Casas de apuestas y juegos on line. Una nueva adicción

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Uno de los fenómenos que están proliferando más en nuestro país en los últimos años es el de las denominadas “casas de apuestas” y “juegos on-line”. Una realidad que, directa o indirectamente, nos afecta a todos, pues constituye un verdadero ataque al hombre, alienándolo de su realidad concreta y sumergiéndole en un mundo virtual del que es muy difícil salir.

 

La pobreza ha aumentado en nuestro país a medida que ha aumentado el crecimiento económico, según el informe FOESSA. Es precisamente en los jóvenes, desde la precariedad laboral y los salarios míseros, donde las empresas como Codere, han encontrado el cebo a por el que ir. Estos datos se ven reforzados por las cifras que proporciona el periódico on-line Elconfidencial, el cual nos dice que las casas de apuestas se han disparado en el país un 304% en este último año 2018.

 

Con relación a la ciudad de Madrid, dichas casas han proliferado en barrios de población vulnerable, tales como Carabanchel, Puente de Vallecas, Tetuán y Ciudad Lineal. Mientras que, en relación a Extremadura, las casas de apuestas han aumentado de 14 establecimientos en 2014 a 114 en la actualidad. Es decir, estas casas de apuestas y la promoción de estos juegos online están dirigidos precisamente para exprimir a los pobres, para engancharlos, alienarlos y sumergirlos en una pobreza aún mayor. Los poderosos ya no se contentan con que el pobre no llegue a fin de mes, sino que desean degradar hasta el último reducto de la dignidad de su persona, sacándolo del ámbito familiar a través de la adicción al juego.

 

Por otra parte, vemos cómo las grandes figuras del deporte en la actualidad están incentivando estas prácticas a través de los anuncios y la publicidad, con sus propias páginas webs donde uno puede entrar y apostar. De hecho, 19 de los 20 equipos de la primera división tienen acuerdo con casas de apuestas, y las principales emisoras de radio mezclan publicidad de este tipo con información de las casas de apuestas.

 

Estamos contemplando una manifestación más de la inminente guerra de los poderosos contra los débiles, donde los débiles están siendo degradados. Esta degradación, en este caso, es una adicción. La Organización Mundial de la Salud recogió la ludopatía en 1992 como una enfermedad mental. Recientemente, el llamado Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha compartido un decálogo dentro de la campaña ‘¿Y tú te lo crees?’, en el que afirma que la adicción al juego es una enfermedad mental, cuyas consecuencias son alarmantes no solo para la persona que lo padece, sino para su entorno familiar y profesional. Desde tristeza, aislamiento social, absentismo laboral, disminución del rendimiento, hurtos entre familia o compañeros de trabajo y hasta el propio suicidio.

 

El perfil de los asistentes a estas casas suelen ser hombres, varones, entre 18 y 43 años, con bajo nivel de ingresos y estudios, como hemos indicado. Además, desde el nacimiento del juego y las apuestas on-line, el número de estos jóvenes se ha incrementado, pues acceden a las páginas desde el teléfono móvil. Hay asociaciones que combaten la ludopatía que vienen alertando del crecimiento del número de jóvenes en la adicción al juego y señalan como causa la invasión de la publicidad, que incita al juego y a hacer a apuestas.

 

Por lo tanto, estas prácticas están bombardeando de forma sistemática a nuestros jóvenes con ataques planificados para convertirlos en verdaderos adictos. Cuando una persona se adentra en este mundo de las apuestas y del juego es muy difícil salir de él, pues como cualquier otra adicción la frecuencia e intensidad con la que uno va “consumiendo” es cada vez mayor.

Nuestro cerebro tiene la característica de que es permeable, es decir, se va moldeando o adaptando según nuestras circunstancias o hábitos. Podríamos decir que nuestro modo de vida nos configura neurológicamente. En este sentido, hemos de decir también que cuando nuestro cerebro está sobreexcitado, como en el caso de una adicción (sexo, pornografía, ludopatía) segrega una sustancia llamada dopamina, que es la que produce el placer momentáneo en el cerebro. Es esta sustancia, la dopamina, la que hace que queramos volver a repetir aquello que nos produce ese placer, en este caso el juego. Sin embargo, sucede que a medida que vamos repitiendo esa conducta, la segregación de dopamina que necesitamos producir es cada vez mayor, y para que sea mayor necesitamos una dosis más fuerte de esa conducta. De ese modo, haremos lo que sea para lograr esa sensación placentera en nosotros.

 

Este es el proceso psicofísico que se produce en el interior del joven que acude a las casas de apuestas y juegos on-line y que lo mantiene enganchado durante horas apostando. Además de esto, como hemos mencionado, se produce toda una serie de consecuencias psicológicas en el comportamiento de la persona, con actitudes negativas para uno mismo y para las personas del entorno. En definitiva, vemos que se trata de un ataque sistemático y planificado a la familia, pues estos jóvenes y hombres de mediana edad están siendo separados de sus familias, dejando a los hijos sin padre y a la mujer sin esposo. Se intenta aniquilar de nuevo a la figura paterna desde el poder. Hemos de aliarnos, de luchar, asociarnos y denunciar para impedir esta masacre, esta guerra que está pisoteando y robando la dignidad a los más débiles de la sociedad.

 

 

Miguel Pérez Rojas. Graduado en Dereccho

Alejandro Cambre. Graduado en CC del Deporte.

 

 

 

 

 

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