Ingreso mínimo vital: Una nueva traición de la falsa izquierda al mundo del trabajo
Decía Julián Gómez del Castillo -un gran militante obrero, cristiano y pobre- que al caballo del poder se puede subir por el lado de la “derecha” o por el lado de la “izquierda”. Pero cuando se está arriba del caballo ya no se distingue por qué lado se ha subido. Es decir, en el poder están los poderosos y fuera del poder están los demás, especialmente los empobrecidos de la Tierra.
Además, cada día es más difícil hablar de “izquierda” y “derecha” cuando en el fondo las opciones políticas de los grupos parlamentarios van desde el capitalismo, pasando por el ultra-capitalismo y terminan en el ultrísimo-capitalismo sin apenas distinguirse.
Y aunque esto pueda parecer un juego de palabras, vemos como las formas de vida burguesas[2] y las actitudes más básicas de los representantes políticos teóricamente más a la izquierda, no se diferencian en nada de las del otro extremo parlamentario.
Por ello, es muy conveniente definir qué es el capitalismo para entender perfectamente que todo el espectro político es, en definitiva, un juego de apariencias. En su magnífica encíclica, Laborem exercens[3], San Juan Pablo II definía el capitalismo como todo sistema en el que el capital (dimensión objetiva) está por encima del trabajo[4], es decir, cuando el capital está por encima de las personas (dimensión subjetiva) ya que trabajo y persona forman una unidad fundamental. El capitalismo, por tanto, es un sistema socio-económico (con su vertiente cultural y política) en el que hay una inversión del orden moral ya que lo adecuado realmente es que el trabajo, es decir las personas, esté por encima del capital[5] sin olvidar que el capital ( dinero, tecnología, infraestructuras,..), como factor productivo necesario, es fruto del trabajo. Más aún, es trabajo acumulado y especializado, casi siempre enajenado de sus auténticos dueños mediante la explotación laboral y económica.
Y además, añadía el Papa obrero, esta inversión del orden moral puede tener diferentes formas políticas. Es decir, puede haber un capitalismo liberal pero también puede haber también un capitalismo colectivista, estatista o comunista. Puede haber una capitalismo nacionalista o centralista o globalista. En todos esos “capitalismos”, el trabajador vive aplastado y esclavizado por el capital[6]. La realidad así lo ha demostrado y lo sigue demostrando.[7]
En estos momentos padecemos en España un gobierno que se denomina de “izquierdas” pero que en realidad está reforzando los pilares de la nueva normalidad neo-capitalista. De hecho el propio término nueva normalidad, tan usado por el presidente, tiene su origen en el núcleo más duro del capitalismo contemporáneo[8].
Así, en lugar de legislar para que haya un trabajo digno, con un salario digno, y un horario digno, este gobierno, aprobando el Ingreso Mínimo Vital, acaba de hacer uno de los mayores favores políticos al bio-capitalismo que se está conformando en estos momentos bajo la presión de la pandemia de la covid-19. Prueba de ello son los aplausos que le ha dedicado el Fondo Monetario Internacional a la aprobación de la medida[9], siempre y cuando que no se toque lo sustantivo de la reforma laboral del 2012 (PP).
El imperialismo actual ha estructurado un “campo de juego” que, por un lado, está limitado por el “muro” económico capitalista, y por otro, por el “muro” de una antropología materialista, individualista y hedonista (ideología de género, transhumanismo,..). Y en el medio de los dos muros nos deja “jugar a la diversidad” ( sexual, étnica, deportiva, adictiva,…) siempre y cuando no se cuestionen los grandes muros estructurales del poder[10].
Históricamente, y sin irnos muy atrás, en los años 90 del siglo XX la falsa izquierda jugó un papel decisivo en la legalización de las empresas de trabajo temporal (ETT), una de las mayores ignominias de la historia laboral de la democracia española[11]. Fue un gobierno del PSOE quien abrió la puerta a los negreros[12] y a la precariedad como forma de vida en España. La derecha de Aznar se encontró el camino hecho. Ahora nadie, nadie, nadie, cuestiona la existencia de las ETT, pareciendo que siempre hayan existido.
En definitiva, la falsa izquierda está perfectamente integrada en el campo estructural del más puro capitalismo -aunque lleve flauta, perro vagabundo, coleta o rastas- interpretando el papel fundamental de una pseudo-disidencia formal; disidencia que el propio sistema ha ido fabricando y actualizando según lo exigía el guión de la economía. De hecho, la propia existencia de Podemos como alternativa política ( y también Ciudadanos como recambio) estaba prevista en el imaginario del poder capitalista como se puede leer en el informe TrasformaEspaña (2010) (pág. 88 y ss) de la fundación Everis[13].
Ahora, trágicamente, otro gobierno de la falsa izquierda legaliza y legitima que millones de personas en nuestro país renuncien definitivamente al derecho humano fundamental de un trabajo digno. Evidentemente esta medida no la podría impulsar un gobierno de “derechas” pero sí una falsa izquierda, aliado fundamental del neocapitalismo para hacer las principales reformas estructurales contra los trabajadores sin que ardan las calles. La falsa izquierda[14] suele hacer el trabajo más sucio contra los pobres. Luego viene la derecha a terminar de reorganizar el asunto. Todo atado y bien atado que diría Franco.
Parafraseando a Gandhi, el río de los derechos humanos nace en las cumbres de los deberes humanos. Es decir, todo derecho fundamental, auténticamente humano, encuentra su legitimidad moral en que protege a un deber. El ser humano, antes que un sujeto de derechos, es un sujeto de deberes. Kant se admiraba tanto en la contemplación del universo como en la contemplación del sentido moral del ser humano.
Así, para que la persona humana afronte adecuadamente sus deberes morales, han de reconocerse sus derechos fundamentales y estos tienen que ser protegidos y defendidos.
Ante el deber de cuidar la vida y la familia; ante el deber de mejorar la vida humana; ante el deber de trabajar por la Justicia[15] y el Bien común; ante el deber de desarrollar la vocación profesional; ante el deber de ser un ciudadano pleno, etc. está el derecho a un trabajo digno. Solo mediante un trabajo digno, no un subsidio, el ser humano puede afrontar adecuadamente esos deberes.
El derecho a un trabajo digno, por tanto, es el garante de un montón de deberes humanos fundamentales. Suprimir, sustituir o relativizar este derecho por una “limosna estatal” es un “crimen político y laboral”. Estamos ante una “izquierda” corrompida que destruye derechos fundamentales de la mano del asistencialismo[16] más humillante promocionando al mismo tiempo falsos derechos ( derechos sexuales y reproductivos, aborto, eutanasia, etc.) que rebajan la dignidad del ser humano a simple material biológico.
El neocapitalismo no podría haber soñado con mayor regalo político a cargo de los presupuestos públicos. Millones de empobrecidos en España van a ver perpetuada su injusta condición de la mano de una falsa izquierda cómplice y traidora mientras el capital sigue concentrándose en menos manos. Precarios-Desempleados de toda especie van a constituir un ejército de esclavos para satisfacer la llamada “economía bajo demanda” que tritura la dignidad de los trabajadores y nos hace a todos cómplices de ello con nuestro consumismo insolidario. Al mismo tiempo, millones de seres humanos, jóvenes y viejos, mujeres y hombres, descartados del mercado laboral y del mercado de consumo van a engrosar la bolsa de subsidiados donde su dignidad ha sido enterrada. Y para todos, todo tipo de adicciones baratas y digitales a las que engancharse para desconectar de una existencia inhumana.
El gran economista (marxista) polaco [17] Michał Kalecki sostenía con firmeza que el capitalismo nunca aceptaría el pleno empleo aunque pudiera porque el paro y la precariedad, aunque sean más ineficientes económicamente, tienen un gran efecto disciplinador sobre los trabajadores y sobre la sociedad.
La tormenta económica y laboral que está cayendo sobre España[18] está lanzando a muchas familias al abismo del empobrecimiento, de la precariedad social y laboral, etc. Esta situación exige un acción decidida por parte del Estado (CCAA incluidas) para ayudar a todos los que lo necesiten. El confinamiento y las exigencias sanitarias han reducido drásticamente la actividad en muchos sectores de una economía de servicios ya de por sí muy frágil. Sin embargo, esta situación no puede servir de excusa para renunciar a lo importante, la defensa radical de la prioridad del trabajo frente al capital promoviendo, por el contrario, el asistencialismo político-económico que genera siempre dependencias esclavizantes.
El IMV, por tanto, es un complemento fundamental del efecto disciplinador impuesto por la dictadura del capitalismo; capitalismo que utiliza siempre las crisis para reestructurar salvajemente a la sociedad en beneficio propio. El miedo al paro[19] y a la precariedad, junto con la domesticación que supone el subsidio, consolidan el actual dominio del capital sobre el trabajo. Conformar y aceptar una sociedad de subsidiados es el sueño del neocapitalismo actual, tecnológicamente avanzado.
En definitiva, la aprobación del IMV es la manifestación más evidente de la complicidad o/y de la impotencia de la falsa izquierda frente al poder del capital moderno.
Desde Profesionales por el Bien Común, rechazamos el IMV que acaba de aprobar el gobierno porque es una medida que refuerza al capitalismo. Es cierto que un estado y una sociedad solidaria deben atender a las personas más vulnerables que puedan estar en una situación de extrema necesidad pero sin renunciar nunca a luchar por la prioridad del trabajo sobre el capital y a denunciar y combatir las causas de la injusticia.
Todos los seres humanos tienen una dignidad intrínseca e inalienable que debe ser respetada. Un asistencialismo que humilla, que perpetúa la dependencia económica y política, que no promociona y que además sirve para ocultar o disimular las causas de la injusticia, es una indecencia política que hay que combatir.
Y en España, además, esta indecencia lleva tintes de auténtico cinismo ya que el gobierno la promueve al mismo tiempo que acepta, con toda normalidad, una economía con un porcentaje sumergido crónico (permitido y alentado) de más del 25%. Es decir, una economía con una cuarta parte directamente al margen de cualquier cotización o beneficio social.
Por todo ello, estamos preparando para mayo de 2021 un Congreso sobre La dignidad del trabajo humano que analice la nueva realidad social y económica desde presupuestos radicalmente distintos de los del neocapitalismo biopolítico que se nos está imponiendo y plantee líneas de acción concretas para el futuro siempre teniendo como referencia la prioridad del trabajo sobre el capital.
Os animamos a que os pongáis en contacto con nosotros a través de nuestro blog y empezar a organizar los diferentes grupos de trabajo de cara al congreso.
Carlos Llarandi
Profesionales por el Bien Común
[1] la renta básica ha sido propuesta en los últimos años por economistas de casi todo el espectro ideológico, ya como Renta de Garantía de Ingresos (RGI), Ingreso Mínimo Vital, o como Renta Básica Universal (RBU).
[2] Cf. https://www.idealista.com/news/deco/casas-de-famosos/2018/05/16/765669-esta-es-la-casa-que-pablo-iglesias-e-irene-montero-se-han-comprado-en-madrid-y
[3] El mejor libro del siglo XX para entender la dignidad del trabajo humano. http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_14091981_laborem-exercens.html
[4] El trabajo es una dimensión constitutiva del ser humano y su dignidad. Transforma la realidad. Hace madurar a la persona. Es la base de la vida, de la familia y del hogar y por tanto del Bien Común de la sociedad. Proporciona independencia. Es por todo ello un deber que tiene que ser protegido mediante los derechos fundamentales. Cuando el trabajo no se corrompe tiende intrínsecamente a la solidaridad y a la unidad. Tiene una dimensión material pero también espiritual. Como el trabajo y la persona que lo realiza van necesariamente unidos tiene prioridad sobre el capital (lo material) que debe estar al servicio del trabajo. El salario, finalmente, debe tener en cuenta las necesidades familiares; expresar la necesaria co-propiedad y co-gestión de los medios de producción y por tanto medir objetivamente la justicia con que es tratado el trabajador.
[5] En este sentido es una perversión del lenguaje hablar de capital humano o recursos humanos porque la persona es un fin en sí misma; nunca puede ser un recurso o un medio que se manipula, se flexibiliza….y finalmente se descarta.
[6] Convendría añadir, que en el fondo todo capitalismo tiene una componente mafiosa. Cf. Loreta Napoleoni La economía canalla. La nueva realidad del capitalismo. Paidos.
[7] El actual conflicto geopolítico entre China y EEUU es de dos capitalismos luchando por la hegemonía.
[8] Luis Arguello. https://www.revistaecclesia.com/1o-de-mayo-renta-basica-y-doctrina-social-de-la-iglesia-por-luis-arguello/?fbclid=IwAR3wRkuDw-yZjTYXFktQPmZkLrlZBttWRCEqCphffTm3W0q_Ovwt7alrTs0
«una nueva normalidad» —este concepto, surgido en el año 2010, lo expuso institucionalmente el entonces presidente del Deutsche Bank, el suizo Josef Ackermann, el 5 de septiembre del 2011. Trabaja, desde entonces, sobre este oxímoron el Foro de Davos que, desde 2016, estudia cómo encauzar la irremediable crisis del Estado del Bienestar con millones de descartados por la revolución tecnológica.
[9] Cf. https://www.abc.es/economia/abci-esencial-ingreso-minimo-vital-espana-pero-opone-derogar-reforma-laboral-202006050857_noticia.html
[10] Cf. Luis Arguello. 5 de junio 2019. Conferencia. https://solidaridad.net/conferencia-de-mons-luis-arguello-la-guerra-cultural-contra-la-vida-y-la-solidaridad/
[11]Cf. https://elpais.com/diario/1994/05/12/economia/768693607_850215.html
[12] Tratantes de esclavos. Posterior denominación popular de los intermediarios laborales que, como sanguijuelas, se quedaban con parte del salario del trabajador y filtraban los trabajadores al empresario.
[13] Cf. https://ftransformaespana.es/wp-content/uploads/2017/03/Informe_te.pdf
[14] Siempre financiada por el estado o por gobiernos interesados.
[15] Hesíodo (siglo VIII aC). Trabajos y días (en griego antiguo Ἔργα καὶ Ἡμέραι, referido a veces por el nombre latino Opera et Dies) es un poema didáctico de unos 828 versos escrito por Hesíodo en torno al 700 a. C.
[16] Finalmente, es una compra de votos.
[17] Para aquellos cristianos que puedan tener una visión excesivamente negativa del marxismo les recomendamos el magnífico libro: Alasdair MacIntyre Marxismo y Cristianismo. Nuevo Inicio. Granada. 2007.
[18] En el contexto de la Unión Europea. Es infinitamente peor la situación del 80% de la humanidad que vive en países empobrecidos del tercer Mundo
[19] Informe Petras. Ediciones Voz de los sin Voz. Madrid. 1996.