał Kalecki.

La consecuencia más devastadora es, sin duda, que millones de vocaciones profesionales son anuladas y/o degradadas. No se trata solo de explotar sino de conquistar el corazón de las personas. Independientemente del empleo que se realice, cada persona tiene una vocación que le plenifica, que le da sentido y que le motiva para ser más libre y poder servir mejor a los demás. No es casualidad la apología desde los voceros del coaching, los recursos humanos y la autoayuda  en contra de la vocación profesional como servicio[5]a los demás.

El poder económico, por tanto mediático y político,  impone un falso realismo para anular la vocación en general y la vocación profesional en particular y promocionar una mejor adaptación a un medio laboral fundamentado en el individualismo y en  la competencia salvaje. Se llega a afirmar que la vocación profesional es un mito que solo genera gente frustrada. Toda una corriente de la psicología «positiva» se dedica a servir al capitalismo intentando reducir  las personas a «recursos humanos» que deben renunciar a la vocación porque eso es un lujo de unos pocos privilegiados que lo tienen claro. Aceptar esta mentalidad significa haber firmado el acta de esclavitud.

Una de las claves de este sometimiento es reducir lo profesional a lo que se llama empleo y analizarlo desde parámetros puramente materialistas y utilitaristas que el propio capitalismo promueve como «satisfacción laboral»

Una de las claves de este sometimiento es reducir lo profesional a lo que se llama empleo y analizarlo desde parámetros puramente materialistas y utilitaristas que el propio capitalismo promueve como «satisfacción laboral». Es evidente que un entorno laboral agradable y un buen salario son «motivaciones» interesantes, cada vez al alcance de menos personas. El sistema ha creado un dualismo laboral salvaje en el que una minoría de trabajadores de la llamada sociedad del conocimiento dispone de «buenas» condiciones laborales y una inmensa mayoría están sometidos a la precariedad, la explotación y la esclavitud. Así el sometimiento de lo profesional se hace de dos maneras: Una aplastando por la fuerza la vocación profesional de la mayoría y otra corrompiendo la vocación de los profesionales demandados por el actual sistema.

Sin embargo, los responsables de recursos humanos son conscientes  de que deben dar un sentido a sus trabajadores, por lo menos a  aquellos que más necesitan por su motivación o creatividad.  A pesar de todas las teorías positivistas resulta que el ser humano, todos los seres humanos, busca un sentido para sus vida que no se reduce a poder consumir más. Para ello se tienen que inventar diferentes legitimaciones especialmente para que el trabajador se identifique con la empresa y ese sea el culmen de su autorealización. Se oyen frases como » la empresa es un equipo, una familia», » todos vamos en el mismo barco» etc. Si esto no es suficiente se promueve un dualismo vital que induce a que te conformes con lo que tienes  siempre y cuando luego, en tu tiempo libre si tienes, puedas desarrollar una vida algo más edificante siendo voluntario en una ONG (de la misma empresa si es posible); o apadrinando un niño pobre o a un animal en vías de extinción; o haciendo algún tipo de actividad alienante  que te evada de la realidad (correr, cocinar, etc).

Desde PBC apostamos por cultivar y desarrollar la vocación profesional como servicio al Bien Común (Justicia, Solidaridad, Libertad) . No se trata de conseguir una falsa felicidad individual o una autorrealización. Se trata promocionar personas libres, que  intentan trabajar juntas para solucionar los problemas y las necesidades reales de la sociedad  como forma eficaz de encontrar el verdadero sentido y plenitud de la vida.

Carlos Llarandi Arroyo

Profesionales por el Bien Común

[1] https://www.forbes.com.mx/60-de-los-trabajadores-en-el-mundo-carece-de-contrato-laboral/

[2] https://elpais.com/economia/2017/11/10/actualidad/1510331929_272813.html

[3] https://profesionalesporelbiencomun.com/?s=japon#.W3vzds5KiG4

[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Micha%C5%82_Kalecki

[5] https://retina.elpais.com/retina/2018/08/06/talento/1533548245_225798.html. Un artículo que instila veneno especialmente para los jóvenes.

 

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