El negocio de la industria alimentaria

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«Que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina tu alimento» . Hipócrates

El mundo está cambiando profundamente. A lo largo de la historia de la humanidad, la alimentación, que es una necesidad básica, ha ido al compás de la evolución. Sin embargo, actualmente predomina, especialmente en los países enriquecidos, un proceso de mercantilización del consumo de alimentos que a unos mata de hambre y a otros mata con obesidad y enfermedades propias de la sobrealimentación de productos ultraprocesados.

Podríamos decir que nos encontramos en un momento en el que la sociedad moderna ha desconectado de los parámetros reales que necesita el ser humano para cubrir sus necesidades alimenticias. En este sentido, podríamos decir que está siendo gravemente incoherente desde un punto de vista evolutivo.

Este daño está causado en gran parte por la industria alimentaria, ya que su primordial objetivo no es satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos, sino el lucro, es decir, su exclusivo beneficio. Para ello, utiliza una serie de técnicas con la única finalidad de vender su «producto», ya que al fin y al cabo se trata como un producto y no como un alimento. Se gastan mucho más en marketing para analizar cómo engañar al consumidor que en estar pendientes de la salud.

La industria alimentaria emplea a «químicos» especializados en la producción de alimentos para conseguir «placer» comiendo productos «basura». Estos químicos tienen un objetivo claro: generar una adicción a los productos ultraprocesados, porque todos esos productos que vemos en los supermercados provocan unas reacciones perjudiciales para nuestro cuerpo, liberando una serie de hormonas en nuestro cerebro como la dopamina que nos hace «gozar de felicidad» y en consecuencia, incitando a comprar ese producto más y más.
Pero estos artículos tienen un problema. A corto plazo el producto es placentero, pero al cabo de unas horas estos “alimentos” procesados generan en el organismo una cascada de reacciones negativas. Fundamentalmente se produce un pico de insulina bastante elevado que puede ser muy perjudicial y que está relacionado con significativas bajadas de ánimo y a largo plazo se inducen infinidad de enfermedades como trastornos degenerativos, enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedades metabólicas y autoinmunes, etc.

Podríamos hablar de muchos tipos de adicciones en la sociedad actual, pero nos vamos a centrar en la importancia de alejarnos de la adicción de los productos ultraprocesados. Necesitamos recuperar nuestra sensación de bienestar a través de recompensas naturales. Debemos ser capaces de ver y aprovechar alimentos y bebidas tan esenciales y simples como el agua, la cual, en muchos países del mundo no tienen la posibilidad de disfrutar. Esta adicción provoca necesariamente sobrealientación, responsable de muchas de las causas de las enfermedades en los países enriquecidos.

¿Por qué se genera esta situación? Porque la industria alimentaria está centrada en su particular ganancia de dinero creando productos y desvinculándose de la salud de la población.

Sin embargo vemos que lo que subyace detrás de nuestro cuerpo es el instinto de supervivencia. Vamos a retroceder un momento al pasado, el cual debemos siempre observar para poder avanzar. En la época del paleolítico la única preocupación del ser humano era la supervivencia, para ello íbamos siempre en busca de comida a través de la caza y recolección, pero había momentos en los que nos quedábamos sin probar un bocado.

¿Nuestro cuerpo cómo se adaptaba ante esta situación?

Bien, nuestro cuerpo tiene un mecanismo para que podamos estar días sin comer, en el cual tiene un papel fundamental las grasas. Las grasas que ingeríamos a través del animal eran esenciales para nosotros porque en las situaciones que no teníamos comida utilizábamos esas grasas como energía de reserva para las actividades de la vida cotidiana, y por consiguiente sobrevivir.

Pero, ¿este proceso fisiológico de supervivencia se favorece en el entorno que vivimos hoy en día?

Este hecho ha dado lugar a la hipótesis del gen ahorrador explicada magníficamente por el por el doctor Jose María Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genética del Human Nutrition Research Center On Aging, de la Universidad de Tufts (EEUU) y profesor de Nutrición y Genética e investigador en el Centro Nacional Investigaciones Cardiovasculares de Madrid:

«La evolución ha favorecido a los individuos capaces de almacenar grasas, ya que estas constituyen en la reserva energética más eficiente».

Este factor que en ciertos momentos de nuestra evolución nos ha favorecido pero, en el ambiente actual, de dependencia y consumismo de productos ultraprocesados creados por la industria con la intención de lucrarse, nos está perjudicando muy seriamente.

En la sociedad actual se nos está imponiendo tanto el materialismo como el consumismo. Todo ello influye en nuestras vidas. Las industrias y grandes corporaciones son los principales líderes que fuerzan este cambio radical de época.

Manu Martín Miras

Técnico Superior de Actividades Físico Deportivas
Estudiante de CC. del Deporte.

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