Criptomonedas en redes sociales: El penúltimo asalto a las democracias

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La historia de la economía está plagada de especulación y de manipulación de los mercados, contra los de abajo. Como también está desde hace algunos siglos sembrada del uso de la moneda, del oro, o incluso de los tulipanes para engañar o robar a los más pobres. No es extraño que en la actual revolución tecnológica los gigantes prentendan acaparar y someter a estados, desplazar a los bancos de su negocio de la usura, y lo que es realmente grave, dejar a las sociedades sin opción de política monetaria.

 

¿Pueden hacerlo? Parece que si. Y mucho más teniendo en cuenta su conocimiento profundo de las personas que formamos parte del ciberespacio.

 

Pongamos el ejemplo de estos días con Facebook.

 

Libra, la criptomoneda que prepara Facebook, ha puesto en guardia a los reguladores. Supervisores de mercados y bancos centrales han expresado sus dudas acerca de la seguridad o la regulación que necesita esta divisa virtual que la red social se comprometió a poner en circulación en 2020. David Marcus, el presidente de Calibra, la filial de la red social encargada de gestionar la criptodivisa, admite que la divisa genera dudas y, por eso, el ejecutivo se compromete a resolverlas todas antes de que empiece a utilizarse. Al mismo tiempo, defiende que las empresas estadounidenses deben innovar también en esta área para no quedar rezagadas frente a los rivales asiáticos y crear nuevas oportunidades económicas a los usuarios.

«Facebook no ofrecerá la divisa digital Libra hasta haber solucionado al completo las dudas regulatorias y haber recibido las aprobaciones apropiadas», asegura el presidente de Calibra en un documento que recoge el discurso que este martes realizará ante un comité del Senado de Estados Unidos.

 

Lo cierto es que la entrada de la tecnología blockchain ha disparado no solo la aparición de especuladores a corto y a medio plazo, sino a las grandes corporaciones tecnológicas (redes sociales incluidas)

Esta tecnología aporta la claridad en la trazabilidad de las operaciones, pero se escapa por ahora del control de los reguladores.

 

¿Por qué interesa tanto a las grandes tecnológicas?

Bitcoin y su tecnología trajo la promesa de tener un medio de intercambio anónimo y sin intermediarios. En realidad esto ya existe: pagar en metálico. La ventaja de pagar con criptomoneda para las personas sería que hiciera más fácil pagar a distancia.

Sin embargo en el mundo real comprar algo con bitcoin o transferir fondos – por ejemplo a un familiar en otro país – no es para nada sencillo. En primer lugar las APP no están todavía tecnológicamente a la altura. Pero esto es cuestión de tiempo.

El verdadero interés está en las comisiones. Éstas, son tan altas que no merecería la pena. Usarlo para mandar dinero a otro país y cambiarlo por moneda tradicional usando un cajero bitcoin puede llegar a costar un 15% de comisión entre emisión y retirada.

 

A su vez, si no lo usamos para comprar o enviar dinero sino para invertir o especular, los intermediarios cobran varios tipos de comisiones por operar con bitcoins:

 

-comisión de transacción: cada intermediario la fija, entre 0.2% y 3%.

 

-comisión de depósito de fondos: si lo haces con tarjeta, por ejemplo, no es un gasto menor y varía mucho según el método de pago.

 

-comisión de retirada de fondos: al convertir los bitcoin en moneda fiat algunos intermediarios aplican comisión por su parte a la que pueden sumarse comisiones de tu banco. También se aplica si cambias los bitcoins a otras criptomonedas.

 

-comisión de cambio de moneda: si depositas euros en un intermediario que sólo acepta dolares soportaras una comisión de cambio. Para evitarlo usa un intermediario que acepte directamente tu moneda.

 

Estas comisiones son difíciles de calcular y en parte sólo son accesibles una vez creada la cuenta en el intermediario. Conduzcan con cuidado.

 

El mayor problema no son tanto las comisiones sino el historial de malas prácticas que acumulan los exchange o intermediarios. Estás son algunos de los trucos que usan descaradamente:

 

-wash trades — operaciones de un operador consigo mismo para crear volumen e influir en el precio, como se ha denunciado en Bitfinex.

 

-spoofing — ordenes de compra o venta enormes para simular un momento de optimismo o pesimismo que se cancelan según vaya afectando al precio. Esta práctica se ha denunciado en Coinbase y otros.

 

-painting the tape — como wash trades pero con múltiples participantes. Mark Karpelès reconoció ante un juez que usaba esta técnica en el exchange Mt. Gox.

 

-front-running — donde un operador es capaz de colar su orden antes que la de los clientes en momentos propicios.

 

Nos encontramos una vez más, ante la debilidad de la sociedad para hacer frente a estos desafíos de los próximos años. Multiplicada ahora, por el deseo de las grandes corporaciones y especuladores, de vivir con el mínimo de regulación. Es decir, intentan saltarse la política como responsabilidad de manejo de nuestras vidas, y usando la tecnología como soga que atenaza la vida en vez de rescatarla, como palanca de sometimiento en vez de instrumento de cambio económico. Necesitamos opciones políticas que pongan encima de la mesa la regulación, no como control mafioso, sino como opción que erradique la usura en función de Bien Común.

 

Alberto Mangas

 

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