Metaversos: las drogas virtuales de una sociedad y una humanidad en retroceso.
La realidad virtual se inocula como la nueva “droga” para escapar de la realidad “carnal”, donde los usuarios podrán vivir un universo de sensaciones y fantasías, donde uno dejará atrás las grandes frustraciones vitales, generadas por el deseo de proyectar una vida inalcanzable en el mundo real, y que se convertirá en un gran negocio de la tecno-industria. Pero, ¿ qué consecuencias tendrá o tiene ya?
Comenzamos por comentar una famosa película de Esteven Spielberg. El filme Ready Player One nos sitúa en el año distópico del 2045, las personas buscan escapar de la realidad a través del universo de entretenimiento de realidad virtual llamado OASIS (Ontologically Anthropocentric Sensory Immersive Simulation en inglés), creado por James Halliday y Ogden Morrow de Gregarious Games. Después de la muerte de Halliday, un mensaje pregrabado dejado por su avatar Anorak anuncia un juego, otorgando la propiedad del OASIS al primero en encontrar el huevo de pascua dorado dentro de ella, que se bloquea detrás de una puerta que requiere tres llaves que los jugadores pueden obtener al completar tres retos…Todo el mundo pelea por estos retos, controlar Oasis te da el poder absoluto. Esta es un poco la trama sin entrar en detalles…
El marco que nos plantea esta producción de Spielberg, es el de un mundo empobrecido, un mundo necesitado de evasión (de una triste realidad); y así la gente entra en Oasis, “es el único sitio en el que siento que soy alguien”, afirma el protagonista. La realidad virtual así vivida, es el (oasis) en medio del desierto. En esta película, la plataforma virtual se ha convertido es el recurso económico más importante del mundo… Y esto también lo intentan algunas plataformas tecnológicas hoy en día.
Hoy, y sobre todo en años venideros, las plataformas basadas en generar esa realidad virtual nos ofrecen y ofrecerán productos virtuales. En el año 2021 un bolso de Louis Vuitton (virtual) llegó a costar más que en su versión física. Grandes firmas como Gucci, Zara, Balenciaga o Nike ven en el universo digital y los videojuegos una oportunidad para vender más y llegar a los jóvenes… Las botas de CR7 o las botas de Lionel Messi se transforman en productos con precios desorbitados para los usuarios virtuales. O incluso la venta de relojes virtuales.
En unos años va a ser normal el comprarse una parcela virtual y construir el chalet en la misma, chalet que nunca has tenido ni tendrás en la vida real porque vives en un arrabal de una gran ciudad, posiblemente con un alto alquiler y escaso margen para otras necesidades básicas.
O la generación de ondas sensoriales centradas en dar placer y nuevas sensaciones, mientras se engordan algunas carteras y cuentas corrientes de grandes corporaciones.
La realidad virtual se irá convirtiendo el algo adictivo, pero nos venderán lo buena que es para recibir cursos profesionales o para aprender a cocinar con Arguiñano, virtualmente… Todo esto bajo especie de bien, mientras los adolescentes (y otros que ya no lo son tanto) sufren una falta de socialización patológica, además de perder la carnalidad y la relación empática con el entorno y el mundo. Sin contar las plataformas que surjan en la red oscura, al servicio de los crímenes más fragrantes contra el ser humano.
El mundo virtual seguirá fomentando, de forma más agresiva si cabe, disociaciones de nuestro cuerpo con la vida real, produciendo graves trastornos como el de despersonalización-desrealización…
En otro artículo tocaremos también las consecuencias para la política de partidos, elecciones, comunicación/manipulación política.
También se abre cada vez más, la posibilidad a las nuevas religiones digitales desencarnadas (nunca mejor dicho), o sectas gnósticas de nuevo cuño.
No se trata de pintar un negro panorama. Se trata de afirmar que la sociedad (la política) sigue yendo detrás de las grandes propuestas económico-tecnológicas que abanderan e impulsan esta cultura. Estar en guardia ante lo que viene, es una obligación que tenemos por el Bien Común. En medio del crecimiento de las desigualdades sociales que está provocando la economía digital, no podemos quedarnos mirando impasiblemente, la implantación de estas tecnologías.
Sigamos luchando.