Biopolítica: Gametogénesis artificial: ¿Está cerca el fin de la procreación sexual?

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           Las investigaciones en el campo de la reproducción humana están sufriendo una aceleración exponencial y debemos estar profesional, moral y políticamente preparados. La inmensa mayoría de la sociedad está ausente de una auténtica revolución biopolítica que tiene en su punto de mira la «producción» de seres humanos. La carrera para obtener gametos artificiales empuja a las empresas tecnológicas y financieras a posicionarse de cara a un mercado  de seres humanos producidos en laboratorio. En 10 años podría ser factible la generación sintética de gametos perfectamente funcionales, entendiendo por funcionales que podrían dar lugar a un ser humano capaz de reproducirse sin problemas.

En junio de 2017, 3.900 biólogos del desarrollo, ejecutivos de biotecnología y médicos se reunieron en el centro de convenciones de Boston (EEUU) para la 15ª reunión anual de la Sociedad Internacional para la Investigación de Células Madre. Todos son conscientes de que hay una revolución en marcha.

La «Gametogénesis in vitro» es una tecnología  disruptiva.

La producción de gametos humanos  (espermatozoides y óvulos) funcionales a partir de células madre (iPS= célula pluripotencial inducida) procedentes de  la reprogramación de células de la piel o de la sangre -no de un embrión- es una línea de investigación de primer orden a nivel mundial.

Aunque no se ha conseguido todavía, parece que puede estar muy cerca, según el  decano de la Escuela de Medicina de Harvard (EEUU), George Daley.

Las células iPS provienen de personas concretas. Eso significa que las células específicas derivadas de ellas coinciden exactamente con el ADN del paciente por ello no producen rechazo. Se  habla de hacer suministros «personalizados» de neuronas o células del corazón para procedimientos de trasplante, etc. Más tarde se ha pensado que las células madre genéticamente idénticas podrían también ser especialmente importantes en la «reproducción» humana. Sin embargo, mientras que obtener una célula madre (iPS)  ha sido algo relativamente rápido, hacer que las células madre  se conviertan en una célula especializada concreta ha resultado ser bastante más complicado.

Actualmente hay millones de personas incapaces de «reproducirse», ya sea a causa de cáncer, accidentes, edad o genética lo que hace que la demanda de esta tecnología sea muy alta a corto plazo.  Pero no solo eso, la producción de gametos modificados genéticamente para eliminar riesgos de enfermedades o tener un mayor cociente intelectual multiplica el efecto social de estas técnicas. Podrían usarse junto a  la secuenciación genética para inspeccionar cada embrión, lo que permitiría elegir a los «mejores». La  tecnología de obtención de gametos artificiales  combinada con la tecnología de edición genética CRISPR vincula los gametos sintéticos con el debate sobre los niños a la carta, lo que se conoce como modificación genética de la línea germinal.

Esta tecnología podría tener consecuencias socialmente muy profundas.  La producción y cultivo de embriones en serie está en el objetivo de bastantes empresas.  Encuestas en Japón indican que el 30% de la gente acepta la idea de niños procedentes de gametos de laboratorio. Algunos inversores ven posibilidades mucho más amplias. Si los óvulos pudieran obtenerse a partir de células iPS humanas, el suministro sería potencialmente ilimitado. Según algunas prospecciones, la mitad de las parejas dejarían de procrear de forma natural en 2040, en su lugar, buscarían  la reproducción sintética. Los padres elegirían la reproducción artificial sobre la procreación sexual si tuviera los suficientes beneficios.

¿Hemos pensado las consecuencias personales, familiares y políticas de este panorama?

Carlos Llarandi

Profesionales por el Bien Común

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