Una carrera espacial (geopolítica) sin freno.

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A las 11:23 horas del pasado jueves 29 de abril, China lanzó Tianhe-1, el primer módulo de su nueva estación espacial orbital, que debería estar operativa a finales de 2022. El lanzamiento, que se realizó sin problemas, supone el inicio de los próximos dos años muy ajetreados para China, que quiere aprovechar los éxitos de la última década para culminar uno de sus proyectos espaciales más ambiciosos hasta la fecha.

Aunque el proyecto fue concebido y aprobado a principios de 1992, su consolidación final coincide con el momento en el que el futuro de los humanos en la órbita terrestre baja está en juego. La Estación Espacial Internacional (EEI o ISS, por sus siglas en inglés) se acerca a sus últimos años.

Es posible que Rusia abandone la EEI antes de tiempo para construir su propia estación espacial independiente. Y otras empresas como Axiom Space y Sierra Nevada Corporation siguen enérgicamente con sus planes para las estaciones comerciales como posibles sucesores.

«Una estación espacial es una estación espacial», subraya la experta en política espacial y geopolítica y coautora de Scramble for the Skies, Namrata Goswami. Es una clara demostración de que China es tecnológicamente capaz de enviar a personas al espacio durante largos períodos de tiempo. «Los beneficios geopolíticos de realizar experimentos y acoger a los astronautas extranjeros son los mismos que con la EEI, pero ahora China sería el actor principal», añade.

El módulo Tianhe-1 es el núcleo de lo que se supone que sería la estación espacial de tres partes. Por fuera, no se puede comparar con la EEI, que tiene ya 22 años. La Estación Espacial Internacional es un gigante del tamaño de un campo de fútbol que pesa alrededor de 420 toneladas métricas, mientras que la Estación Espacial China (EEC) tiene forma de T, sería mucho más pequeña y tendría entre 80 y 100 toneladas, más cerca del tamaño y la masa de la antigua estación MIR de Rusia. El módulo Tianhe-1 pesa solo 22 toneladas y tiene 16,6 metros de largo. Y después de las 12 misiones programadas para este año y para el próximo con el fin de juntarlo todo, la estación completa mediría aproximadamente la mitad que la EEI.

Eso no representa ningún problema para China. En una entrevista a Scientific American, el científico jefe del programa de Exploración Humana de China, Gu Yidong, afirmó: «No teníamos la intención de competir con la EEI en cuanto la escala«.

UNION EUROPEA

Para la Unión Europea, garantizar la calidad de vida en la Tierra pasa por una exploración eficaz del espacio exterior. Las comunicaciones, las operaciones militares o los descubrimientos científicos se nutren de los satélites lanzados al espacio por Gobiernos y empresas privadas. Bruselas no quiere quedarse atrás en esta carrera, y ha aprobado una nueva política espacial para 2021-2027 centrada en el desarrollo de satélites y de infraestructuras de recopilación de datos.

Las primeras semanas de 2021 han acelerado la carrera espacial con la llegada a Marte de sondas de Estados Unidos, China y Emiratos Árabes Unidos, por primera vez en la historia en el caso de los dos últimos. Su objetivo es explorar el planeta rojo, hallar restos de vida y afianzar su poder geopolítico. Estas nuevas naves se suman a las que ya orbitaban Marte, enviadas por Estados Unidos, Rusia, India y la Unión Europea.

Las grandes potencias se toman el liderazgo en el espacio muy en serio. Lanzando sus propios satélites se evitan depender de otros países para garantizar la seguridad de sus ciudadanos e instituciones. Asimismo, se dotan de las herramientas para lidiar con el cambio climático y aumentar la competitividad internacional de sus empresas. Por ello, la Unión Europea acaba de lanzar una nueva política espacial con un presupuesto de casi 15.000 millones de euros.

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