Biopolítica:¿El embrión humano es un ser vivo de nuestra especie?

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Recientemente se ha publicado la noticia de que «borran» por primera vez una grave enfermedad hereditaria en un embrión humano. Evidentemente esta posibilidad tiene un conjunto de consecuencias que debemos analizar.

Sin embargo, la  primera clave de la valoración ética y política de gran parte de la investigación científica y de otras prácticas sociales que afectan a la vida naciente del ser humano es  qué estatuto biológico y ontológico se le otorga a un embrión humano. Es decir, un embrión humano ¿es o no es una persona humana? Dependiendo de cómo se responda a esta pregunta se abren diferentes campos de actuación científicos  y políticos.

            Si el embrión humano no es una persona humana sino un simple conglomerado celular evidentemente podremos afirmar que es legítima cualquier intervención sobre dicho embrión.  Si un embrión humano es una persona humana en una de sus fases de desarrollo no todas las intervenciones sobre el embrión son legítimas, puesto que una persona humana tiene derechos inalienables que deben ser preservados.

            ¿De qué depende, por tanto, la consideración de persona humana de un embrión?

La respuesta debe partir, en primer lugar, de determinar cuál es la naturaleza biológica del embrión humano. Hay cuatro posturas al respecto que debemos conocer.

 1) La primera, es la de aquellos que consideran que el embrión humano, en sus primeros días de vida, es un conglomerado celular sin estructuración biológica, es decir, un conglomerado de células sin organizar y por tanto sin valor biológico ni ontológico alguno.

2) Los que opinan que el cigoto humano, obtenido por trasferencia nuclear somática (clonación) es un ente biológico distinto al cigoto obtenido por vía natural, al que incluso le dan un nombre propio y diferente, como puede ser nuclóvulo o clonote, con un valor inferior al cigoto obtenido por fusión de los gametos humanos, tanto por vía natural como por técnicas de reproducción humana asistida. Aún así, hay quienes lo consideran portador de la dignidad que todo ser humano intrínsecamente posee y consecuentemente merecedor de ser tratado  conforme a dicha dignidad, y quienes no consideran implícito el ser personal sujeto de derechos por el mero hecho de considerarlo ser humano. Para éstos, la dignidad sería dependiente de ciertos factores, como el estado evolutivo o la capacidad de autonomía.

3) La de los que consideran que el embrión humano, de una sola célula, polarizada y asimétrica, el cigoto, obtenido natural o artificialmente, es un ser vivo de nuestra especie.

4) Aquellos investigadores o clínicos, que circunvalan el problema y que ni afirman ni niegan la identidad humana del embrión, simplemente manifiestan que a ellos solamente les incumbe la vertiente científica, y que el discutir la naturaleza humana de ese ente biológico que utilizan no afecta a su quehacer.

Actualmente existen suficientes argumentos biológicos y genéticos para decantarse con objetividad por la tercera de las opciones. El embrión humano es un ser vivo de nuestra especie. Ahora bien está decantación conlleva una serie de consecuencias a todos los niveles -científico, filosófico, moral, jurídico y político-  que la actual cultura hegemónica (neocapitalista) no está dispuesta a asumir.

La pregunta que nos hacemos, a continuación, es:

¿Cualquier ser vivo de nuestra especie es persona humana?

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