El doctor que cambió la sanidad hospitalaria a pesar de la persecución

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A los 200 años del nacimiento del doctor I. F. Semmelweis: la asepsia que cambió la sanidad a pesar de la persecución

Pocas veces el agua ha sido tan acertadamente llamada fuente de vida como cuando se la asocia al jabón. Pero la simpleza de la idea y su consolidación actual no tuvo un comienzo fácil. Quien primero se dio cuenta de su importancia fue un médico de Budapest, Ignác Fülöp Semmelweis (1818-1865), cuarto hijo de un comerciante, cuando aún no había cumplido los 35 años. Su defensa de la asepsia salvó vidas, pero hundió la suya.

La pura observación bastó para el descubrimiento de Semmelweis. Llegado a Viena con vocación de abogado, la visión de una autopsia cambió su destino. Se hizo médico.

En la Maternidad del Hospital de Viena existían dos clínicas. La Clínica Primera en que la tasa de mortalidad por fiebre puerperal era aproximadamente de un 10% (con amplias fluctuaciones) y la Clínica Segunda donde la mortalidad era mucho más baja, menos del 4%. Este hecho era conocido fuera del hospital y dado que la admisión en una u otra clínica se hacía en días alternos, las mujeres intentaban ser admitidas en la Clínica Segunda debido a la mala reputación de la Clínica Primera. Semmelweis hace referencia a mujeres desesperadas implorando de rodillas no ser admitidas en la Clínica Primera. Algunas mujeres preferían dar a luz en la calle, diciendo que el parto había sido imprevisto y habían dado a luz en el camino al hospital (partos callejeros), pues ello les daba derecho a beneficios por maternidad sin haber tenido que dar a luz en la clínica.

Mortalidad en ambas clínicas

Semmelweis desarrolló una teoría: aquellas mujeres que recibían más visitas de médicos y estudiantes —muchos de ellos recién salidos del quirófano de tratar a otros enfermos o de la sala de disección— enfermaban y morían más. Observó que las monjas que atendían a las parturientas de la segunda clínica tenían un hábito más higiénico ¡lavarse bien las manos!

Y se le ocurrió medir qué pasaba si sus compañeros se lavaban las manos al entrar en la sala. Una jofaina con agua y un jabón fueron suficientes: al obligar al personal a lavarse las manos, las infecciones se redujeron a menos del 10% de las ingresadas. Él lo atribuyó a unos corpúsculos necrópsicos, los antecedentes de las bacterias de Pasteur y Koch apenas 20 años después. Las cifras habrían bastado para revolucionar la sanidad moderna, pero ese cambio tardó un par de décadas en llegar.

Su acusación velada de que eran los propios médicos los que enfermaban a sus pacientes no cayó nada bien

En vez de un homenaje, Semmelweis recibió un castigo por su trabajo. Su acusación velada de que eran los propios médicos los que enfermaban a sus pacientes no cayó nada bien. Fue despedido y sus técnicas se descartaron. Por poco tiempo. A los dos o tres años cambió el equipo directivo del hospital y la asepsia de Semmelweis se impuso.

En verdad, no fue el húngaro el que revolucionó el entorno hospitalario. El asunto sobre el que elucubraba era tan importante que prácticamente a la vez que él, pero en Estados Unidos, el médico Oliver Wendell Holmes llegó a la misma conclusión, relata Vaqué.

Pero ninguno de los dos se llevó la gloria por el descubrimiento que posiblemente haya salvado más vidas en el último siglo y medio. Wendell Holmes se hizo famoso como poeta. El reconocimiento fue para un británico, Joseph Lister, que en 1877 ejecutó la primera operación en condiciones antisépticas, irrigando con unos aspersores la zona quirúrgica. El trabajo tuvo repercusiones mundiales. Salvador Cardenal importó la técnica a España ya en 1880, y a América llegó casi a la vez.

¿Y Semmelweis? Tras trabajar en un hospital menor, pobre y desahuciado, acabó en un centro para enfermos psiquiátricos.

Hospital St. Rochus, Budapest.

El reconocimiento le llegó tarde. En 1952, Louis-Ferdinand Cèline publicó una obrita, Semmelweis, en la que, en tono épico, lamentaba el final del médico. El prólogo define su legado: “Señaló a la primera los medios profilácticos que deben adoptarse contra la infección puerperal, con una precisión tal que la moderna antisepsia nada tuvo que añadir a las reglas que él había prescrito”. Solo tuvo que esperar a que otros dijeran lo mismo que él para que se le hiciera caso

Las recomendaciones de Semmelweis solo fueron aceptadas después de su muerte, cuando Louis Pasteur confirmó la teoría de los gérmenes como causantes de las infecciones y Joseph Lister siguiendo las investigaciones de Pasteur implementó el uso de los métodos de asepsia y antisepsia en cirugía.

Ser profesional y decir la verdad tiene consecuencias. ¿Pero acaso no salva vidas?

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