Veamos la realidad de la mujer trabajadora desde los empobrecidos

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Hoy es el día donde se conmemora a la “mujer trabajadora”. Desde 1910, el 8 de marzo ha sido históricamente el Día de la mujer Trabajadora. Así lo proclamó la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que exigía el sufragio universal para todas las mujeres.

El 8 de marzo de 1911 se celebró por primera vez, y ese 25 de marzo, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes, murieron en el trágico incendio en una fábrica de camisas en Nueva York. Desde entonces, cada 8 de marzo se recordaba a estas mujeres obreras muertas por las condiciones laborales en las que trabajaban y se reivindicaban unas condiciones justas para el trabajo de la mujer.

Hoy, por imposición  ideológica de la ONU, sólo se celebra el “día de la mujer” dentro de una ideología de enfrentamiento contra el hobre y también  de enfrentamiento contra la propia mujer.

Desde “Profesionales por el Bien Común” queremos recordar el valor de la profesión y el trabajo ejercido por mujeres que no se enfrentan a los hombres, sino que colaboran mutuamente y que juntos luchan porque en la sociedad se puedan dar las condiciones necesarias para que la mujer pueda ser trabajadora, madre y esposa sin tener que renunciar a su propia vocación en ninguno de esos planos por imposiciones del capitalismo y de su ideología totalitaria.

Ya Rosa Luxemburgo, en 1908, planteaba: «[…] la igualdad política y social de los sexos no emana de ningún “derecho de la mujer” al que hace referencia el movimiento burgués de emancipación de las mujeres. Estos deberes no pueden deducirse más que de una oposición generalizada al sistema de clases, a todas las formas de desigualdad social y a todo poder de dominación. En una palabra, se deducen del principio fundamental del socialismo.» (Rosa Luxemburgo. La cuestión nacional y la autonomía, 1908).

Nos recuerda la editorial de la revista “Autogestión” en este 8 de marzo que:

La realidad de la mujer trabajadora en este siglo XXI es una mujer, una joven, una niña, que hace largas colas para conseguir algo de comida, que se desgasta en busca de agua, de lumbre para su casa, de los bienes más elementales. La realidad de la mujer trabajadora es una mujer que sufre por la enfermedad de sus seres queridos, sin medicinas ni tratamientos; que deja a sus hijos al cuidado de otros para ir a trabajar por salarios miserables que le permitirán realizar una comida al día. La realidad de la mujer trabajadora es una mujer que sufre por la violencia que azota a sus hijos” (…) “¡No!, no es el hombre, ni los hijos, ni la familia la que oprimen a la mujer. Esta ideología desdibuja y protege al verdadero enemigo. Lo que oprime a la mujer es un poder político y económico radicalmente injusto que quiere garantizar y reforzar sus privilegios. Lo que oprime a la mujer y al hombre es un sistema imperialista que planifica el hambre de sus hijos y que les degrada moralmente tanto a ella como al hombre. Un sistema organizado para el lujo y el placer de una minoría enriquecida. Para ello los pobres, la familia, la Iglesia católica son una amenaza que hay que eliminar”.

También desde PBC queremos ver la realidad de la mujer trabajadora desde la realidad de los empobrecidos. Si no, nos quedaremos encerrados en esa mirada burguesa que señalaba Rosa Luxemburgo, influidos por una ideología totalitaria que busca el empoderamiento estéril de la mujer frente al hombre, la lucha entre hombres y mujeres para que lo que se pierda sea la colaboración solidaria, lo que se pierda y aplaste sea la estructura solidaria de apoyo mutuo en una red de familias de familias, porque la asociación siempre ha sido la fuerza de los pobres, hombres y mujeres unidos luchando por un ideal común.

Mujeres, pongamos nuestra profesión al servicio de una cultura de la vida, donde sin permitir ninguna injusticia por el hecho de ser niñas y mujeres, tampoco pervierta la lucha de las mujeres que tendrá que seguir siendo una lucha porque los débiles siempre estén en el primer lugar de las relaciones sociales y políticas desde una cultura de afirmación de la vida.

En el I Congreso de Profesionales por el Bien Común, el. Sábado  30 de MARZO DE 2019, trataremos este tema con la comunicación “La específica contribución de las mujeres a la construcción de la civilización del amor, el cuidado y la fragilidad” por Ana Solano, (Médico). Más información en https://profesionalesporelbiencomun.com/encuentro-pbc-marzo-2019

Estamos invitados a dialogar y a construir juntos realidades profesionales juntos que no dividan más a hombres y a mujeres.

María de los Ángeles Jiménez

Profesionales por el Bien Común

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