100.000 trabajadores «evaporados» al año en Japón

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Durante los últimos 40 años se calcula que anualmente más de 100.000 personas se «evaporan» en Japón.  Son personas, la mayoría trabajadores, que se han convertido en johatsu. Personas que literalmente se condenan a sí mismas a desaparecer de la vida social rompiendo todos los vínculos.

Según las estadísticas y los testimonios recogidos buena parte de estas personas se han «desvanecido»  porque han sucumbido al agobio laboral o a la vergüenza de haber sido despedidos. Vergüenza que les impide comunicárselo a las propias  familias prefiriendo hacerse desaparecer. Muchos se convierten también en  johatsu  por la adquisición de  deudas que no pueden asumir ya sea por adicción al juego o por negocios ruinosos. También un porcentaje de personas se «evaporan» por violencia en el seno de la familia así muchas mujeres empezaron a dejar a sus familias y vivir en la pobreza,

Estas personas auto desaparecidas  se van a vivir en la pobreza a barrios periféricos que ni si quiera vienen registrados en los mapas. Si se pregunta por ellos, muchos japoneses  prefieren no contestar porque es una realidad que no quieren afrontar. La vergüenza en la cultura japonesa es un estigma de un poder destructor muy grande. Cuando la familia sospecha que una persona ha desaparecido voluntariamente, no lo denuncian a las autoridades por el temor a compartir la vergüenza del desaparecido. Esto viene favorecido además porque las leyes niponas son muy garantistas de la privacidad de las personas y pueden mantener en secreto el paradero de una persona, incluso ante sus familiares, si esta persona así lo desea. Muchos cónyuges, hijos, hermanos o padres lo dejan pasar porque no quieren volver a saber de aquel que ha salido de sus vidas.

El suicidio es la causa principal de muerte entre los hombres y mujeres de 22 a 44 años. Ser johatsu es como un  suicidio lento,  es dejarse morir poco a poco.

Los johatsu suelen vivir en minúsculas habitaciones de hotel, a menudo sin internet o baño privado. La mayoría son hombres que encuentran trabajos informales que les permiten sobrevivir. El alcoholismo, la adicción al juego y la indigencia son muy abundantes y terminan por destruir muchas vidas. La mayoría viven en condiciones tan precarias que se les considera muertos en vida. La cultura  y la sociedad japonesa cataloga a estos individuos despreciables por su debilidad. Se ve como mucho más honroso el suicidio frente al fracaso personal de individuo. Japón es el segundo país con más suicidios de la OCDE alzando cifras equiparables a las de  un conflicto bélico. Actualmente se suicidan unas 25.000 personas al año aunque se alcanzaron cifras de 30.000 suicidios hace dos décadas. El suicidio es la causa principal de muerte entre los hombres y mujeres de 22 a 44 años. Ser johatsu es como un  suicidio lento,  es dejarse morir poco a poco.

Por otro lado están los que mueren por Karoshi, que es un suicidio involuntario por exceso de trabajo debido a un sentimiento del deber para con la empresa y la sociedad.  Son generalmente jóvenes que mueren de enfermedades cardiovasculares o derrames cerebrales. Pueden ser hasta 2.000 muertos al año pero seguramente muchos más ya que  los familiares ocultan el rastro de muerte por sobrecarga laboral. El no resistir el ritmo laboral es una vergüenza para el nipón. Estamos hablando de  de 120-160 horas extras al mes o con jornadas continuadas de más de 30 horas.

   Así el trabajo tiene una primacía ontológica y  moral sobre el capital porque el trabajo representa a la propia persona humana frente al dinero, la rentabilidad, la tecnología…

Lamentablemente  en nuestras sociedades europeas estamos perdiendo la conciencia, de origen cristiano,  de que la persona debe ser el centro de la economía y de la política. En este sentido, la persona, todas las personas tienen una dignidad  intrínseca inalienable sea cual sea su estatus y condición y que la sociedad tiene un deber de justicia y bien común. Así el trabajo tiene una primacía ontológica y  moral sobre el capital porque el trabajo representa a la propia persona humana frente al dinero, la rentabilidad, la tecnología…

El neocapitalismo actual, dominado por la cultura anglosajona, como el capitalismo oriental son la negación radical de la concepción personalista del trabajo y  del principio de Bien Común que es el que debe orientar la economía y la política.

Carlos Llarandi

Profesionales por el Bien Común

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