Sociedades enfermas de soledades

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Algunos recordamos todavía las novelas de Isaac Asimov, como Yo Robot, donde se presentaba la vida de personas que vivían solas alejadas del contacto con otras personas toda su vida. Hoy en día, a años de esta ficción, vivimos una época de personas hiperconectadas 24 horas, pero solas…

Estudios recientes apuntan una epidemia de nuestro tiempo, la soledad.  Por encima de la obesidad en las sociedades enriquecidas.

Esta última conclusión es el resultado de un trabajo extremo: dos metaanálisis, 200 investigaciones y 300.000 individuos en Estados Unidos, Europa, Asia y Australia para afirmar que «la soledad» -entendida como aislamiento social- «puede representar mayor amenaza para el sistema sanitario que la obesidad» y que, además, «la conexión social puede reducir en un 50% la muerte prematura» de quienes están -y no sólo se sienten- completamente solos.

El sociólogo Juan Díez Nicolás, uno de los autores de la investigación y que estudia la soledad desde la década de los 60 del siglo pasado, explicaba que le preocupan los jóvenes y la pérdida de lo que él llama «el grupo de la calle». «Parece que las redes sociales proporcionan compañía pero es evidente que no, porque no sustituyen el contacto personal», afirma Díez, que sigue dando clase después de 40 años y considera que los jóvenes se sienten muy solos en un mundo basado en la competitividad, con falta de horizontes profesionales y con gran incertidumbre.

Hace unos años se hizo viral en Japón el que por internet se pudiera ver a otra persona cenar “para sentirse acompañados a la mesa”. El aumento de los “singles” en los países enriquecidos ha potenciado la “epidemia” a la vez que las falsas respuestas. El vacío no se llena con otro vacío.

Se ha perdido la soledad (del abandono) que dirían los místicos; o la soledad y silencio que nos concentra en las tareas o en la lectura, o en la reflexión que nos hace recapacitar quienes somos realmente y dónde queremos ir.  Es este silencio el que nos prepara para sumergirnos en el mundo con más intensidad.  La «soledad» actual no deja tiempo para la reflexión, puedes estar todo el domingo solo pero recibiendo twits, wassap o mensajes publicitarios, mis alertas de amazon, etc… O pasar una hora a la semana con los abuelos y agotar 45 minutos mirando al móvil, donde solamente afloran superficialidades, que no en pocas ocasiones acaban con amistades de años.

El escritor Santiago Alba Rico, dice que: «Ésta es una sociedad indispuesta con la soledad, organizada contra ella, una sociedad que separa a los individuos para llenar su tiempo solitario de lo contrario de la soledad: de entretenimiento industrial y de fantasía convencional. Contra el capitalismo, habría que enseñar a estar solos. La soledad es, en realidad, un lavabo, un tesoro y un reposo, a condición, claro, de que no sea el resultado de una desgracia”

Hemos de pensar qué supone el perder el contacto con las personas, y si acabaremos dándoles valor en función de su utilidad, o lo que es lo mismo, cosificarlas. ¿Esto está sucediendo?  Pues si es así, tenemos un problema.

Alberto Mangas

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