Cambio de época en el mundo del trabajo I

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Existe una preocupación creciente sobre el impacto del cambio tecnológico en el empleo. El miedo a la sustitución de trabajadores por máquinas viene de lejos como fue en su momento el movimiento ludita o John Maynard Keynes un siglo después. La desaparición de empleos en sectores como la agricultura se vio compensada en las anteriores revoluciones industriales por la creación de nuevos puestos de trabajo, no exentos de explotación y esclavitud a pesar de la innovación tecnológica producida…

En muchos casos, la tecnología no hizo desaparecer ocupaciones enteras sino que transformó las tareas de quienes las desempeñaban, como, por ejemplo, en el caso de los conductores de carretas que pasaron a conducir vehículos de motor. Las nuevas tecnologías pueden crear, transformar o destruir trabajo y el efecto neto es difícil de anticipar (David H. Autor, 2015).

A pesar de que el fenómeno viene de largo, los riesgos derivados del cambio tecnológico son quizás más tangibles en la actualidad, tanto por la velocidad a la que se produce el cambio como por su profundidad (Brynjolfsson y McAfee, 2014). Un ritmo acelerado de cambio tecnológico puede sobrepasar la capacidad de adaptación de los trabajadores. Aunque se creen nuevos empleos que, sobre el papel, podrían compensar los destruidos, a los trabajadores “excluídos” les puede resultar difícil adquirir las habilidades técnicas necesarias para realizar las nuevas tareas o los nuevos trabajos que puedan surgir, fruto de una productividad tan exponencial como la que genera este cambio de época. Este fenómeno tan acelerado, produce el fenómeno de “skill mismatch” o desajuste de habilidades (Restrepo, 2015) ya se está produciendo en muchos sectores.

Además, aunque en un primer momento las tareas que se pudieron automatizar fueron sobre todo las más rutinarias, avances en campos como la robótica o la inteligencia artificial están permitiendo automatizar tareas que antes se consideraba exclusivas de los humanos. Están afectando y afectarán a muchas profesiones y su ejercicio.

Por tanto vemos cómo los cambios que se están produciendo son de amplio alcance y gran velocidad, el factor velocidad no es para nada desdeñable.

 

Frey y Osborne han realizado un informe (que tiene sus sesgo) pero nos aproxima a la capacidad que tiene un empleo de ser sustituido por máquina, en los cuales interviene también las circunstancias socioeconómicas de un país. La medida de riesgo de computerización no calcula el porcentaje de empleos que se destruirán, sino la probabilidad para cada ocupación de que el trabajo humano pueda ser sustituido por capital tecnológico en función de las tareas que se desarrollan en esa ocupación.

Por poner un ejemplo, según esta medida los jardineros tienen un riesgo de computerización muy elevado, de 0,87, pero esto no significa que en 20 años el número de jardineros se reducirá al 13 % del actual. Quizás los jardineros ya no cortarán el césped sino que cuidarán flores y puede ser que por diversos motivos haya más demanda de jardines de flores. Además, aunque existan robots especializados que puedan podar árboles, quizás estos sean muy caros y se prefiera seguir empleando a humanos para esta ocupación.

Teniendo en cuenta que todos los riesgos se sitúan entre 0,48 y 0,58 (en un rango entre 0 y 1), vemos que existe relativamente poca variación entre países. Alrededor de la mitad de tareas realizadas hoy por humanos serán realizadas por máquinas en unos años según estas proyecciones. España está en niveles relativamente elevados de riesgo, mientras que los países escandinavos o Suiza son los que tienen trabajadores en ocupaciones en menor riesgo de computerización. Esto refleja en buena medida la elevada inversión en formación a las personas para las nuevas profesiones que surgen.

Por eso los factores fundamentales en estos procesos son los aspectos socioeconómicos y sociopolíticos que orientan este cambio de época, entre ellos podemos destacar:

  1. La determinada determinación política de la mejora de la sociedad con nuevos trabajos que sirvan al Bien Común de las mismas.
  2. La reinversión en formación de la plusvalía que genera la productividad de la ola tecnológica.
  3. Repensar de arriba abajo el ejercicio profesional de cada uno de nosotros…

 

Fuente: Observatorio Social La Caixa

Alberto Mangas

Profesionales por el Bien Común

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