Populismo, globalización y poder en el siglo XXI

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No podemos negar y cerrar los ojos, ante la realidad de que la globalización sea un fenómeno propio de la modernidad. En esta globalización algunas instituciones, no precisamente estados, protagonizan nuevas formas de dominación que afianzan el poder de unos pocos, surgen incluso populismos de nuevo cuño, acoplados a este cambio de época.

el populismo no enlaza, para construir su teoría, con esos pretendidos estratos arcaicos, sino con la teoría social moderna

En su libro sobre populismo de José Luis Villacañas, afirma que no es necesario ser megalómano y ver en el populismo siempre un combate histórico por las grandes palabras de la modernidad.

Para este autor en ningún caso el populismo es la lucha entre la modernidad y su resto arcaico. Es una respuesta a las propias dimensiones problemáticas que la modernidad encierra y a la crisis social inevitable que genera bajo su forma presente de globalización neoliberal. Por eso, para Villacañas, el populismo no enlaza, para construir su teoría, con esos pretendidos estratos arcaicos, sino con la teoría social moderna.

Comunidad de Masas. Contradicción en sí misma.

Algunos autores afirman, que el populismo quiere construir una comunidad, pero solo tiene masas. Su componente antielitista es originario, principal. Las masas son un fenómeno específicamente moderno que concierne a poblaciones que ya han roto con todo lo ancestral, lo melancólico, lo nostálgico.

La comunidad popular no es la raíz, sino el término al que se dirige el populismo. Para llegar a ella, hace falta una política de masas.

Estas reflexiones nos retrotraen a las masas manejadas por las redes sociales y sus algoritmos teledirigidos. ¿La masa es más masa en el siglo XXI? Dicho de otra manera, el populismo de los bits… Y de las televisiones interactivas ¿Es más populismo?

Dominar la existencia humana

En esta línea podemos preguntarnos ¿qué consecuencias tiene que las grandes empresas tecnológicas quieren no solo hacerse ricas, por si esto no fuera poco, sino también dominar los mercados y acaparar toda nuestra existencia.

Moldear a la humanidad a su imagen y semejanza. Por ejemplo, no darle a los consumidores lo que necesitan sino lo que ellos creen que deberían necesitar. Moldear a la humanidad y fundir al ser humano con la máquina. Uno de sus fines es la reorientación de la trayectoria de la evolución humana.

Todo tiene su vertiente política de fondo. También la ingeniería social de nuevo cuño, que teóricamente se enfrenta a los populismos tradicionales en Europa; tiene profundas ansias de convertir al pueblo en masas, aunque sea masa «Individualizada» en forma de fuente de información.

Personalismo que libera

Por eso todo aquello que no sea una personalización que protagonice la persona, con el norte puesto en los más desfavorecidos, y en la búsqueda profunda de la verdad, hemos de ponerlo en sospecha. Una personalización que no es subjetivismo.

Al hombre le es propio un modo de subjetividad en el que cada uno se experimenta a sí mismo como responsable de sus propias acciones para sí y para el otro; la dignidad de la persona humana es la medida de la moral, la medida del concepto y de la experiencia del bien: esto es un hecho, un dato, no una opinión. ¡Creemos instituciones que pongan esto en primer lugar! Convirtamos esta necesidad en política por el Bien Común.

Alberto Mangas

Profesionales por el Bien Común

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