El deporte como herramienta política en los regímenes totalitarios

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Fascismo, nazismo y franquismo, tres regímenes políticos que impulsaron un movimiento de masas tratando de movilizar a la sociedad haciendo un uso intenso de la propaganda y de distintos mecanismos de control social, como es el caso del deporte.

Ningún sistema político se ha mantenido al margen de las diferentes manifestaciones deportivas que, sobre todo a partir del siglo XX, se han convertido en verdaderos espectáculos de masas. Cada época histórica ha dejado su sello y a través del deporte se pueden analizar muchos aspectos.

Fue durante el período de entreguerras cuando el deporte adquirió un carácter internacional y se desarrolló como el fenómeno de masas que suscitó el interés de los hombres de Estado y destruyó el mito del deporte como medio pacificador.

A partir de la Primera Guerra Mundial hay un auge en el mundo del deporte. En las competiciones internacionales de postguerra no se enfrentan todos los equipos nacionales y algunas ausencias tienen un gran significado. El estadio se convirtió en una especie de terreno de “revancha”.Además, se da otra circunstancia poco previsible: el ascenso de los regímenes autoritarios (el comunismo a partir de 1917, el fascismo a partir de 1922, el nazismo a partir de 1933 y el franquismo a partir de 1939).

Los resultados en los grandes eventos deportivos internacionales podían reforzar o debilitar la imagen de una nación o régimen político a los ojos del extranjero. Para comprenderlo mejor analizaremos brevemente tres grandes citas deportivas a nivel internacional comprendidas entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial:

 

  • Italia 1934: Mundial de il Duce.

Durante el periodo fascista la actividad deportiva se inscribió dentro de una acción programada por el Estado para controlar al ciudadano. El deporte fue considerado como un sector que el régimen debía controlar para así dominar a los jóvenes. Además, el deporte tenía otra función de propaganda política, sobre todo en el extranjero.

En este contexto geopolítico se celebra la segunda edición del Campeonato Mundial de Fútbol organizado por la FIFA en Italia en el año 1934, tras el éxito de la primera edición de la Copa Mundial de Fútbol de 1930 celebrada en Uruguay.

Los carteles del campeonato mostraban un Hércules que hacía el saludo fascista con una pelota a sus pies. En otro de los carteles del Mundial se podía ver cómo en lugar de aparecer el año 1934 estaba reflejado el año XII de la era fascista.

El fútbol ocupaba, probablemente, la última posición en la lista de prioridades de Mussolini, pero la Copa Mundial de 1934 supuso una oportunidad inmejorable para mostrarse al mundo. El Mundial fue, para il Duce, una gran operación de propaganda para reforzar el nacionalismo italiano. Mussolini asistió a todos los partidos desde el palco de honor. Las tribunas repletas de camisas negras lo vitoreaban constantemente.Benito Mussolini, obsesionado con el éxito organizativo y sabedor de la importancia de la victoria de su equipo como refuerzo de la identidad fascista, reunió a la selección italiana antes de jugar la final y proclamó un discurso en el que dejaba claro que tenían que ganar a toda costa. Algunos jugadores llegaron a sentirse amenazados. Sin embargo, los jugadores italianos consiguieron ganar a Checoslovaquia en la final y alzarse con la Copa del Mundo, festejando el triunfo con el brazo en alto.

  • Berlín 1936: El escaparate mundial del nazismo.

La ciudad de Berlín fue seleccionada como sede de los Juegos de la XI Olimpiada en 1936, más de un año antes del nombramiento de Adolf Hitler como Canciller de Alemania. Hubo propuestas de boicot en Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y Francia, e incluso hubo intentos de organizar olimpiadas alternativas.

Hitler no era defensor del olimpismo ni de los deportes modernos, ya que una de las características más importantes de los deportes modernos es la igualdad, y él defendía la supremacía racial aria. Ni él ni sus colaboradores estaban dispuestos a aceptar los términos de la Carta Olímpica. Fue su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, quien se percató de la espléndida oportunidad que suponía la celebración de un evento deportivo de tal magnitud para demostrar al mundo la capacidad organizativa de Alemania y el poder del nazismo.

En los Juegos Olímpicos de Berlín se realizó por primera vez una carrera de relevistas portando la antorcha olímpica. Fue el equipo de Goebbels el que tuvo la idea de llevar a cabo esta carrera desde Olimpia hasta Berlín con el objetivo de establecer un vínculo entre el régimen nazi y la más antigua tradición olímpica.

Era la primera vez que la poderosa propaganda política desplegaba sus medios –radio, prensa, cine, carteles– en un acontecimiento deportivo. Alemania invirtió un gran capital en mostrar al mundo su poderío, su sistema político-ideológico, la supremacía de la raza aria.Joseph Goebbels fue el encargado de poner en marcha toda la escenificación. La parafernalia nazi invadió todos los momentos de los Juegos Olímpicos.

  • Francia 1938: Apoteosis del deporte fascista.

La Copa Mundial de Fútbol de 1938, celebrada en Francia, fue la tercera edición que se disputó. El torneo estuvo claramente marcado por un clima bélico previo a la Segunda Guerra Mundial. Sólo participaron quince países porque Austria, ya clasificada, había sido ocupada por la Alemania nazi.

Este campeonato supuso de nuevo un escaparate donde mostrar el poderío del nazismo alemán y el fascismo italiano. Benito Mussolini afirmaba con rotundidad que debían ser campeones para demostrar al mundo lo que era el ideal fascista del deporte.

Italia derrotó a Hungría en la final por cuatro goles a dos. Para el propio Mussolini no se había ganado un simple partido de fútbol, se había mostrado al mundo el poderío de unos guerreros fascistas que encarnaban los valores imperiales de la antigua Roma, del fascismo patrio y de la raza italiana.

Mientras tanto, la situación geopolítica de España no era mucho mejor que en el resto del mundo pese a no haber participado ni en la Primera ni en la Segunda Guerra Mundial. La Guerra Civil española (1936-1939) tuvo grandes consecuencias a nivel económico, político y social. España no se recuperaría con facilidad de esta contienda. La situación de incertidumbre supuso un descenso en la práctica deportiva en la población española de la época. Con la imposición del régimen franquista surgieron organizaciones del Frente de Juventudes para chicos y la Sección Femenina para chicas, desde las cuales se pretendía adoctrinar a los jóvenes bajo los ideales del régimen.

Los actos deportivos durante la Guerra Civil tuvieron un papel propagandístico y estratégico. Eran exhibiciones y partidos benéficos en los que se reforzaban consignas políticas por parte de deportistas y público, defendiendo la legitimidad de las nuevas fuerzas sociales y políticas.

Franco descubrió cómo el deporte también podía convertirse en pretensiones nacionalistas dentro del propio Estado, como es el caso del Barcelona y su estrecha vinculación al nacionalismo catalán y del Athletic de Bilbao a la causa vasca. El fútbol se convirtió, por un lado, en la principal resistencia al régimen, mientras que por otro era una fuente de apoyo internacional e ideológica.

Entre los “signos externos” de la política franquista en el fútbol se encontraban por ejemplo el saludo fascista, que debía de hacerse antes de cada partido, o la utilización por parte de la selección nacional de las camisas azules en lugar de sus habituales camisas rojas. La Falange consideraba al fútbol como un medio para movilizar a las masas, reflejar los valores tradicionales masculinos hispánicos y demostrar al mundo el impresionante poder y potencial de su “nueva España”. Estos “signos externos” vinculaban al régimen con el fascismo, por lo que se tomaron medidas al respecto y el 7 de septiembre de 1945 se derogó la obligatoriedad del saludo fascista.

Numerosos autores defienden que el Real Madrid ha sido el equipo que mejor ha servido al régimen durante años. Su papel contribuyó, indudablemente, a mejorar la pobre imagen que se tenía de la España franquista, debilitada tras la derrota de las potencias del Eje en 1945.

Es indudable que la imagen del Madrid en el exterior era muy positiva, pero el tema de su posible implicación política, si es que existiera, es más que discutible. La potencialidad del deporte para mejorar la imagen de un país a los ojos del mundo ha sido reconocida durante años. No existe duda alguna de que el Real Madrid, al ganar hasta en seis ocasiones la Copa de Europa, mejoró la imagen franquista en el extranjero.

Alejandro Cambre Ramos

Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

 

 

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