El frente está en todas partes (Charles Péguy)

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Es el magnífico título del estupendo libro[1] que consiste en una selección de textos del gran converso cristiano y socialista (militante de los  de antes) Charles Péguy. Sin duda Charles Péguy, muerto con apenas 40 años en los albores de la I Guerra Mundial, es uno de los profetas místicos más agudos de nuestra época «transpostmoderna» sometida a las sacudidas de la trasformación biopolítica y tecnológica. Su intuición y perspectiva son muy especiales. Su doble conversión le situó al margen del socialismo de partido y le sitúo al margen del catolicismo sociológico de su época, pero sin duda le ha convertido en uno de los referentes de aquellos que por encima de  todo  quieren ser fieles a la Verdad y a los más débiles y oprimidos de la sociedad.

 

«Es cierto. Todos estamos en el frente porque el frente está en todas partes, no porque nosotros lo busquemos como decía Péguy. No cavamos nosotros las trincheras, las cavan alrededor de nosotros la historia y la fidelidad a la verdad»[2]

 

«TRADICIÓN Y REVOLUCIÓN» (1904)

Una tradición, una conservación, consiste en hacer vivir, en la realidad, toda una organización; en mantener la vida real, de toda una organización, viviente, realizada; de todo un sistema social, moral, mental, de todo un mundo. Una revolución consiste en hacer vivir, en la realidad, toda una organización; en instaurar la vida, real, de toda una organización, que es preciso que sea viviente, realizada; de todo un sistema social, moral, mental; en hacer intervenir, en hacer nacer todo un mundo. Una conservación consiste en continuar haciendo vivir. Una revolución consiste en comenzar a hacer vivir; exactamente en comenzar en hacer comenzar a vivir. (…)

            Así pues, una revolución no es, en un mismo nivel, lo contrario a una conservación. No se opone, no ataca, a una conservación como lo haría una anticonservación, en tanto que operación igual y de sentido contrario. Una revolución no es nada si no es introducción de un nuevo plan, si no trae consigo una mirada totalmente nueva, una visión totalmente nueva, una vida totalmente nueva; si no introduce una nuevo plan social, moral, mental. Una revolución es revolución solamente si es entera, global, total, absoluta.

            La conservación, sin embargo, no tiene que tomar tantas precauciones; ni tiene que prestar tanta atención. Por la única razón de que lo que mantiene, lo que conserva, ya está presente y, por tanto, ya está realizado; tiene seguridad de que en algún sentido, es real.  Por el contrario, la revolución, al trabajar en el futuro, en lo eventual, al proponerse hacer nacer, no puede estar segura de nada (…) Así pues una revolución solamente puede garantizar la realidad de su ideal y, por consiguiente, la posibilidad de su realización con el testimonio del genio, que es, hablando con propiedad, el único sustituto de la realidad, el único equivalente, el único suplente de la realidad (…) El genio está seguro de una intuición. La operación del genio es una intuición, el sentido, la intuición de una realidad no realizada.

            Por tanto, la conservación requiere solamente hombres ordinarios, u hombres de talento. La revolución requiere hombres ordinarios, y hombres de talento, pero también exige genio, ya sea el genio de un hombre o el varios hombres o el genio más profundo de una raza o de un pueblo o de una clase o, finalmente, ese genio particularmente profundo que nace de una experiencia continuada en la miseria…

 

Profesionales por el Bien Común

[1] C. Péguy. El frente está en todas partes. Selección de textos. Ed. Nuevo Inicio. Granada. 2014.

[2] Ibid. p.17

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