«El demonio en una cápsula de café»

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Dice San Juan Pablo II en su  encíclica Socillicitudo rei socialis (1987) que si no se tiene en cuenta el concepto de estructura de pecado (nº36) es imposible entender el mundo actual.

                La explotación económica, la dominación política y la alienación cultural[i]  han adquirido dimensiones estructurales de ámbito global y al mismo tiempo han penetrado hasta lo más profundo de la naturaleza humana de cada individuo. El neocapitalismo actual es mucho más que un sistema económico; es más que un sistema ideológico… ha fusionado todo -economía, política y cultura- y se ha constituido en un sistema ontológico que pretende determinarlo todo.

 

Vivimos en un mundo y en un momento donde todo -lo personal, lo ambiental y los institucional- está globalmente interconectado en tiempo real y eso tiene importantes consecuencias morales y políticas. La economía «bajo demanda» es,  tal vez, la expresión actual  más trágica de como la sinergia entre globalización e hiper-conexión  digital entre oferta y demanda individualizada está esclavizando  a millones de seres humanos. Y más aun, unos esclavos esclavizan a otros esclavos.  Todos nos hemos convertido en cómplices. Por ello, el compromiso político por el Bien Común exige y empieza por nuevas formas de vida y por tanto de consumo radicalmente anti-materialistas[ii]. Veamos un ejemplo:

 

«Para producir el aluminio que se emplea para la cápsula de café se necesita una aplicación de energía extremadamente grande: para obtener un kilogramo de la materia prima bauxita se necesitan 14 kilovatios- hora, que desprenden aproximadamente 8 kg de dióxido de carbono. No hace falta observarla bajo esta luz para que resulte escandalosa la marcha triunfal de la cápsula de aluminio, que cuenta con el apoyo mercadotécnico de un atractivo y elegante actor conocido en todo el mundo: únicamente en Alemania se vaciaron en 2014 dos mil millones de cápsulas de café, que hasta hace pocos años eran totalmente desconocidas. Tendencia en alza. Según los cálculos del sector, la filial suiza de Nestlé, Nespresso, vende actualmente a nivel mundial por lo menos 8.000 millones de unidades al año: con un peso de 1 gramos por cápsula resulta ya una montaña de ocho millones de kilogramos de residuos de aluminio. Insistimos: en un año y solo de la basura que se forma con las cápsulas de aluminio. Y encima aún elogian a Nespresso por emplear cápsulas sin mezcla de variedades y que, por tanto, resultan más fáciles de reciclar: la competencia corona adicionalmente con una tapa de aluminio sus latitas de plástico bastante más pesadas. Así que el eslogan publicitario de la empresa, «Nespresso. What else?», También está plenamente justificado desde el punto de vista de la política medioambiental.

        

        Pero seamos honestos y dejémonos de ironías. Que no se nos deshaga en la boca el «incomparable placer cafetero»  («descubra nuestras 23 variedades «, «entrega rápida»[iii] con la «Nespresso mobile App»), sino el regusto amargo de las relaciones de producción y de consumo actuales. Para la breve pausa en mitad del trabajo en un hogar europeo medio se talan zonas de extracción de bauxita en la selva tropical brasileña. Para nuestro placer cafetero al final de una deliciosa cena que sin embargo fue algo pesada se saquean recursos minerales, se destruyen hábitats naturales y se llenan depósitos y vertederos de basura tóxica «en algún lugar de África». Para estimularse para el siguiente momento de plusvalía económica se consume rápidamente otro café en las oficinas administrativas de empresas que operan globalmente, pues las ruedas no deben, sino que tienen que mantenerse en movimiento: las ruedas de la producción de nuestro bienestar, bajo las que caen otros – ¿qué se le va a hacer?- en lugares muy lejanos…

Y eso que hasta ahora únicamente nos hemos fijado en la punta del iceberg de la moda europea y norteamericana de la cápsula de café: ni siquiera hemos hablado de las condiciones laborales en los centros de producción de la minería brasileña; ni de que los residuos tóxicos no solo se generan con la producción de materias primas en el cinturón tropical de este mundo, sino que si hace falta vuelven a regresar ahí como exportación de basura desde las regiones ricas del mundo; y de las condiciones sociales, económicas y ecológicas del cultivo de café, de su cosecha y transporte a los centros mundiales de consumo de café. Y la cadena del valor añadido del café, el mundo de la producción y el consumo de la pequeña cápsula de café, no es a su vez más que la punta de otro iceberg, todavía mucho mayor, de un gigantesco proceso global de permanente redistribución de ganancias y pérdidas.

Da igual si nos fijamos en la producción de algodón, en el cultivo de soja, en la contagiosa fiebre de los todoterrenos deportivos o de los smartphones…[iv]»

 

Desde PBC estamos convencidos que es posible  luchar inmediatamente por unas condiciones de vida dignas para todo ser humano si cambiamos nuestras formas de vida.  No debemos aceptar las trampas del consumismo insolidario. Debemos dejar de alimentar a la Bestia[v]. Hay millones de trabajadores, padres y madres de familia que no pueden educar a los hijos porque tienen horarios y salarios indecentes. En España, casi el 40% de los jóvenes no se plantea ya ni tener hijos ni casarse ni tener una casa… Si queremos trabajar por el Bien Común hay que transformar nuestras formas de vida pro-capitalistas en formas de vida solidarias. Como nos dice Juan Pablo II en SRS nº 38:

 

Ante todo se trata de la interdependencia, percibida como sistema determinante de relaciones en el mundo actual, en sus aspectos económico, cultural, político y religioso, y asumida como categoría moral. Cuando la interdependencia es reconocida así, su correspondiente respuesta, como actitud moral y social, y como « virtud », es la solidaridad. Esta no es, pues, un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos. Esta determinación se funda en la firme convicción de que lo que frena el pleno desarrollo es aquel afán de ganancia y aquella sed de poder de que ya se ha hablado. Tales « actitudes y estructuras de pecado » solamente se vencen —con la ayuda de la gracia divina— mediante una actitud diametralmente opuesta: la entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a « perderse », en sentido evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a « servirlo » en lugar de oprimirlo para el propio provecho (cf. Mt 10, 40-42; 20, 25; Mc 10, 42-45; Lc 22, 25-27).

 

Todos somos responsables de que nuestra «demanda» sea un arma a favor del Bien Común: no comprar los domingos para que el domingo sea un día para la familia; favorecer el comercio familiar frente a las multinacionales; no utilizar las gasolineras sin trabajadores; no hacer pedidos online; respetar al máximo la dignidad de los trabajos más humildes; denunciar la condiciones de abuso laboral; no cambiar de móvil sin necesidad; no favorecer con nuestro consumo horarios abusivos en el comercio o la hostelería…etc. Y por supuesto  hacer campaña de boicot contra la actual economía «bajo demanda» entre nuestros vecinos, amigos, familiares o compañeros.

 

Carlos Llarandi

Profesionales Por el Bien Común

[i] Las nuevas ideologías neocapitalistas como la ideología de género y sus desarrollos transhumanistas y posthumanistas son el Caballo de Troya cultural contra la libertad de conciencia. Su naturaleza violenta y totalitaria se corrobora día a día. Cf. https://profesionalesporelbiencomun.com/frente-a-la-nueva-esclavitud-el-lobby-lgtb-es-cabeza-de-lanza-del-totalitarismo-neocapitalista/#.XSUYO-szaG4

[ii] https://profesionalesporelbiencomun.com/manifiesto-dignidad-trabajadores-hosteleria-alcala/#.XSTpF-szaG4

[iii] Habrá un esclavo conectado 24 horas al día para llevarnos a casa, a la hora que sea el café…

[iv] Stephan Lessennich, La sociedad de la externalización, 17.  Herder. Barcelona. 2019

[v] Apocalipsis 13, 16-18

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